The Grave Dolls – Calypso

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Calypso es el trozo de oreja palpitante de Holyfield recién arrancada por las fauces de Tyson. Es rabia contenida. Kilowatios al servicio del shock traumático . Las cabriolas furiosas de un toro de rodeo. Este trabajo es un “Aquí estamos nosotros, chico, y ese pastel nos pertenece”. Es la constatación de que el blues, la psicodelia y el rock mayúsculo conforman una ecuación imbatible a orillas del manso río Lérez pontevedrés.

Luis “The Hurricane” Otero (voces) , Alex Marban (guitarra), Sito Amestoy (batería), Héctor Pintos (bajo), Pedro Gregorio (teclado y Hammond) y Ernesto Belín (percusión y armónica) conforman el quinteto inicial de The Grave Dolls. Una formación que nace allá por 2011 y se gana a pulso la fama de imbatible en directo. Galones conseguidos a base de actitud, carisma, sudor y gónadas sobre el escenario. Una amalgama de sonidos conjuntados que mantiene el clímax con pasmosa facilidad.

Riffs de guitarra cortantes, percusión precisa en ocasiones, espasmódica en otras, un bajo lleno de músculo, una batería poderosa al fondo y un órgano Hammond que engalana el resultado final trasladándonos unas cuantas décadas atrás en el tiempo. Y por encima, retumbando con extrema potencia, la voz rasgada del Huracán Otero. Virilidad al servicio del R&R. Garganta imponente que empequeñece al que la escucha.

En este, su disco de debut, financiado mediante una exitosa campaña de crowdfunding, machacan sin sutileza cinco píldoras de heterodoxia en forma de canciones. Y te las sirven en bandeja de plata. Algunas espídicas desde el inicio, como Mountains of Beyond (artefacto que explosiona en tus narices a primeras de cambio), la maravillosamente macarra Making History o Evil Way, single oficial e una invitación formal a perder los estribos y romper tus caderas. Pero con tiempo también para hacer ejercicios de sutil progresivo, con sonidos más oscuros que estallan en mil pedazos en un ejercicio pirotécnico sin mesura, como ocurre en Howlin´at the Sea o en la inquietante Along the Seas of Mud, que da carpetazo a un disco corto en extensión pero que alcanza momentos versallescos de supina irreverencia. Darán que hablar, sino al tiempo.

Crítica: Chris Val

Sobre Lourdes Caiminagua