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Director: Roberto Andò
Guión: Roberto Andò, Angelo Pasquini
Reparto: Toni Servillo, Valerio Mastandrea, Valeria Bruni Tedeschi, Michela Cescon, Anna Bonaiuto, Eric Nguyen, Judith Davis, Andrea Renzi
Duración: 94 minutos
Año: 2013
País: Italia
Música: Marco Betta
Fotografía: Maurizio Calvesi
Género: Comedia dramática
Productora: BiBi Film / Rai Cinema / MiBAC
Distribuidora: Caramel Films España
Giovanni Emani, un alocado y divertido filósofo bipolar, se verá obligado a sustituir a su hermano gemelo Enrico, secretario general de un importante partido político italiano, cuando éste decide desaparecer de la faz de la tierra. El asistente de Enrico tendrá que lidiar con la espontaneidad de Giovanni mientras su hermano gemelo sigue sin aparecer. Una locura que se tornará acierto cuando el partido vuelva a situarse en la cresta de la ola.
Siempre he pensado que el mejor género cinematográfico para hacer crítica, reflexionar y crear debate es, sin duda, la comedia. Así lo demuestra el director italiano Roberto Andò (“El Manuscrito del príncipe”, 2000) en esta película con contenido político. Y sí, la crítica hacia la política y la crisis actual en la que vivimos está ahí pero, de nuevo, como excusa. Quien vaya a ver una película esperando que la crítica y las reflexiones sean mordaces y directas a la yugular estarán equivocándose. Roberto Andò utiliza la política para hablar de otra cosa infinitamente más importante: la soledad. Y ahí entran el saber quiénes somos y el ser capaces de tomar decisiones. Y qué mejor manera de hacerlo que a través de dos gemelos, en principio, totalmente opuestos en cuanto a personalidad se refiere.
El director nos regala momentos de elocuencia discursiva con otros de mucha reflexión acerca de los amores pasados. Se mueve como pez en el agua en un entramado de sentimientos que van de un extremo al otro, de la comedia al drama aunque, no podría ser de otra manera, acabe imponiéndose la primera.
Toni Servillo (“La gran belleza”, Paolo Sorrentino, 2013) interpreta de forma excelente a los dos gemelos que, tras 25 años y casi por azar, vuelven hacer de las suyas intercambiando sus papeles. De una secuencia a otra pasamos del melancólico, tímido y reservado al iluminado, chiflado y divertido. Toni Servillo no tiene que demostrar lo grande que es como actor porque ya lo ha hecho en muchísimas ocasiones pero nosotros celebramos junto al cine italiano que siga regalándonos estos personajes que, con el paso del tiempo, se irán convirtiendo en inolvidables. Y, por supuesto, mención especial a Valerio Mastandrea (“La prima cosa bella”, Paolo Virzì, 2010), secundario de lujo con arco de transformación muy a la medida de su pequeña historia.
Al final la obra acaba siendo algo blanca precisamente porque, como ya he dicho, esa crítica hacia nuestros mandatarios no es tan mordaz como pudiera parecer en un principio pero acabas saliendo del cine con una sonrisa de oreja a oreja.
Crítica: Antonio Garrido
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