Los peligros de la cotidianeidad

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Caminando por la Gran Vía de Bilbao noté cierto alboroto, vocerío por megafonía y bocinas, pensé que se aproximaba una manifestación, tan prolíferas en estas últimas fechas. Al llegar a la altura del edificio de la Diputación Foral, comprobé que mis sospechas eran ciertas, un día más había una concentración en protesta por los recortes, y despidos que muchas empresas están sufriendo.

Caminé unos metros y vi un hombre con traje de faena, a mi paso, me preguntó: “¿Quieres papel?”. Giré la cabeza y comprobé cómo me ofrecía un paquete de cuatro rollos de papel de baño junto con un folleto. Me aproximé y me explicó que era un miembro de la protesta, y que de esa manera trataba de llamar la atención de la gente. Escuché lo que me dijo sobre la situación de su empresa, recogí el folleto y seguí mi camino.

Continué andando, preguntándome por qué un grupo de trabajadores debe repartir papel higiénico para que los viandantes se fijen en su causa y con el pretexto de conseguir algo gratis, decidan prestarle un poco de atención. Preguntándome por qué su simple precaria situación no era suficiente para alertar la conciencia ciudadana.

Al llegar a casa decidí indagar en la realidad de estos trabajadores, descubrí que llevaban seis horas andando, ya que habían iniciado un marcha a las seis de la mañana desde su fábrica, ubicada Zalla, una localidad cercana a Bilbao, hasta la ciudad, para protestar por la situación que estan sufriendo.

Descubrí que su planta “Virtisú” lleva dos meses sin suministro de luz ni de gas, y la directiva de la misma sigue sin dar señales de vida, con lo que el futuro de la empresa es más que incierto, según coreaba el comité de empresa en la concentración. A esto hay que sumar que sus trabajadores llevan sin cobrar desde el mes de octubre, pese a esto, el papel higiénico que repartieron esa mañana, fue costeado por todos ellos.

Parte de los trabajadores, mantienen un encierro indefinido desde el pasado 1 de febrero, llegando a afirmar que «no se van a rendir y que van a pelear por el futuro de las 105 familias que viven de este salario”.

Mi reflexión es la siguiente, ya lejos del ¿hasta cuándo vamos a tener que vivir situaciones como estas? o ¿cuándo se va a encontrar una solución? Lo que me gustaría transmitir es el hecho de la cotidianeidad que están tomando todas estas situaciones, se están haciendo tan habituales, que por cotidianas, dejan de llamarnos la atención, y de removernos la conciencia. Y tiene que ser un paquete de simple papel de baño el que nos incite a conocer la realidad de estas personas, el hecho de que sea “algo gratis” porque sin ese aliciente ese folleto sería un papel más que hubiese terminado en la basura. Un folleto de unos trabajadores que cualquier día, podemos ser uno de nosotros.

 

Redacción: Aitziber López Marín

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