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Título: Jack Ryan: Operación en la sombra (Jack Ryan: Shadow Recruit)
Director: Kenneth Branagh
Guión: Adam Cozad, David Koepp (Personajes: Tom Clancy)
Reparto: Chris Pine, Kevin Costner, Kenneth Branagh, Keira Knightley, Colm Feore, Gemma Chan, David Paymer, Nonso Anozie, Karen David, Lee Asquith-Coe
Duración: 105 minutos
Año: 2014
País: EE.UU.
Música: Patrick Doyle
Fotografía: Haris Zambarloukos
Género: Thriller
Productora: Paramount Pictures / Skydance Productions
Distribuidora: Paramount Pictures Spain
Tras salvar al mundo de la 3ª Guerra Mundial por la deserción de un submarino soviético, tras salvar a la Familia Real británica, tras enfrentarse al cártel colombiano y tras cagarla con una bomba atómica, vuelve el analista más activo de la CIA, pero esta vez su rostro no es ni el de Alec Baldwin, ni Harrison Ford, ni Ben Affleck, sino el del Capitán Kirk.
Jack Ryan (Chris Pine) es un joven estadounidense que estudia en Gran Bretaña cuando sucede el atentado de las torres gemelas. Tocado emocionalmente, se alista en los marines, pero un ataque le deja en el hospital con graves secuelas. Allí conoce a una enfermera, Cathy (Keira Knightley), de la que rápidamente se queda enganchado. También allí es reclutado por Thomas Harper (Kevin Costner) un agente de la CIA que ve el coraje y la inteligencia del joven. Diez años después Ryan está trabajando en Wall Street como agente encubierto, manteniendo una relación con Cathy, cuando descubre un complot tramado desde Rusia consistente en sumir al planeta en una crisis internacional por medio de la bolsa. La cabeza visible de este hecho es el magnate ruso Viktor Cherevin (Kenneth Brannagh). Para intentar evitarlo Ryan ha de ir a Rusia. Lo que no espera él es que Cathy, que no sabe nada de esto, se plante allí…
El productor Mace Neufeld encontró todo un filón cuando se hizo con los derechos de la saga de libros escrita por el recientemente fallecido Tom Clancy. En el 90 hizo todo un clásico basado en la primera aventura publicada del agente de la CIA Jack Ryan. La película es “La caza del octubre rojo”, en la que Ryan era interpretado por Alec Baldwin, y sería seguida por dos películas más en las que el héroe tenía la cara de Harrison Ford, “Juego de patriotas” y “Peligro inminente”. Tras el abandono de Ford quisieron reiniciar la saga en “Pánico nuclear” presentándonos a Ben Affleck como el nuevo Jack Ryan. Y aunque la película dio dinero, la aventura de Affleck gustó tan poco que han tenido que pasar más de 10 años para que Neufeld vuelva a intentarlo.
Para la nueva aventura de Ryan no se ha ido a las novelas originales, sino que han tomado elementos de estas y han reescrito su origen, conservando gran cantidad de elementos originales, eso sí. Se ha contratado a un actor en alza, Chris Pine, a una actriz con renombre, Keira Knightley y se le ha dado lustre con dos intérpretes de contrastada solvencia, como son Kevin Costner y Kenneth Brannagh. Estos dos han decidido cambiar el rumbo de sus carreras y están aceptando ser secundarios para dar caché y con buenos cheques antes que cabezas de cartel. De hecho me voy a centrar en Brannagh, pero como director, ya que es él quien se ha puesto tras las cámaras en esta ocasión.
Brannagh es un tío Shakespeariano, esto es, no sólo fanático del “inmortal bardo” (qué pedante suena eso siempre, ¿no?) sino que además su forma de rodar, aún a pesar de la Steadycam epiléptica de su “Frankenstein” (1994), siempre ha sido muy teatral, no siendo capaz de romper esa sensación de que estamos viendo algo en un escenario. De hecho en “Hamlet de Kenneth Brannagh” (1996), su obra más cuidada a nivel cinematográfico, no puede evitar tener muchísimos trucos teatrales. Si es que hasta “Los amigos de Peter” (1993) comienza con una representación teatral.
Tras muchos años dedicado a Shakespeare en cuerpo y alma en los films “Enrique V” (1989), “Mucho ruido y pocas nueces” (1993), “En lo más crudo del crudo invierno” (1995) –en el que una compañía se dedica a ensayar “Hamlet”–, “Hamlet” (1996), “Trabajos de amor perdidos” (2000) y “Como gustéis” (2006), a los que hay que añadir “Otelo” (1995), en la que sólo era intérprete, Brannagh se dio cuenta que su carrera cada vez iba más y más en declive y como el Lawrence Olivier que interpretó en “Mi semana con Marilyn”, quiere no sólo ser un magnífico actor, sino también una estrella. Es por esto que como director haya aceptado cuatro proyectos totalmente alejados a lo que había hecho. Estos proyectos son “La huella” (2007), “Thor” (2011), la actual Jack Ryan y la próxima “Cenicienta” de Disney. De las tres estrenadas es sin duda Jack Ryan la mejor.
En el remake de la muy notable película “La huella” (1973), Brannagh intentaba distanciarse de sí mismo y lo que había hecho hasta entonces, intentando entrar en la psicología del personaje más con la imagen que con la palabra inspirándose en una obra de teatro en que lo fundamental era el juego verbal. Evidentemente fue un error y no tuvo mucha suerte. Por su lado en “Thor” estaba totalmente embridado por la maquinaria de Marvel y su mano no se veía por ninguna parte. Todos esperábamos un cruce entre “El señor de los anillos” y “Hamlet”, donde lo épico se diera la mano con las intrigas de palacio y la fantasía, pero un guión demasiado cerrado y dependiente en estructura del primer “Iron Man”, mandó a tomar por saco esas aspiraciones. Eso sí, como Tim Burton, se pone cachondo ante unos decorados enormes y teatrales y eso se notó en la composición que hizo en Asgard.
