Con mis mejores deseos: Margaret Tacher que estás en los Cielos

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Tossa de Mar, 26-29 de abril

Hola a todo el mundo:

Supongo que se lee bien y tal. He tenido problemas inexplicables con el ordenador, que de manera también inexplicable, se han resuelto. Supongo que eso es motivo de esperanza para, por ejemplo, Rajoy. No podía dejar pasar este título, aunque la rapidez de todo lo que pasa hoy lo haga parecer anticuado, y el olor a naftalina se extienda desde sus palabras. Sin embargo, ya veréis que cuando dentro de cinco años se repase lo de estos días no se hablará del atentado de Boston y su espectacular resolución –alguien debería escribir un buen estudio sobre la influencia de Hollywood sobre la realidad- sino de la muerte de la conocida como Dama de Hierro. ¿ Por qué? Pues porque Tatcher fue una especie de heraldo de lo que nos está pasando. Predicó la reducción del Estado y el premio al mérito individual, la no igualdad entre los ciudadanos, la bondad y sabiduría del Mercado – como si un volcán, por ejemplo, fuera bondadoso y sabio-, la importancia de la economía. En algunos artículos se ha hecho el paralelismo entre Tatcher y los Sex Pistols. Incluso en su relación con la Reina se parecían. Maggie fue punk: le dio un revolcón al Imperio como no se le daba desde los Beatles. Claro que fue a costa de los mineros, las clases bajas y otros colectivos de poco mérito para ella. Si tuviéramos que buscar una heredera en España, encontraríamos a Esperanza Aguirre, que sin embargo carece del empaque de esta mujer despiadada y obstinada.

Hay diversos estudios, que se pueden consultar en el blog Café Steiner, alojado en El País, que demuestran que Tatcher no redujo el gasto público total, como no lo hizo Reagan. Lo que sí hizo fue cambiar su reparto y eso produjo mayor desigualdad. Es lo que hizo ese otro heredero de Tatcher aunque crea que lo es de Prat de la Riba llamado Artur Mas: ante la elevación del déficit qué hago ¿ Mantener el impuesto de sucesiones o retirar la renta mínima de inserción? ¿ reducir presupuesto en subvenciones para, por ejemplo, el grupo Godó, o meterle un buen tijeretazo a la sanidad y la educación públicas? Lo más interesante es que el déficit sigue creciendo, aunque por suerte Mas siempre tendrá a España o el Gobierno para echarle la culpa. Tatcher asumió que la cosa iba con ella. Era hija de un tendero. Desde Jane Austen sabemos la absoluta frialdad clínica de las clases provinciales inglesas respecto al dinero. Su obra, creo que decía Virginia Woolf – e si non e vero e ben trobato-, era algo así como una lista de la compra ¿ Se basaba Tatcher en algo real, científico, concreto, para actuar como creía? ¿ En la Escuela de Chicago? –esto lo he leído, tranquilos, yo tampoco tengo ni idea-.Creo que no: Tatcher se basaba en sus prejuicios. De ahí que al final su propio partido le diera la boleta, porque los datos económicos eran malos –por cierto, un paro galopante, una precarización espantosa de las clases bajas, que hacen que los sociólogos británicos hablen de precaries, aquellos que sólo pueden vivir de subsidios- y ella persistía en sus trece. Otro dato que hace cosquillas en la nuca: su plan de que todo el mundo se convirtiera en propietario de una vivienda ¿Os suena? Pero el mal ya estaba hecho, Tatcher ya había logrado su lugar en la historia: la asesina de Keynnes. ¿ Para qué el wellfare state, que sólo produce vagos y parásitos? ¿ No es mejor ir a Eaton y a Oxford, relacionarte muy bien y vivir de un buen trabajo aunque seas un inútil?

Pero cuidado una cosa: ¿Cambiaría algo si Tatcher se basara en algún estudio? ¿Habéis oído hablar de Rogoff y Reinhart? Son dos economistas de Harvard que publicaron allá por 2007, me parece, un estudio que vinculaba el llegar a un endeudamiento del 90% del PIB con la recesión. El estudio se publica en una prestigiosa revista económica, en un anuario, por lo que no tiene que pasar por ningún comité de lectura, y de repente se convierte en la Biblia ilustrada de todos estos, dejémoslo en ineptos, que, a la manera de Tatcher, han predicado no ya la austeridad entendida como moderación, sino la austeridad entendida como depauperización. Es como recomendarle a un enfermo que deje de comer, no que coma bien. Entre ellos la señora Angela Merckel, auténtica heredera de Margaret Tatcher en cuanto a gobernar según sus prejuicios. Sospecho que la señora Merckel es protestante y cree que los mediterráneos somos en general vagos y derrochadores. No como sus cajas de ahorros vinculadas a los länder, por ejemplo, la mayoría de ellas en quiebra o intervenidas. La señora Merckel sería un médico espantoso: pondría un tratamiento, el enfermo empeoraría, lo doblaría, el enfermo pasaría a estar grave y, en vez de consultar con otro doctor o doctora, revisar el diagnóstico, dudar del tratamiento, lo mantendría contra viento y marea, hasta que el enfermo muriese. Porque actúa no guiada por el conocimiento o el método, que incluye también la modestia, sino por sus prejuicios y sospecho que por los intereses de la industria alemana, que en cuanto ha empezado a ver descensos de sus exportaciones a la Europa del Sur, ha recomendado pisar un poco el freno, darnos algo de vidilla.

A propósito de Rogoff y Reinhart; resulta que un estudiante de Massachussets – ¡en Boston mismo!- advirtió algunos errores inexplicables en su estudio y se lo comentó a sus profesores, que se pusieron a revisar el estudio y descubrieron: errores en la hoja de cálculo Excel, recogida muy cuestionable de los datos –sin que se explicaran criterios- y de su posterior tratamiento informático, y por tanto, dudaron de sus conclusiones. Si el estudio se hubiera dirigido a la revista económica por el canal habitual, si hubiera pasado un comité de lectura, tal vez no se hubiera publicado, y la señora Merckel, como la señora Tatcher, no hubiera tenido más coartada que sus prejuicios para aplicar esa política de austeridad que tanto le gusta –pero que tiene pinta de no aplicar en su mesa. La verdad es que lo mejor que he oído últimamente es que si a un matemático le preguntas cuánto son dos y dos te dirá cuatro; si se lo preguntas a un economista te dirá cuánto quieres que sean.

Espero que haya valido la pena el retraso y que este ordenador no vuelva a hacer cosas raras. Tal vez les pasó lo mismo a Rogoff y Reinhart.

Con mis mejores deseos

Jerónimo Fernández Duarte

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