La medicina de Ayọ para el alma

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Ayọ, cantante alemana afincada en París, de padre nigeriano y madre rumana que canta en inglés. Con estas credenciales no es extraño que en su música haya un cruce de estilos, una simbiosis de ritmos y tendencias diferentes. Pasa por el folk, rock, reggae, jazz y el hip hop sin problema. Ha editado cuatro álbumes hasta la fecha: `Joyful´ 2006, `Gravity At Last´ 2008, `Billie-Eve´2011 y `Ticket To The World´ 2013.

Este último es el que vino a presentar en lo que fue su mini-gira por España dentro del ciclo Madrid Inquieta el 27 de Marzo en la sala But de Madrid y el ciclo Round About Midnight el 28 de Marzo en el teatro Coliseum de Barcelona.

Producido por Jay Newland, (Norah Jones, Stevie Wonder,…) el mismo productor de `Joyful´, su nuevo álbum está repleto de canciones emotivas y directas que hicieron las delicias de todos los asistentes del que ha sido su primer concierto en Madrid hasta el momento.

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Su aparición en el escenario fue como un sueño hecho realidad. Suenan los primeros arpegios y todavía no está sobre las tablas. Identificas “I´m Walking” y al momento aparece desde un lateral con su guitarra caminando hacia el micro, se planta ante él y nos entrega su voz serena y profunda. Nos invita a  sumergirnos en un viaje caminando a su lado a pesar de las adversidades. Puro magnetismo.

Después enlaza directamente con un temazo de estilo afrobeat llamado “Hullabaloo” y toda la banda aparece tocando con ella. De pronto, en apenas cinco minutos, descubrimos otra dimensión totalmente diferente de la intimista que nos acaba de regalar. Ayọ es una cantante que se ha hecho a sí misma, autodidacta y hace gala de ello. Su nombre, significa `felicidad´ en yoruba, una de las lenguas nigerianas. Y parece que se empeñó en transmitírnoslo a lo largo de toda la noche, durante casi dos horas de concierto. El público, silbando, gritando, bailando,…

Después el guitarrista acometió su instrumento para iniciar “I Am Not Afraid” de `Gravity At Last´. Sonaba una base rítmica potente, el bajo pedía permiso desde el fondo, el batería exigía su presencia y el teclado se hacía notar. Los músicos con los que tocó esa noche fueron notables, todos ellos con gran experiencia, a saber:

Charles Haynes, batería y coros (ha tocado con Roy Hargrove, Nicolas Payton, Queen Latifah, Lady Gaga, M.I.A.,…); Sherrod Barnes, guitarra y coros (Roberta Flack, Whitney Houston, Quincy Jones,…y ha producido o escrito para Beyoncé, Boys II Men,…) ; Guillaume Poncelet, trompeta, teclados y piano (Stevie Wonder, MC Slaar, Maurice White,…) ; Christopher Thomas, bajo y contrabajo (Macy Gray, amos Lee, Marianne Faithfull,…).

“No tengo miedo, ¿Quién sabe lo que pasará? Yo no.” cantaba Ayọ. Siguió con el ritmo reggae de “Who”, potente y “Teach Love” mostrándonos claramente a lo que había venido a Madrid, a enseñarnos lo que es la música. En alguna ocasión ha dicho: “La música es como el amor. Es medicina para el alma. Es algo espiritual.”

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Después nos encandilaban los acordes de “I Wonder”, tema de Rodríguez, aquel músico maldito estadounidense de orígenes latinos, de su disco de 1970 `Cold Fact´. (En el año 2012 hicieron un documental sobre su mito, “Searching For Sugar Man”). Una versión increíble dio paso a otra fantástica, el “I’ll Be There” que popularizaran allá por 1970  The Jackson 5. Su voz  sonaba cristalina, demostrando su poderío vocal y acompañada de forma genial por Sherrod Barnes a la guitarra. Poco a poco el amor que Ayọ nos brindaba desde el escenario iba cubriéndonos como un manto aterciopelado. “¡Muchas gracias! ¿Os sentís mejor?” repetía. Estuvo bailando en cada tema, sonriendo todo el rato. Transmitía una vitalidad exultante.

“I Need You”, “Life Is Real”, de `Joyful´otra vez, y “Wouldn´t It Be Better”  además de alguna improvisación con los músicos. Con “Fallin” caímos en sus redes definitivamente. Nueve minutos de tema hipnótico.

 Y llegó el momento en que vimos claramente de qué está hecha esta cantante y compositora universal. Desapareció del escenario y se oían los primeros compases de “Complain”, después la oímos a ella pero nadie salía al escenario. Salió por una puerta lateral, al lado del escenario, cruzó por delante de algunos de nosotros, con su sonrisa eterna, cantando y se fue para la pista de baile de la sala But, dónde estaba todo el público expectante. Al principio la gente no se enteró, pero poco a poco se fue creando una muchedumbre alrededor de ella que cantaba, reía y hacía fotos por doquier. Ayọ estuvo rapeando y disfrutando entre el público, “Yelelele… yelelele… Talk Talk Talking and nothing to say…” Nos decía a través de su canción que pasamos el día hablando y quejándonos sin valorar lo que tenemos. Otro regalo que nos hizo desde su corazón.

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“Slow, Slow (Run Run)”, de `Gravity At Last´ y ya entramos en la recta final del concierto. Los bises fueron para “Down On My Knees”, gran tema del 2006 en que la gente cantó entregada a tope el estribillo y con un solo de trompeta buenísimo. “Ticket To The World”, que da título al disco y marcadamente hip hop. Y acabó con la excepcional “Fire” animando y tratando de `incendiar´ al público. “¿Hay alguien escuchando? La ciudad está en llamas.”

Derrochó alegría, encanto, buen hacer y mostró  temas realmente buenos. Terminó y todos nos sentimos un poco mejor, recuperados, sanados. Para Ayọ la música es una terapia y esa noche nos lanzó sus píldoras de amor, de felicidad y por qué no, de insurrección ante lo establecido. Finalmente su sonrisa nos contagió y al salir recordamos aquel canto de:  “Yelelele… Yelelele…. LalalalalalalaLalala”

Crónica y fotografías: Alex Vázquez y Nuria Suárez

Sobre Lourdes Caiminagua