Especial Samuráis | El espíritu guerrero de las onna-bugeisha, las mujeres samurái

Print Friendly, PDF & Email
20 Votos obtenidos¡Vótame!

 

 

 

 

Cuando hablamos de samuráis nos viene a la mente la imagen de hombres valientes que luchan con honor sin temer a sus enemigos ni a la muerte. Pero, ¿qué hay de las mujeres? ¿También hubo mujeres guerreras? Por supuesto que sí. El valor y el honor de la casta samurái no pertenecen estrictamente a ellos. Hace mucho tiempo en Japón existieron mujeres igual de fuertes y valientes que también combatieron con honor y bravura junto a ellos, o incluso dirigiéndolos en la batalla. Ellas son las onna-bugeisha o mujeres samurái, y pocos son los que conocen la figura de estas guerreras japonesas. Y en honor a su recuerdo en el artículo de hoy de nuestro Especial Samuráis os invitamos a que conozcáis quiénes fueron las onna-bugeisha así como también los nombres y las historias de algunas de las guerreras más populares y queridas en el país del sol naciente.

 

Aunque Japón sea un país bastante machista en cuanto al rol de la mujer en la sociedad, cabe decir que a pesar de ello las mujeres han llegado a desempeñar papeles muy importantes tanto en el círculo de lo mitológico como en el ámbito militar.

En los períodos Kamakura (1192-1333) y Sengoku (1467–1568) no era inusual encontrarse con mujeres samurái procedentes de los clanes de más prestigio y de alta posición social. Y puesto que la misión de las guerreras era la de proteger los bienes del clan así como a sus familiares en ausencia de los hombres, éstas eran educadas y entrenadas en las artes marciales para convertirse en unas buenas y dignas esposas de samuráis. Se adiestraban en el manejo de toda clase de armas cortas (kodachi, wakizashi, tantō) pero sobre todo en armas de largo alcance como la naginata (alabarda). Esta última permitía a las onna-bugeisha mantener a raya a los enemigos a la vez que mantenía una distancia de combate segura. (Más información acerca de las armas japonesas aquí).

 

En las primeras crónicas japonesas aparecen descritas las hazañas de algunas emperatrices que llegaron a dirigir campañas militares, pero también el coraje de otras guerreras que llegaron a ser temidas y respetadas en el campo de batalla. Y aunque la influencia de la cultura china relegó a las mujeres a un papel secundario en la sociedad japonesa, muchas de ellas llegaron a conservar su independencia pudiendo luchar con bravura junto a sus maridos.

A causa de las innumerables guerras que asolaban el país, los hombres, que tenían el deber de ir al frente y luchar, dejaban el cuidado de la familia y sus posesiones a manos de sus mujeres que luchaban y defendían con todas sus fuerzas su hogar. Y lo hacían con tanto empeño como cualquier otro hombre digno de la casta samurái.

 

Algunas de las onna-bugeisha pasaron a la historia convirtiéndose en unas figuras muy populares y queridas en la sociedad japonesa actual. Tanto es así que muchos todavía las recuerdan y las veneran. Estos son algunos de los nombres más conocidos que han pasado a la historia, así como sus hazañas.

 

 

 

La Emperatriz Jingu (169-269 d.C.)

Esta legendaria emperatriz, consorte del emperador Chuai, fue una mujer que ejerció una gran influencia tanto en la política como en la sociedad de su época. Al morir su marido, ejerció como regente hasta que su hijo el Emperador Ojin tuvo la edad necesaria para ocuparse del trono. En los textos históricos y crónicas de la época aparecen muchas referencias sobre el gran valor y el coraje del que hacía gala la emperatriz en el campo de batalla. Ella fue quien lideró a sus tropas en la invasión de Corea, participando activamente en las batallas y de donde regresó triunfante.

La Emperatriz Consorte Jingu llega a Corea, pintura de 1880

Es protagonista de muchas gestas, tanto reales como ficticias, y en Japón se la recuerda con gran cariño. Tanto es así que en los billetes de un yen de finales del siglo XIX aparecía impreso su retrato. Eso sí, con un cierto aire occidental que recuerda mucho al porte de las mujeres aristócratas de Occidente. El retrato fue pintado por el pintor-grabador Edoardo Chiossone (1833-1898) en 1875 que diseñó billetes, bonos y sellos. Fue uno de los muchos extranjeros que llegaron al país del Sol Naciente durante el Período Meiji para ayudar al gobierno a modernizar el país.

