Keigo Sakamoto: el último habitante de Fukushima

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Ya han pasado tres años desde que sucedió la tragedia del terremoto y el tsunami que arrasó la costa noreste de Japón, dejando a su paso miles de muertos y desaparecidos.

Debido a las dimensiones que alcanzó la tragedia (hay que recordar que también se sumó la amenaza de un posible desastre nuclear), la solidaridad y la cooperación de las personas despertaron para ayudar a las víctimas en las operaciones de búsqueda y rescate, las evacuaciones y la distribución de alimentos y agua.

Pero, ¿y qué hay de los animales?

Sólo un hombre, Keigo Sakomoto, pensó en ellos. Su historia es digna de mencionarla.

Este héroe de los animales decidió sacrificar su vida y su salud para quedarse en Fukushima y cuidar de todos los animales que fueron abandonados a causa de la alta radioactividad de la central nuclear. Cuando el Gobierno bloqueó todos los accesos a la ciudad por el peligro, Sakamoto quedó aislado del mundo logrando sobrevivir como podía. Y de este modo se convirtió en el último habitante de Fukushima, teniendo a su cargo a más de 500 animales entre perros, conejos y aves.

Para abastecerse de alimentos tanto para él como para sus queridos animales, Sakamoto coge el coche todos lunes y todos los viernes para acercarse a la ciudad de Iwaki. Sakamoto necesita cada mes una tonelada de alimento. Por suerte el Gobierno le apoya económicamente para su abastecimiento.

A causa de la tragedia de hace tres años muchos animales habrían muerto de no haber sido por la solidaridad y compromiso de este hombre, que sin pensárselo dos veces decidió sacrificarse para cuidar de ellos.

 

“Yo soy la única persona que vive aquí, el único que queda por la noche en el interior de este área. Si me hubiera ido, ningún animal habría sobrevivido”.

 

 

El 11-M es un día maldito. Hace diez años tuvo lugar en la estación de Atocha de Madrid un terrible atentado terrorista, y hace tres años un terremoto y un tsunami desencadenaron una gran tragedia en Japón. Muertes, muertes y más muertes…

Las heridas aún siguen abiertas y nuestros corazones siguen recordando a las víctimas.

 

 

Redacción: Mariona Rivas Vives

 

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