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El Hobbit: un viaje inesperado (2012)
Tras el arrollador éxito del trípitico “El Señor de los Anillos” dirigido por Peter Jackson que ganó 4 Oscars de 13 nominaciones en “La Comunidad del Anillo”, 2 de 6 Oscars en “Las Dos Torres” y el pleno al ganar en las 11 categorías en la que estaba nominada de “El Retorno del Rey”, entre ellas mejor película y director, lo que hace un total de 17 oscars de 30 nominaciones y si nos referimos a sus números, con 297 millones de coste total de la saga, recaudó, atentos, ¡2828 millones de dólares!, ahí es nada.
Era cuestión de tiempo que se materializara la adaptación de “El Hobbit”, el episodio anterior de la magna obra de Tolkien, a la vista de las impresionantes cifras vistas antes. No voy a entrar en muchos detalles de los innumerables problemas que pasó la producción, dada la quiebra por la que pasaba el estudio propietario de los derechos, Metro Goldwing Mayer, y la renuncia del director inicialmente asignado, el mexicano Guillermo del Toro, porque Jackson renunció en un principio dado que el esfuerzo por llevar adelante las tres películas anteriores le dejaron en un estado de ansiedad tal que tuvo que ser hospitalizado. En fin, que el proceso de sacarlo adelante todo daría para otra trilogía de películas.
Seamos sinceros. Las expectativas eran altísimas. Sólo hay que ver las cifras que he puesto un poco más arriba para darse cuenta que quien tomara el relevo lo tenía complicado. Al final Peter Jackson se lo pensó de nuevo, sobre todo cuando sus dos largometrajes posteriores al Oscar a mejor director funcionaron respectivamente regular —«King Kong” (2005)– y fatal —«The lovely bones” (2009)–. Es por eso que, necesitado de un nuevo impulso a su carrera, volvió a la Tierra Media.
El caso es que finalmente salió adelante una nueva trilogía en la que, a diferencia de la anterior en la que los tochachos de Tolkien se redujeron, se amplió de las dos películas proyectadas originalmente hasta tres metiendo no poca paja y tirando del recurso estrella de los últimos años, el 3D. Sobre eso incidiré un poco más tarde, porque tiene miga el tema.
¿De qué va “El Hobbit: Un Viaje Inesperado”? Pues como su propio título indica, va sobre uno de los habitantes de Hobbiton, de hecho el segundo que más ha dado que hablar a todo el mundo: Bilbo Bolsón. Bilbo es un Hobbit que vive tranquilamente en su hogar, cuando un día el mago Gandalf le escoge para acompañar a los enanos a regresar a la tierra que fue un día suya. En el camino Bilbbo pasará de ser un Hobbit atildado a ir encontrando progresivamente su valor, sobre todo tras el encuentro con el ser Golum.
Es evidente que el tono de la película no debía distar mucho del de las tres anteriores, es por eso que el neozelandés hace un prólogo situando la acción justo en el comienzo de “El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo” presentando a Frodo y a Bilbo Bolsón, aunque claramente se nota que son 12 años mayores que en la cinta antes mencionada. Este recurso más que homenaje queda, de tan rebuscado, como concesión al miedo a que la gente olvide cuál es el precedente. Esta es una de los múltiples rellenos que comentaba antes. Y es que “El Hobbit” es un cuento para niños que, aun precediendo a “El Señor de los Anillos”, poco tiene que ver en cuanto tono y longitud del relato con esta última saga. Aunque posteriormente JRR Tolkien crearía un relato corto –‘La búsqueda de Erebor’– en el que se amplían las motivaciones tanto de Gandalf para necesitar de Bilbo como de la motivación del propio Bilbo para emprender esta aventura, seguimos hablando del ‘El Hobbit’ como una fantasía para niños.
Por todo esto Jackson decide dar un peso dramático a todo lo que sucede en el film. ¿Y qué consigue? Pues que estas escenas de diálogo tan denso restan dinamismo a la película. Si no le hubiera dado tantas vueltas a la secuencia de la cena en la casa de Bilbo o a la de el acoso en los árboles cuando se enfrentan a los villanos, la película hubiera durado casi 40 minutos menos, porque la verdad es que se le va de las manos, eso sin hablar del añadido del mago con “la cagada en la cara” y que toma demasiadas setas… Desde luego ese es el punto más flojo del film y no sé si concesión de algún tipo al público infantil. Sin embargo este punto es dudoso porque el director de “Agárrame esos fantasmas” tira sin pudor por el tenebrismo, en algunas ocasiones cercano al terror. No puede evitarlo.