 

 

 

Tomoe Gozen (finales del período Heian, siglo X)

Tomoe Gozen es otra de las grandes heroínas del Japón medieval. Despiadada guerrera que luchó con gran valor en las Guerras Genpei (1180-1185), se dice que era una mujer dotada de gran belleza que dominaba el arte de la esgrima y el arco. Una onna-bugeisha valiente que no le temía a nada ni a nadie y que era capaz de enfrentarse a varios enemigos a la vez. A menudo era enviada a primera línea de la batalla, y con su afilada naginata y su arco causaba el terror entre sus enemigos.

Su figura también fue fuente de innumerables cuentos y leyendas, y una de ellas es la que se cuenta en el famoso Heike Monogatari (un poema épico del siglo XIV donde se narra las constantes luchas entre los clanes Minamoto y Taira).

Uno de sus combates legendarios fue con Uchida Ieyoshi. Se cuenta que Tomoe, tras derrotar a varios enemigos en un solo combate, se enfrentó a Uchida Ieyoshi, líder de las tropas enemigas, que intentó capturarla estirándole de la manga para tirarla del caballo. Con esta afrenta, una enfurecida Tomoe se acercó a su adversario con el caballo y con un golpe de espada le cortó la cabeza. Triunfante, se llevó la cabeza de su enemigo abatido para mostrársela más tarde a su marido como un trofeo de guerra.

Tomoe Gozen con Uchida Ieyoshi y Hatakeyama Shigetada, pintura de Yōshū Chikanobu de 1899.

 

No se sabe exactamente cuál fue su final. Algunos dicen que murió en el campo de batalla junto a su esposo; otros en cambio especulan que, tras la muerte de éste, Tomoe se retiró y se hizo monja. Fuese cual fuese su final, Tomoe Gozen se convirtió en una de las guerreras más famosas y míticas de todos los tiempos y sus hazañas en las innumerables batallas en las que participó se convirtieron en fruto de muchas historias y leyendas.

Aunque sea de forma escueta, no podemos olvidarnos de nombrar a otra importante guerrera que vivió en la misma época que Tomoe Gozen. Su nombre era Hojo Masako, la viuda de Minamoto Yoritomo a la que también se la conocía con el nombre de «la monja shogun».

Hojo Masako, «la monja shogun»

 

 

 

Nakano Takeko (finales siglo XIX)

No tan lejana su presencia y regresando a la historia un poco más “reciente”, concretamente a finales del siglo XIX, en plena Restauración Meiji, nos encontramos con una onna-bugeisha que murió en el campo de batalla luchando con gran honor: Nakano Takeko. A pesar de que en esa época prácticamente la mujer samurái dejó de participar activamente en las batallas, muchas de ellas continuaron practicando e instruyéndose en las artes marciales (principalmente con la naginata) y en técnicas de autodefensa. Nakano entró en el clan Aizu destacando por su brillante manejo de la naginata. Admirados por su destreza, el clan le permitió liderar un pequeño escuadrón formado por mujeres. Sin embargo, el grupo no formaba parte del ejército oficial y debía actuar por su cuenta.

Nakano Takeko

Para cuando estallaron varias revueltas en las que muchos iban a favor del Shogunato y otros reclamaban el fin de la política de puertas cerradas que prohibía la entrada de occidentales en el país, en la Guerra Boshin la guerrera Nakano Takeko y su escuadrón de mujeres armadas con naginata entraron en acción luchando codo con codo junto al ejército de Aizu para defender el castillo de Wakamatsu en 1868. En esta batalla –la Batalla de Aizu– tres mil samuráis del clan combatieron hasta la muerte contra la armada imperial, que contaba con unos veinte mil efectivos equipados con armas occidentales, una diferencia abismal entre ambos bandos difícil de salvar. Y fue en esa batalla donde Nakano Takeko combatió heroicamente junto a sus compañeras dando muerte a muchos enemigos con su naginata, hasta caer fulminada a causa de un disparo.

Nakano Takeko y su escuadrón de expertas en naginata luchando hasta la muerte en la batalla de Aizu en 1868

 

A pesar de que casi siempre los hombres son los que se han llevado los méritos en cuanto al ámbito militar (y en otros campos, para qué vamos a engañarnos), siempre hay y ha habido mujeres en la historia de igual coraje y valentía capaces de coger un arma y luchar en una cruenta y sanguinolenta batalla saliendo victoriosas. Las onna-bugeisha, Juanas de Arco niponas, solemnes guerreras y diestras en el Camino del Guerrero, son todo un símbolo en Japón que se las recuerda por su honor y ferocidad en la batalla. Unas figuras históricas importantes que nosotros, los occidentales, debemos conocer.

 

 

Redacción: Mariona Rivas Vives

Sobre Iona Rivas Vives