Especial Samuráis | El Bushidō, el Camino del Guerrero

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En nuestro primer artículo donde hacemos una pequeña introducción de la figura del samurái comentamos que el Bushidō o el Camino del Guerrero es un código moral que rige todos los aspectos de la vida de un samurái. Se trata de un código de conducta muy estricto que se basa sobre todo en dos conceptos: honor y lealtad.

El Bushidō llegó a su máxima expresión durante el período Tokugawa, una época de paz y sin conflictos internos ni externos. Se inculcaba a los niños de la casta guerrera y lo aprendían tanto hombres como mujeres. No se trataba de enseñarles unas reglas básicas inquebrantables, sino de inculcarles una serie de principios y valores para convertirlos en guerreros tranquilos, leales, que lucharan con honor, compasivos, que amaran la vida pero también que no tuvieran miedo a morir.

Para seguir el Camino uno debía prepararse constantemente y a diario, tanto en el ámbito físico (es decir, las artes marciales y el entrenamiento con armas) como en el mental (meditación y reflexión).

Estaba influenciado por tres corrientes de pensamiento y religión que, unidas, formaron el código de los guerreros: el Budismo Zen, el Sintoísmo y el Confucianismo.

Del Budismo tomó prestado la firmeza ante las adversidades y el desprecio a la vida y la muerte. Un samurái no debe temer a la muerte ni al peligro, y es a través del Zen que se consigue liberar la mente de cualquier distracción y poder deshacerse del miedo y la inseguridad.

El Sintoísmo inculcó la veneración a los ancestros y otorgó al Bushidō el amor a la patria y a todos los seres vivos. Y ese amor también implicaba lealtad a la Familia Imperial que, según la cultura japonesa, el Emperador era la representación del Cielo en la Tierra. Por ello el samurái se comprometía a servir con lealtad tanto al Emperador como a su señor.

En cuanto al Confucianismo, el Bushidō le debe la importancia a la formación en las artes y la literatura, así como también un profundo respeto a las cinco relaciones existentes en las que se basan las relaciones humanas: soberano y súbdito, padres e hijos, marido y mujer, hermano mayor y hermano menor y entre amigos.

El Bushidō se basa en siete virtudes o principios:

  • Honestidad y Justicia – Gi. Ser honrado con los demás y creer en la justicia que procede de uno mismo, ya que un buen samurái no duda de la honestidad y la justicia. Tan sólo él tiene la capacidad de actuar y decidir de forma correcta.
  • Valor – Yuuki. Un samurái debe poseer valor heroico y vivir de forma plena y sobre todo debe perder el miedo a la muerte.
  • Compasión – Jin. Gracias al intenso entrenamiento, el samurái consigue un poder que debe utilizarlo para el bien común y ayudar a los suyos.
  • Respeto o Cortesía – Rei. Un samurái no debe comportarse de forma cruel. Tiene que ser amable, incluso con sus enemigos. El samurái es respetado tanto por su fuerza en el campo de batalla como por su manera de tratar a los demás.
  • Honestidad o Sinceridad – Makoto. Cuando un samurái toma la decisión de llevar algo a cabo, prácticamente esa acción ya está concluida. No es necesario que dé su palabra ni que prometa nada porque la palabra de un guerrero siempre es sagrada.
  • Honor – Meiyo. El samurái es el juez del honor de uno mismo. Las decisiones y acciones que lleva a cabo son un fiel reflejo de lo que es realmente. Sin honor, el guerrero no es nada.
  • Deber y Lealtad – Chuugi. Un samurái es dueño de sus acciones y sus palabras, y por ello debe asumir la responsabilidad de sus fallos. También es fiel a su superior, pero también a los inferiores a los que protege.

Cuando un bushi perdía su honor –sobre todo si se trataba de un samurái o de un daimyō– recuperarlo sólo significaba una cosa: cometer el suicidio ritual o seppuku para así poder restaurarlo. En Occidente se le conoce comúnmente con el nombre de harakiri, un término que los japoneses desprecian porque se considera vulgar. Pero del seppuku ya nos ocuparemos más adelante en un artículo aparte.

 
 

El Bushidō, tal y como se entiende, es más que una serie de pautas o reglas de comportamiento para un samurái. Para ellos fue su código moral, su guía, que regía todos los aspectos de su vida. Con ello podemos comprender un poco más su forma de pensar, su “obsesión” por el honor, su determinación a la hora de librar batalla y de seguir a su señor hasta la muerte.

 
 

Aprovechando que hemos hablado un poco del Bushidō, en la próxima recomendación literaria del Especial reseñaremos una obra clásica por excelencia que sintetiza e ilustra el Camino del samurái: el Hagakure.

 

 

Redacción: Mariona Rivas Vives

 

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