Fabra da muerte a RTVV tras 12 horas de resistencia de los trabajadores

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Tras la sentencia aprobada por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia que anulaba el ERE que la Generalitat Valenciana había llevado a cabo el último año, se vivieron momentos de alegría entre los trabajadores de RTVV afectados por el mismo, pero la alegría sólo duró unas pocas horas, pues Alberto Fabra, presidente de la Generalitat Valenciana anunciaba que era insostenible tener que readmitir a todos los empleados despedidos y sentenciaba: Canal Nou iba a cerrar sus puertas para siempre.

La noticia fue recibida como un mazazo para la sociedad valenciana que veía como se les iba a privar de una televisión pública, una que había hecho durante 24 años, mucho por la normalización de la lengua valenciana, informaba de cosas tan vitales para los ciudadanos como el tiempo, el medio ambiente (programas muy importantes para nuestra agricultura) y con la cual han crecido varias generaciones viendo sus programas y dibujos favoritos en valenciano. En definitiva, una televisión pública es una herramienta esencial para la sociedad y para una comunidad en particular, otorga información que en los canales nacionales no se puede cubrir por falta de espacio.

A todos nos queda claro que necesitamos televisión. Ahora bien, los valencianos estamos de acuerdo en que hacía ya años que apenas veíamos esta televisión, Canal Nou, y la razón era sencilla: era sabido por todos que los servicios informativos eran una clara herramienta propagandística del Partido Popular, partido gobernante desde hace años en la comunidad. La manipulación era tan evidente y escandalosa que la audiencia había ido desapareciendo hacia otros canales en los que uno pudiese informarse «mejor» de la realidad. Además, se estaba invirtiendo cada vez menos en el medio y la parrilla televisiva era cada día menos atractiva. Han sido años de «enchufes» a gente que no había opositado para trabajar en la televisión pública y que eran afines al partido gobernante.

Pero todo dio un giro inesperado al conocerse el cierre de RTVV. Los empleados, al conocer la noticia a través de un programa de RTVE, decidieron tirar de la manta y lo hicieron abriendo esa noche el informativo con el anuncio del cierre y hablando sin ningún tipo de censura de todo lo acontecido en los últimos años: denuncias por abusos sexuales por parte de directivos de la cadena a empleadas, acoso, coacción, prohibición de palabras (osea, uso de eufemismos para hablar de tramas de corrupción), directrices acerca de grabar o no grabar a altos cargos del PP valenciano (Zaplana, Camps…) así como ángulos para grabar a Francisco Camps, al cual, cuando sonaba como posible candidato a ministro de Rajoy, se les prohibió llamarle «Francesc»  para castellanizar su imagen; no cobertura de desastres como el caso de Metro Valencia, miembros de partidos de la oposición vetados en la cadena, sin apenas presencia en la actualidad que nos vendían y total manipulación y desinformación en la trama del Caso Gurtel, en la cual, además de gran parte de la cúpula del PP valenciano, estaban imputados varios miembros de la directiva de Canal Nou.

Aquella noche y al día siguiente, mientras los trabajadores se habían hecho con la gestión del ente y tiraban de la manta, además de pedir en repetidas ocasiones perdón a la audiencia por haber permitido y participado de todo esto; la audiencia se incrementó de manera histórica: Canal Nou alcanzaba la mayor audiencia de su historia. Debates con miembros de todos los partidos políticos (algo inaudito, y es vergonzoso), con intelectuales y presidentes de asociaciones que antes habían estado vetados. Esa sí era la televisión plural que los valencianos queríamos.

 

Pero para muchos valencianos dolidos, todo esto ha llegado demasiado tarde y no perdonan que estos trabajadores, periodistas que no lo han sido estos años, hayan dicho ahora la verdad, ahora que les dejaban sin trabajo. Yo, personalmente, creo que es triste que se tenga que llegar a estos extremos para hacer lo correcto, pero también me gusta perdonar y en esta gente se vio durante estos días de auto-gestión, un deseo por reparar el daño, por comenzar de nuevo de cero y sobre todo, vi un profundo arrepentimiento.

Y al margen de todo esto, no podemos dejarnos llevar por el rencor y decir: es una tele manipulada y los trabajadores son culpables también. ¡Que les den! No. No podemos porque quienes salimos perdiendo somos nosotros, los ciudadanos. Ellos pierden un puesto de trabajo pero nosotros un medio de comunicación esencial para nuestra sociedad.

