El quinto concierto del I ciclo Madrid Inquieta 2014 nos trajo al cantante, compositor y multiinstrumentista Richard Bona en la sala But de Madrid el pasado 10 de Mayo. Bona ha estado preparando un nuevo proyecto, “The Flamenco Project”, en la Escuela Universitaria de Artes y Espectáculos (TAI) de Madrid dentro del Programa de Residencias Artísticas. Se estrenó el 9 de Mayo en el Teatro Coliseum de Barcelona dentro del ciclo Round About Midnight.
Se presentó acompañado de una banda exquisita de 8 componentes con los que ha estado ensayando para mostrarnos todo de lo que es capaz este fantástico y vitalista músico camerunés dentro del mundo del flamenco. A saber: José Maldonado, bailaor (ha trabajado con Antonio Canales, Belén López, María Pagés, Blanca Li, Paco Mora,…); Sandra Carrasco, voz (acaba de editar su segundo disco hasta la fecha “Océano” el pasado Marzo de 2014); Israel Fernández, cantaor (formó parte de la compañía del espectáculo de Carlos Saura “Flamenco Hoy” y forma parte del grupo Flamenco Jazz Company); José Montaña, percusión (ha tocado con Alfonso Losa, Juan de Juan, Antonio Canales,…); Antonio Rey, guitarra (Premio Nacional, ha tocado con José Menese, José Mercé, El Lebrijano, Grupo de Flamenco Fusión Amalgama,…); Melón Jiménez, guitarra (Enrique Morente, Niña Pastori,…); Yerai Cortés, guitarra y Thomas Potirón, violín.
Bona tiene una capacidad innata para aprender a tocar cualquier instrumento con sólo ver su ejecución. Lo mismo parece hacer con diferentes estilos musicales como es en este caso el flamenco. Esta noche se presentó con su inseparable bajo. Es como bajista como se hizo con una gran carrera en su Camerún natal, después en París y posteriormente en la escena jazzística de Nueva York donde ha tocado con grandes de la talla de Mike Stern, Bob James, Chick Corea, Branford Marsalis, Pat Metheny o Jaco Pastorius. En la actualidad es considerado uno de los mejores y más reputados bajistas del mundo. Aunque ante todo es un gran músico y compositor y eso se nota en los arreglos que ha hecho con “The Flamenco Project”. La fusión que hace de los ritmos flamencos con sonidos africanos, de jazz o soul es tremendamente creativa y genial. Sólo alguien como él puede hacer algo parecido y contar las historias que cuenta en cada interpretación. Como figura en su página oficial:
“Vengo de un lugar diferente, un lugar donde la música tiene que estar describiendo una historia…“When I was a kid, music was not music to us unless there was a beautiful story behind it. Cuando yo era un niño, la música no era la música para nosotros a menos que hubiera una bonita historia detrás de ella. That’s my background. Esa es mi experiencia. That’s still where I live. Eso sigue siendo el lugar donde vivo. Even when people don’t understand the language, they can feel what’s happening. Incluso cuando la gente no entiende el idioma, pueden sentir lo que está sucediendo. The sounds of the words and the music tell the story. Los sonidos de las palabras y la música cuentan la historia. And the stories of people’s lives are the same, work and love and struggle and happiness, all over the world.” Y las historias de vida de las personas son las mismas, el trabajo y el amor, la lucha, la felicidad, en todo el mundo”.
La noche fue un viaje entre Andalucía y Camerún a ritmo de bulerías, fandangos, soleás, tanguillos pero con el toque mágico de Bona que aportó una nueva, interesante y fresca visión del flamenco. En general todos los músicos estuvieron fantásticos pero hubo diferentes momentos álgidos durante toda la noche. Los “arranques” de José Maldonado sobre las tablas con su elegante forma de moverse, las intervenciones de Sandra Carrasco que posee una voz privilegiada, hermosa y que penetra en tu interior como un susurro lleno de promesas, Israel Fernández que nos emocionaba cada vez que sacaba ese “eco” de voz y sobre todo el arte de Richard Bona o Paco Bona o Bona de la Frontera como el mismo se auto-definió entre bromas. En un momento dado utilizó un pedal de loops (llamada por el mismo como “Black Voodoo Gypsy Machine”) con el que fue improvisando con su propia voz. Increíble, la mandíbula se te caía hasta el suelo. Nos dejó boquiabiertos. Y esa forma de cantar que te hace soñar despierto con parajes de otros mundos. Puro magnetismo. Estuvo todo el concierto hablando con el público, bromeando, encantador y sonriente. Un músico completo que nos regaló un espectáculo bello y potente que hizo las delicias de todos los asistentes (por cierto, la sala But estaba a rebosar).
Esa noche Bona de la Frontera hizo magia con su bajo, con su forma de entender la música, el arte de contar historias y con una banda que estuvo de sobra a la altura del gran músico camerunés. Nos dejó con un muy buen sabor de boca y siempre que vuelva a estas tierras estaremos pendientes de seguirle la pista porque siempre te sorprende, aprendes a apreciar la música de otra manera y te alimenta el alma de sensaciones, ritmos y sabiduría. Galería de imágenes aquí
“Olé, Bona de la Frontera, ole”
Crónica y fotografías: Alex Vázquez y Nuria Suárez
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