«Cinco tumbas sin lápida» de Tony Jiménez: Bienvenidos a Shelter Mountain.

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Shelter Mountain.

Suena bien, ¿verdad? Un nombre que designa a un pueblo, el típico pueblo norteamericano donde los chismes son el plato de cada día, donde los secretos sólo lo son a voces, donde uno no está a salvo si ofende a sus lugareños.
Shelter Mountain podría ser perfectamente el título de este libro (y mira que soy mala para los títulos), ya que, a medida que te adentras en sus páginas y avanzas en su lectura, te das cuenta de que el autor ha dotado de tal carisma a esta entidad que podría dar título a la historia. Porque, al margen del protagonista George Campbell, del sheriff y del resto de personajes, Shelter Mountain tiene vida propia y en sus bosques esconde oscuros secretos que bien podrían salir a la luz de modos imaginativamente sangrientos.

Pero el título elegido por el autor es “Cinco tumbas sin lápida”, uno muy acertado al margen de mis divagaciones, muy llamativo cuando coges el libro por primera vez y muy sugerente. Una vez estás leyendo, ya te das cuenta, poco a poco, del porqué de ese título y la respuesta me lleva a un concepto que le encanta al autor: la venganza.

Cinco tumbas sin lápida, está dividido en tres partes de las que la primera se distingue bastante. El autor ya anunció durante la promoción del libro que es un sentido homenaje a dos de sus ídolos: Stephen King y el director de cine Sam Reimi (autor de la emblemática y gore saga Evil Dead).

Pues bien, se nota la diferencia de ritmo entre la primera parte, más estilo King, de ritmo pausado, adentrándonos con las pistas justas en la historia de nuestro personaje protagonista, George Campbell, un exitoso escritor de terror que sufre la pérdida de su mujer  y, tras haberse refugiado en la ciudad unos meses, vuelve a Shelter Mountain empujado por su editor, para volver a escribir y recuperarse de la tragedia.
Conocemos a algunos personajes vecinos del pueblo, unos afines a George (su mejor amigo Robert, su suegra Mary, Patricia, una joven enamorada de él) y otros que le harán ver sin tapujos que no es bienvenido en el pueblo: el cura, Carl y el sheriff Tolliver.
Este último tiene una cruzada muy personal en contra de George y no descansará hasta verlo entre rejas… Pero las razones que tiene el sheriff para querer verlo preso solo podréis descubrirlas si leéis el libro.

Una figura que es omnipresente a lo largo de la historia es la de Christine Simmons, la fallecida esposa de George y que sirve para implantarnos en el cerebro la duda central acerca de si George es realmente una persona cuerda o no. Esto es porque el autor la utiliza como una figura espectral que se aparece al protagonista en distintos momentos, interactuando con él… El propio Campbell duda de si es un simple recuerdo fruto de su melancolía, un fantasma real o un delirio.

Y entonces llega la segunda parte del libro. Cuando le damos verdadero sentido al título y la sangre y las vísceras comienzan a correr por las calles de Shelter Mountain.
La sombra de Stephen King da paso al cine de terror más gore de Sam Reimi.
El ritmo cambia notablemente y se intensifica todo: asesinatos, muertos que no deberían vivir, amistad, odio, amor, respuestas a todas las incógnitas, buenos intentos de confundirnos por parte del autor (muy buena, Tony, casi me la das) y una acción trepidante hasta la última página del libro.
En esta parte y en la tercera disfrutaremos de elementos típicos de este género: hachas, mordiscos mortales y, mi favorita: la motosierra empuñada por un tipo con ojos nublados por la locura y restos de sangre y vísceras pegándose en su rostro.
¿La identidad de ese tipo? No os la diré, tendréis que viajar a Shelter Mountain y descubrirlo vosotros mismos.
Una historia con sabor americano en su totalidad pero escrita por una pluma española con mucho talento. Un homenaje que, a mi parecer, le ha quedado muy digno y de notable. Muy cinematográfico, con cantidad de guiños y detalles con los que quienes conocen a King y el cine de Reimi se darán de bruces y esbozarán una sonrisa.

No quiero dejar de señalar que, pese a los homenajes a dichas figuras del cine y la literatura, Tony Jiménez ha desarrollado, desde hace tiempo (ya se vislumbraba en sus anteriores trabajos), un estilo propio con un lenguaje muy cuidado, una más que notable calidad narrativa y un muy buen hacer en general ideando sus tenebrosas historias.
Se nota la experiencia alimentada con el talento natural y, por eso, Cinco tumbas sin lápida es un libro con el que vas a disfrutar. No es excesivamente terrorífico (hoy en día pocas cosas nos producen ya terror, al menos, a mí) pero sí que te provocará verdaderos escalofríos en algunos pasajes, te acelerará el corazón en otros, te lo encogerá en unos pocos y, sobre todo, te hará recrear escenas escalofriantes en tu mente, por su marcado estilo cinematográfico. No obstante, si eres fácilmente impresionable, posiblemente sí te aterre, pero eso ya decides tú si te hace disfrutar o no (a mí sí).
Vamos, que como ya me gusta definir a algunas de las novelas de terror que me han gustado: es siniestramente divertida.

No quiero dejar de resaltar tampoco, la gran labor realizada para la edición de esta novela en cuanto a portada, maquetación y fuentes de los títulos: elementos que se unen estéticamente con elecciones muy acertadas y atractivas para el lector. Lo que me lleva a dar mi enhorabuena a la editorial Tyrannosaurus Books, al autor de la portada Marc Gras y, como no, al autor del interior, vamos, el alma, la novela: Tony Jiménez. Quien puede estar orgulloso del trabajo que han realizado para ilustrar su obra y de su propio curro para que a día de hoy, quienes le leemos, nos quedemos con un nombre que ya está en el mapa imaginario de la buena literatura de ficción:

Shelter Mountain.

El autor firmando ejemplares durante la presentación del libro hace unos meses en Málaga.

 

Vienen a por tí, Bárbara.

La noche de los muertos vivientes. (Cita extraída del libro).

Página web de la editorial Tyrannosaurus Books
Página oficial de la novela en Facebook

 

Redacción: Lydia Alfaro.

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