A lo largo de estos días, el presidente Fabra ha dicho entre otras cosas que no se puede sostener la televisión porque hay otras prioridades como no cerrar colegios ni hospitales. Desde aquí le digo al señor Fabra (hermano de ese tipo con gafas oscuras que debe de ser descendiente de Al Capone y le toca la lotería todos los años, recientemente condenado a 4 años de cárcel por corrupción) que no siga mintiendo ni utilice esa demagogia barata porque los que vivimos en Valencia sabemos perfectamente que han cerrado colegios, hospitales, que no se está pagando a residencias de ancianos públicas, que se han quitado ayudas de dependencia y una larga serie de desastres que nos asolan. Que mientras decía estas palabras que quedan tan bien para hacer quedar mal a los que defendemos la tele pública, la Generalitat Valenciana ingresaba millones en el Valencia C.F., convirtiéndose en su máxima inversora. ¿Dónde se ha visto que un equipo de fútbol se subvencione con dinero público y menos, cuando se supone que estamos hasta el cuello?

Pero hay más… mientras Fabra dice que cierra Canal Nou por insostenible, mete más millones en el aeropuerto fantasma de Castellón, ese que tiene una gran y «preciosa» escultura del mafioso de su hermano, el condenado Carlos Fabra. Vamos, esto es una cacicada en toda regla señores.

En Valencia se ha despilfarrado mucho: Fórmula Uno, Copa América, meteduras de hocico en el Caso Noos,  la cobertura de la visita del papa Benedicto XVI, una Ciudad de las Artes y las Ciencias que se está cayendo a trozos pero que quedaba genial para dar una imagen de gran ciudad, una Terra Mítica que ha sido un fracaso, un boom inmobiliario en el que han estado todos los políticos metidos en el ajo, desde alcaldes hasta presidentes… Cuñados de, primos de, hijos de, hermanos de… Y una Canal Nou hecho a su medida para engañar a una sociedad que viendo todo este escaparate maravilloso, creyendo que Valencia crecía e iba a mejor, les ha votado durante años. 

Ahora, con la crisis ha estallado todo; sus robos se han hecho más evidentes poco a poco y lo de Canal Nou era una crónica de una muerte anunciada. Y yo me pregunto, ¿será también la muerte del PP en Valencia?

Hoy he visto como la policía entraba en las instalaciones de RTVV en Burjassot, donde los trabajadores se habían atrincherado desde hacía 12 horas (con nocturnidad se había intentado echar el cierre pero «Telefunken», el técnico enviado, se ha negado en el último momento) y con alegatos como «Fabra dimisión», «ladrones», «no tenéis vergüenza» o «esto es un golpe de Estado», han entrado en la sala de máquinas y a las 12:19 horas, la pantalla de mi televisor ha quedado en negro.

Ha sido realmente, como ciudadana y valenciana, un momento desolador.

A todo esto, el Consell con Fabra a la cabeza estaba a muchos kilómetros,  en un pueblo de Alicante, donde casualmente se han trasladado estos días y donde les ha recibido una multitud cabreada. ¿Pensaban que lejos del punto caliente nadie les diría nada? Son unos cobardes y unos mentirosos. Los partidos de la oposición (EU, PSOE, Compromís…) se arriman a los trabajadores y ciudadanos y prometen que ellos nos darán televisión, nos la devolverán… Prometen, prometen y prometen.

Y yo ya me siento demasiado decepcionada con la clase política, una clase que como bien dijo hace poco Pérez-Reverte, son la nobleza de nuestros días, ni más ni menos. Cuando están en el gobierno, todos roban y engañan. Cuando están en la oposición, son los mejores amigos del pueblo y están de acuerdo en todo con nosotros. Y a mí me parecen todos hienas al acecho. Cuando un partido cae, ahí están para decirte que ellos te darán lo que el otro te ha quitado…

Y al final, siempre estamos en lo mismo. Un reseteado en la sociedad, en general, es lo que nos hace falta. Y yo hoy, mientras me quedo sin televisión en mi idioma de cuna, mientras veo que la anulación de la doctrina Parot está dejando en la calle a asesinos, violadores y etarras… Mientras veo como va adelante una Ley de Seguridad Ciudadana que es una mordaza más que nos ponen, un paso más en este camino de vuelta a la dictadura… Solo pienso que el mundo me da cada vez más miedo y no sé que futuro les espera a mis hijos en una sociedad así.

 

 

Redacción: Lydia Alfaro

Sobre Lydia Alfaro

Escritora, soñadora y eterna aprendiz. Puedes seguirme aquí: https://www.facebook.com/lydiaalfaroescritora