Hoy todos debíamos estar contentos y agradecidos: HABEMUS PAPAM. Cardenal Bergoglio, el Papa Francisco (en honor a San Francisco de Asís) un jesuita de 76 años. Destacar de él su sencillez y que es latinoamericano, la Iglesia así abre fronteras, o se abre a la universalidad. Un purpurado que antes del cónclave vivía sólo en una habitación en la segunda planta de un anexo a la catedral de Buenos Aires. Que viajaba en metro, que sabe hacerse la comida, que se arregló la ropa de su antecesor cuando Juan Pablo II lo nombró cardenal en el 2001, en vez de comprársela nueva.
Su manera de asomarse al balcón, su disposición a sentirse bendecido y bendecir, su nombre, su vestidura, sencilla sin pectorales ni cadenas de oro, sin nada más. El estolón, signo de dignidad y autoridad sólo para la bendición, después fuera. También destaca el gesto sencillo de renunciar la coche oficial para volver ayer a la noche a Sta Marta donde durmió y usar, como el resto de los cardenales el autobús para hacer el recorrido.
Decía el Cardenal Dolan (arzobispo de New York y uno de los papables) que, dentro de la residencia, durante la cena, el Papa mostró su lado más simpático: «Brindamos por él y cuando él brindó por nosotros, dijo: «Que Dios les perdone». Y luego añadió: «Voy a dormir bien esta noche y algo me dice que ustedes también», en alusión a la intensidad de estos últimos días.
Pero también hay lagunas en su vida, apoyo a la dictadura argentina; moral homófoba, el papel de las mujeres en la iglesia…
No sé, siento que estamos ante un cambio, pero tengo cierto sabor agridulce en el paladar. Sin embargo, habrá que ver cómo se va bandeando aunque imagino cómo será el viraje: hacia la Iglesia de los pobres, ¡genial! ¡enhorabuena Santidad!
Pero otras cosas que van haciendo falta en la Iglesia, ¿será capaz de mostrar misericordia? Me vuelve a la mente el texto de Oseas «misericordia quiero y no sacrificios». Esperemos y confiemos.
Mons Casaldáliga obispo dimisionario de São Felix do Araguaia tiene una preciosa poesía que recordé ante el gesto impresionante que el papa Francisco realizó desde el balcón de la logia en San Pedro y que acompaña este escrito. Se inclinó a recibir la bendición como muchos nos inclinamos después para recibirla de él. Os dejo con este poema:
Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas.
Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.
La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.
Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.
El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa—ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.
Diles, dinos a todos,
que siguen en vigencia indeclinable
la gruta de Belén,
las Bienaventuranzas
y el Juicio del amor dado en comida.
¡No nos conturbes más!
Como lo amas,
ámanos,
simplemente,
de igual a igual, hermano.
Danos, con tus sonrisas, con tus lágrimas nuevas,
el pez de la Alegría,
el pan de la Palabra,
las rosas del rescoldo,
la claridad del horizonte libre,
el Mar de Galilea ecuménicamente abierto al Mundo.
Redacción: P. Irimego
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