Todo esto es lo negativo, pero hay muchas cosas positivas, aunque hay una que he mencionado de pasada antes que está en el punto intermedio. Estoy hablando del 3D. Este es sin duda el mejor 3D de la historia por ahora. Se ha rodado con auténticas cámaras anaglíficas y no se trata de conversiones tan espantosas como las de “Furia de Titanes” o “Thor”. Aquí tenemos la misma tecnología que usó –y dejó deslumbrada a media humanidad– James Cameron en “Avatar”. La diferencia es que Jackson ha ido un paso más allá y ha rodado la película al doble de velocidad de lo que se hace habitualmente. Si la convención impuesta desde los orígenes del cine es de 24 fotogramas por segundo, aquí el director ha usado el doble de fotogramas por segundo. ¿Por qué? Porque la imagen es más luminosa y el ojo acepta mejor que sea tridimensional. Lo negativo, la imagen queda con demasiado aspecto de video si no se le retoca para hacerlo más cinematográfico, y sobre todo, los movimientos de cámara son mucho más rápidos. Esto hace que en algún momento se rompa la magia de unos planos perfectamente encuadrados. También esto hace que más espectadores se mareen viendo la película.
Pasemos a los actores. Destacan con luz propia tanto Bilbo como Gandalf. Martin Freeman e Ian McKellen están prodigiosos y con total naturalidad afrontan sus personajes. Freeman nos hace olvidar por completo la excelente labor de Ian Holm como Bilbo y McKellen ya viene sobrado y llena de matices su composición. Da gusto verles. Del resto de actores, los secundarios Christopher Lee o Cate Blanchett siguen siendo excelentes, aunque poco lucimiento tienen. Sobre las nuevas incorporaciones sólo Thorin Escudo de Roble “Richard Armitage” tiene un papel destacado, pero su envaramiento impide ver más allá.
Hablemos de dinero. Si cada una de las películas de la trilogía primigenia costó aproximadamente 94 millones de dólares, hay que ver que han pasado ya 12 años, que el caché de Jackson y equipo es más caro y que la tecnología 3D no es precisamente barata, por lo que hemos pasado a la friolera de 250 millones de dólares por episodio. Eso sí, aunque en EEUU fue recibido tibiamente, con “sólo” 303 millones de dólares, los 711 millones de la verde moneda facturados en el resto del mundo hicieron que los números estuvieran de parte de Jackson.
Hora de poner nota. Un 7. No está a la altura de la trilogía anterior, pero creo que Jackson se lo ha tomado con calma y está reconvirtiendo el primer libro de Tolkien en una epopeya épica como la que abordó a principios de la década anterior. Salvo las tonterías que menciono antes y un poco de paja de más, seguimos viendo una Tierra Media creible y disfrutable.
En cuanto a si mis impresiones van bien encaminadas… A partir de mañana lo sabremos, porque llega a cines la esperada “El Hobbit: la desolación de Smaug” y en la entrega de ‘Sagas y Trilogías’ de la semana que viene expondré mi crítica.
Título Original: The Hobbit: An Unexpected Journey
Reparto: Ian McKellen, Martin Freeman, Richard Armitage, Ken Scott, Graham McTavish, William Kircher, James Nesbitt, Stephen Hunter, Dean O’Gorman, Aidan Turner, John Callen, Peter Hambleton, Jed Brophy, Mark Hadlow, Adam Brown, Elijah Wood, Hugo Weaving, Cate Blanchett, Christopher Lee, Andy Serkis, Sylvester McCoy
Director: Peter Jackson
Guión: Fran Walsh, Phillipa Boyens, Peter Jackson, Guillermo del Toro (Novela: J.R.R. Tolkien)
Productora: New Line Cinema, Metro Goldwyn Mayer (MGM), WingNut Films
Música: Howard Shore
Presupuesto: 250 millones de dólares
Taquilla: 1017 millones de dólares en todo el mundo
Redacción: Juan Pablo Pérez Padial
