¡Queremos leerte! Esta semana… terrores mundanos: «Yo, Virus» por Patricia O.

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Este viernes os traemos un nuevo relato, seguimos con terror y esta vez, no hablaremos de monstruos ni seres de ultratumba… Hoy, Patricia O. (Patricia K. Olivera, Montevideo-Uruguay), administradora y autora de dos blogs: Mis Musas Locas y Musas Cuenteras, donde publica sus textos habitualmente, nos trae un terror muy mundano. Porque hay muchas cosas en el mundo real y en nuestro entorno que nos pueden despertar  los peores miedos. Males que asolan nuestras sociedades…

Pero primero os hablaré un poco de esta autora que compagina su vida familiar, (nos cuenta que está casada, tiene dos hijos y un gato) con su pasión por la literatura de género: fantasía, terror, erotismo, romance paranormal o ciencia ficción.  Ha colaborado en distintas revistas digitales de diferentes partes del mundo y, actualmente, escribe para Revista Digital Minatura de lo Breve y lo Fantástico, Revista Literaria Palabras y el Descenso, entre otras.

Además, ha participado en varias antologías como: «Aquella otra navidad» e «Historias de portería» (Esfera Cultural), «Pasión de navidad» (Club de las escritoras), «Me desordenas, amor» (VVAA, relatos eróticos, finalista en el concurso Karma Sensual 8), la muy reciente «150 Rosas» de Editorial Divalentis, finalista del certamen de relato romántico de dicha editorial y más publicaciones en antologías poéticas.

Y ahora sí que os dejo con el relato que Patricia O. nos trae. Recordad: vuestros peores miedos pueden estar frente a vuestros ojos sin que os deis cuenta…

YO, VIRUS

No recuerdo el día en que me crearon en aquel rudimentario laboratorio, por qué lo hicieron; aunque se diga por ahí que llegué un día cualquiera desde la India a principios del siglo XIX. Eso es lo que siempre le han hecho creer a la gente. ¿Dónde se ha visto que la naturaleza vaya en contra de quienes viven en ella, si no hay amenaza?

Como les decía, sólo sé que desde entonces me mantenían latente con distintos antídotos que me dejaban entre la vigilia y el sueño. Cuando pensaba que podía salir a recorrer el lugar, nuevamente caía en un sueño profundo donde lo único que experimentaba era frío. Recuerdo que la mayor parte del tiempo me dejaban tras un vidrio, junto a otros preparados.

A veces, dentro de mi inconsciencia, podía distinguir algunas figuras de animales y muchas veces de humanos que luego terminaban por encerrar en un envase de plástico, enviándolos en contenedores marcados por extraños símbolos a otros sitios de aislamiento y cuarentena.

Sin embargo estas visiones duraban poco, pues volvía a sumirme en ese sueño embotante; como si estuviera suspendido en un espacio vacío esperando algo. Con frecuencia era sacado de forma apresurada de ese sitio apartado en donde me mantenían bajo raya, sintiéndome aturdido al principio pero recuperando luego la agilidad y la velocidad para correr libre por algún torrente sanguíneo. Cuando eso sucedía era feliz, resurgía con nuevos bríos bañándome en ésa sangre llena de salud y color.

Estas incursiones podían provocar diversas reacciones en quienes me albergaban o en mí; en el peor de los casos me provocaba la muerte súbita, pasaba repentinamente de ese estado de absoluta felicidad a un malestar provocado por centenares de  glóbulos blancos que acababan por aniquilarme. En otras ocasiones, encontrándome ya varios días en este estado de completa algarabía me veía invadido por una cepa contraria a mí que terminaba por ganarme la batalla. Sin embargo, a la larga encontraba algún huésped donde quedarme por mucho más tiempo mientras este dejaba rastros de mí por ahí, alargándome la vida; aunque luego terminara muriendo y yo me viera obligado a trasladarme a otro envase que me contuviera, corriendo el riesgo que pasara lo peor que ya les conté y se me terminara ahí el paseo.

Al final, me las ingenié para tomar el control, hoy día puedo decir que soy libre. Al principio me dejaron salir al mundo con limitaciones, cuando les daba la gana repartían esas cepas milagrosas entre las gentes y me aniquilaban; hasta que llegó un momento en que muté y ya no pudieron controlarme, me escurrí de entre sus manos como el agua, es decir: me escurrí de entre sus manos hacía el agua, jejeje.

Hoy día hace tiempo que vengo escondiéndome como un prófugo, aquí y allá, pero no logran dar conmigo en un lugar específico. A veces les dejo algún rastro para que me recuerden, me divierte ver a la gente haciendo esas muecas feas cuando están a punto de sucumbir ante mi encanto. Es una sensación de poder que me recorre cuando los veo huir de aquí para allá, anunciando a grandes voces que los estoy visitando. En lugar de recibirme como realmente me lo merezco, después de todos los esfuerzos que hice para estar aquí; después de demostrar que soy independiente de los cerebros que me crearon con alevosía; después de demostrarles que soy más fuerte que cualquiera de sus cepas; lo único que hacen es poner barreras de contención ante mi paso, como si eso fuera suficiente para detenerme. Parece mentira que con lo inteligente que fueron en verdad para crearme, no lo fueron lo suficiente como para destruirme ni para aceptar que soy el amo del mundo y el poder lo tengo yo.

No en vano llevo el nombre y el apellido que tengo: YO, VIRUS, apelativo cariñoso: CÓLERA, encantado…de infestarlo.

 

Si queréis visitar el blog de la autora, pinchad AQUÍ

 

Autora del relato: Patricia O.

Redacción: Lydia Alfaro

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