Ahora le ofrecen Jack Ryan que es su primera película de acción como tal. “¿Qué camino seguir? –me imagino que se diría– ¿El clasicismo de antes o sigo intentando ser modernillo?”, porque en la época de Michael Bay hacer algo como pudo hacerlo un buen artesano de la acción “clásica” como Richard Donner es poco más que una locura.
El director, sin embargo, ha hecho los deberes y sabe cómo rodar la acción de forma moderna y a la vez clara, esto último algo que por ejemplo Michael Bay no sabe.
Todo está rodado con pulcritud y buen ritmo. Pero hay un “pero” y es que Brannagh por más que ruede competentemente no lo hace emocionalmente. Si algo destacaba de “La caza del Octubre rojo” es la sabiduría de su director a la hora de rodar la acción. John McTiernan, su director, hizo grandes clásicos “Depredador” (1987), “Jungla de cristal” (1988), y su segunda secuela “La jungla 3: La venganza” (1995) por poner ejemplos y en todas ellas vibras con emoción, aun a pesar de que todos sabemos cuál será el resultado. El director de “Enrique V” no tiene ese talento. Ni tan siquiera llega a la acción rutinaria con puntos como hacía Phillip Noyce. No es una queja real puesto que, como digo, todo está rodado a la perfección, pero no llegamos a emocionarnos.
Por otro lado nos vamos al guión y vemos que está todo perfectamente calculado, donde tenemos un 30% del Jack Ryan de las novelas originales, un 30% del reboot de la saga 007 “Casino Royale” (2005), un 30% de la ya mencionada “La jungla 3: La venganza”, y un 10% de la saga “Missión: Impossible”. De la saga escrita por Clancy están todos los personajes principales y el origen, así como su gran y rápida capacidad de análisis. De Bond tenemos su entrada en los servicios secretos y la lucha en el baño, esta sí rodada con brío. Además tenemos a un villano muy parecido a LeChiffre, el banquero que en el film de 2005 interpretó Mads Mikkelsen y en la del 67 Orson Welles quien, sobra decirlo, era también fan de Shakespeare. De la película protagonizada por Bruce Willis y Samuel L. Jackson tenemos toda la parte del atentado contra Wall Street y su intento de desestabilizar el sistema financiero, con la lucha por los túneles anegados de Nueva York incluidos. Finalmente de “Missión: Impossible” tiene el típico momento de infiltrarse en el sistema informático inexpugnable.
Hay que decir que todo encaja bien. A pesar de que se ven las costuras y mucho los referentes, no tenemos la sensación de que nos encontremos ante piezas aisladas e inconexas ante sí, sino que estamos ante un todo bien ensamblado.
Dos cosilla curiosas que quiero decir: Y es que cuando se estrenó el Febrero pasado “La jungla 5: un buen día para morir” (2013), los responsables de la película se tuvieron que cagar patas abajo puesto que también tiene una persecución por las calles de Moscú. Afortunadamente no se decidió cambiar nada, ya que la de la presente película está mucho mejor rodada. Otra cosa, y es que si hace unos meses llegaron varias películas sobre caníbales, indicando la creciente falta de límites en esta sociedad, ahora llegan a la vez “El lobo de Wall Street” y este Jack Ryan que nos muestran el posible origen de la increíble crisis económica actual. Es por esto que ambas películas se están convirtiendo en reflejo y referente de una época sin siquiera saber que lo son.
Cambiamos de tercio. Hablemos de los actores. Quien me ha sorprendido es Kevin Costner. Como dije arriba, ha aprendido a ser el secundario de lujo, como en “El hombre de acero” (2013) y esto se ve que le ha dado otra visión de la vida porque, por muy buena que fuera la película que hiciera Costner en el pasado, siempre le veía con un cierto gesto de pánfilo intentando ser interesante. Ahora no. Ya van un par de pelis en los que parece que se ha relajado y ha empezado a ser actor, no estrella. Va a su bola y resulta que hasta es buen actor. Está soberanamente bien en la película. Brannagh no decepciona como intérprete. Es correcto, siempre sabe darle un matiz a pesar de que el villano sobre el papel no está bien desarrollado. Sobre los cabeza de cartel, no están mal, pero no son precisamente los papeles por los que pasarán a la historia. Knightley sigue poniendo la misma cara de siempre en plan “mira-qué-adorable-soy” sin aportar nada y por otro Chris Pine no se siente tan a gusto aquí como en la franquicia “Star Trek”, ya que aquí todo el peso del film recae sobre sus hombros y se pasa toda la película con cara de estreñimiento. Quizá, quien sabe, en unos años tenga la soltura necesaria, pero ahora mismo le faltan unos cuantos cola-caos.
Valoremos la película. Tenemos un film interesante, con una buena labor de guión en la que el punto más débil, que es la descripción del villano, está bien cubierta por la muy buena labor de su director en el rol. En cuanto a la dirección es eficaz, a lo que ayuda la buena banda sonora del compositor de cabecera del director, Patrick Doyle, una edición eficaz y un diseño de producción espectacular que reproduce enteramente Moscú en unos estudios ingleses, pero no consigue terminar de engancharnos, como tampoco lo hace Chris Pine. 6,5 es la nota que el reboot de las aventuras de Ryan logra. Si tenemos que situarla en cuanto a valoración de la saga estaría la tercera, tras “La caza del Octubre rojo” y “Peligro inminente”.
Crítica: Juan Pablo Pérez Padial
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