Semana Santa, tiempo de meditación y de plegarias

Llevamos pidiendo agua desde el otoño y por fin, después de tanto ruego llega en Semana Santa; pero tampoco estamos conformes. Va a llover cuando menos queremos, y las procesiones […]
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Llevamos pidiendo agua desde el otoño y por fin, después de tanto ruego llega en Semana Santa; pero tampoco estamos conformes. Va a llover cuando menos queremos, y las procesiones que?.  Pues yo creo que bendita el agua que nos cae, aunque se arruinen todas las procesiones del país. Sin procesiones podemos pasar, pero sin agua No. Se supone que este pueblo tan católico ha conseguido que llueva, y no nos vamos a molestar; ha ocurrido el «milagro».

Milagros van a tener que ocurrir para salir de la crisis, milagros van a tener que ocurrir para que las distintas formaciones políticas se unan para trabajar juntos en una misma dirección, pero es que después del ejemplo dado por la oposición en la anterior legislatura quién tiene el cuerpo para ayudarles a quedar bién cuando ellos solo querían gobernar. Como niños de párvulos repetían una y otra vez:  «Yo quiero ser presidente, quítate tú que ahora me toca a mi».

Ahora ya son «presidente» y con mayoría para hacer lo que quieran(que lo estan haciendo); pero ya las cosas no las ven como antes y piden desesperádamente apoyo para sacar el país adelante. No quieren verse solos ante posibles fracasos, que los tendrán y no porque los busquen. Siempre habrá algún aznar que nos vaya poniendo pingando ante los mercados que tratan de ahogarnos como sea.

Soluciones «veladas» nos daban antes de ganar las elecciones. Hasta ahora ninguna de ellas ha servido para nada. El trabajo que se prometía para jóvenes y no tanto, vendría con la sustitución de los mayores de 50 años que se mandarían todos al paro para recolocar a los jóvenes con ansias de prosperar y poder pagar una hipoteca. Dónde estan los empresarios que pedían una nueva regulación del mercado de trabajo, que se les ha dado, para CREAR puestos de trabajo?.

Si tan solo cada empresa del país contratase a un nuevo empleado, se bajaría el porcentaje del paro a niveles inferiores a los de cualquier país europeo. Esta medida no solo aliviaría a los demandantes de empleo; los mas beneficiados serían los propios empresarios que verían con satisfacción el aumento de sus números de facturación. Pero, ávidos de beneficios, quieren que los nuevos contratos los pague el Estado a través de subvenciones y otras prebendas. Ellos mismos estan cavando su propia tumba, aunque no parece importarles mucho, aún les quedan muchas reservas de los beneficios de los años de bonanza.

Alguien se ha rasgado las vestiduras escuchando, al sr. presidente del gobierno de Francia, en su afán de conseguir votos para mantenerse  en el poder, decir que España va mal y que es un mal ejemplo para el resto de Europa. Cualquiera puede opinar lo mismo  y no sin falta de razón. La solución esta en nuestras manos, pero no queremos verla porque nuestra avaricia en más poderosa y no permite que el que esta a nuestro lado pretenda ser igual o superior a nosotros. Lo he visto en todas las escalas sociales, entre los más pudientes y quizás más acentuada entre los menos. Parece mentira, pero es verdad. Los valores morales en esta sociedad están por el suelo.

Y quién puede convencernos de que aún estamos a tiempo? Las palabras que nos digan los actuales políticos suenan a mentiras y ya ni las oímos. Lo que nos digan los «religiosos» de tal o cual confesión no valen para nada. Ninguno es ejemplo a seguir.

Hay una verdad que nos afecta a todos por igual y que en esta semana está por todas partes: la muerte. Si pensaramos lo insignificantes que somos, no nos preocuparíamos tanto por el dinero y por tenerlo todo. Por ser los «más». Bastaría con que durante una temporada pensásemos en el que tenemos al lado y en cómo ayudarle, y la mayoría de los problemas que se nos vienen encima desaparecerían.

Nadie va a venir a solucionarnos nuestros problemas. Debemos pagar lo que debemos y pronto. No estaría mal que todos colaborásemos con lo que pudiéramos. No estoy diciendo que diéramos todo por nada, sino un préstamo al Estado, a un plazo de cinco años? y a un interés de cero por ciento. No perderíamos nada y sí ganaríamos la recuperación del valor de nuestro dinero. No nos queda otro remedio que pagar. El bienestar que hemos conseguido tiene un coste que alguien se quiere cobrar y lo va a hacer de un modo u otro.

En mi ayuntamiento, por ejemplo, con una población censada de unos 5000 habitantes, tenemos una deuda consolidada de 2.000.000 de euros. «Tocamos» a 400 euros por persona. De donde va a salir ese dinero?. Pués fácil, de impuestos, ya sea a través de directos del ayuntamiento o a través de las partidas que llegan de las distintas administraciones que antes han recaudado de nuestros bolsillos. Esperar a que otro ponga el dinero es una falacia. Lo que debemos, gracias a nuestros políticos, lo debemos todos. No quiero pensar lo que debemos por deudas del Estado, de las Autonomías y Diputaciones. Estaría bién que los gobernantes nos dijeran en cuanto nos han endeudado, siempre por nuestro bién y con nuestro beneplácito que para eso les votamos. Ahora bien, a la hora de reponer el dinero, tendrá que ser proporcional al beneficio sacado del endeudamiento.

Quienes más beneficio hayan tenido, más deberán poner para amortizar la deuda. Los que se hayan llevado el dinero a paraísos fiscales, ya es hora de recuperarlo. Estan pagando las deudas de esos «paraísos» y no las propias. Hay que ser … Este puede ser el momento menos propicio para traerlo porque si se lo llevaron era precisamente en previsión de una crisis, pero esta crisis traspasa fronteras y el riesgo que corren teniendo el dinero «lejos», es que no lo van a poder controlar. Ese será su problema; aunque luego querrán pedir ayuda al Estado para que les devuelvan sus ahorros.

 Pobres de nosotros que nunca estamos contentos con nada. No es extraño que todo nos vaya como nos va.

 

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