Dragón. Capítulo 4

―Entiendo que debe de ser desconcertante para ti. Nunca te habían hablado de tu verdadera naturaleza ¿no es así? ―¿Qué se supone que soy?            ―Eres mitad humana, mitad dragón. Y […]
Print Friendly, PDF & Email
0 Votos obtenidos¡Vótame!

―Entiendo que debe de ser desconcertante para ti. Nunca te habían hablado de tu verdadera naturaleza ¿no es así?

―¿Qué se supone que soy?           

―Eres mitad humana, mitad dragón. Y yo soy Johan, tu compañero.

Susana no contestó. Ni siquiera quiso pensar en la magnitud de lo que acababa de decirle… era una completa locura. Jamás había conocido a sus padres ni a ningún familiar cercano. Se crió en un hogar de acogida hasta la mayoría de edad.


―Llevo mucho tiempo buscándote, viendo como mis fuerzas menguan a cada paso que doy y sabiendo que las tuyas también lo hacen. Susana, ambos nos morimos, puedes sentirlo, ¿verdad?
i a ningún familiar cercano. Se crió en un hogar de acogida hasta la mayoría de edad.

Ella no contestó. Todavía agazapados en aquel portal, hablando en voz baja de algo que sonaba a fantasía, se miró las manos: dedos esqueléticos, piel pálida, translúcida y arrugada. ¿Cómo podía dudar de sus palabras si las evidencias saltaban a la vista?

 

―Cierra los ojos ―le pidió Johan a Susana.

 

Se encontraban en la orilla del mediterráneo. La luna llena se reflejaba en las aguas oscuras, vertiendo en ellas su plateada luz  y meciéndose al compás del suave levante.

Susana sonrió inquieta y a la vez llena de gozo. ¿Cómo podía sentirse de aquel modo junto a alguien que jamás había visto antes en su vida? No lo entendía. Debería haber seguido huyendo de él… Debería haber buscado ayuda. Protección en casa de alguna amiga. Sin embargo, aquí estaba, en medio de la noche en una cala escondida del resto del mundo. Y, lo peor de todo, era que quería estar allí. Quería creer en aquella conversación clandestina de unas horas antes.

 

―¿Qué vas a hacer?

―Eso es una sorpresa, amor.
Amor… Te ha llamado amor… ¿No vas a replicarle?
Susana cerró los ojos abandonándose por completo.
Escuchó el susurro de las ropas desprendiéndose del cuerpo masculino. Tragó saliva. Su cuerpo ardía en deseos de algo en lo que no quería permitirse pensar. Las escuchó caer al suelo de arena. Sonrió. Podía imaginar su torso marcado por cada uno de aquellos ondulados músculos. Sus caderas estrechas. El trasero duro y respingón. Oh, y la suave uve que se formaba justo en su cadera, para descender hasta la fuente de su placer… O quizás, una de ellas. Johan le mostró que podía proporcionarle placer con otras partes de su cuerpo. La lengua, era una de ellas y recorría en aquel instante su clavícula despertando escalofríos a lo largo de cada terminación nerviosa.
Deja de imaginar su cuerpo. Jamás lo has visto.
―¿Puedo abrir los ojos ya?
―Todavía no… Quédate quieta.
Susana obedeció sin pensarlo. Su parte racional intentaba convencerla de que no debería abandonarse ante alguien a quien acababa de conocer. Era una completa locura. Sin embargo, obligó a los pensamientos a esconderse en algún rincón oscuro de su mente. Ahora sólo importaba el momento.
Johan le fue despojando de sus ropas lentamente pero sin pausa. Podía oír su respiración acelerada. Estaba tan excitado como ella. Entonces quedó desnuda por completo y él la instó a abrir los ojos por fin. de conocer. Era una completa locura. Sin embargo, obligó a los pensamientos a esconderse en algún rincón oscuro de su mente. Ahora sólo importaba el momento.Lo hizo. Él la observaba a unos pocos centímetros. Sus ojos grandes y del mismo color celeste que las alas que había visto en la fotografía. Brillaban intensamente, tanto, que rivalizaban con la luz de la luna. Su pelo oscuro estaba revuelto por la suave brisa.

―Quiero que me veas tal y como soy.

Y, sin más, su cuerpo comenzó a parpadear, desapareciendo y apareciendo hasta que una luz celeste brotó desde su posición al igual que una fuente de agua a presión. Susana intentó encontrar a Johan dentro de aquello pero sólo pudo seguir el rastro de la luz hasta el cielo oscuro, en donde se materializo la forma de un dragón.

Allí estaba… Era él en su verdadera forma.

 

Es el ser más maravilloso que he visto en mi vida.

 

La voz de Johan retumbó en lo alto:

―Únete a mí, amor.

En ese momento, Susana deseó con todas sus fuerzas hacer lo que él le pedía. Unirse a él… para siempre. Pero no podía transformarse en dragón. Era una simple humana. Su mirada entristeció todavía observando a la enorme criatura de alas celeste.

―No puedo…

―Sí puedes. Está en tu naturaleza.

―Soy humana, Johan.

―Eres mitad humana, tu otra mitad clama por salir a la luz.

El miedo tomó control absoluto de su mente. No… ella no podía convertirse en un ser alado, ¿de qué manera podría hacerlo? Todo aquello era una locura… Pero no podía negar que él no le había mentido: ahí estaba, convertido en dragón, en una criatura tan bella como fantástica. Las piernas amenazaron con derrumbarse.

―No sé cómo hacerlo ―bajó la cabeza y se dejó caer en la fina arena con un gemido de frustración.
Johan abandonó la forma de dragón. La luz celeste se apagó y sus brazos fuertes la envolvieron en un cálido abrazo. Acurrucados en la arena yacieron durante horas sin hablar. No hubo un silencio incómodo, al contrario, la paz era total.


(…continuará)

 

Autora: Lydia Alfaro

Etiquetas:

Sobre pandoramgzn