Arizona Baby – The Truth, the Whole Truth and Nothing but the Truth

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Una mano abierta que jura sobre una Biblia. La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Un juramento. Hey, baby, esto no es Nuevo México, estamos en Valladolid. Tras embarcarse en diferentes proyectos (Dos bandas y un destino, Corizonas), y convertir en éxito el afamado Second to None, Javier Vielba (voz y guitarra), Rubén Marrón (guitarra) y Marcos Úbeda (rítmica) presentan en este 2013 un disco de ocho canciones que respiran blues y folk psicodélico. Rock polvoriento, de la vieja escuela, que han diseminado a través de diversos festivales a lo largo de nuestra geografía (Port América, Ebrovisión, Nocturama en Sevilla) en este caldeado 2013.

De la mano de Sufterfuge records, The truth, the Whole Truth and Nothing Except the Truth es un disco bonito. Para qué más terminología barata. Bonito, y punto. Un disco que dura lo que tiene que durar. Notas en slide, steel guitar por un tubo. Ideal para alejarnos mentalmente a páramos secos, deshabitados, aderezados con calaveras de vacas muertas semienterradas en la arena.

La primera canción nos traslada allá donde el sol nunca se pone. Y sirve para poner las cartas sobre la mesa. Un sonido inconfundible. Rock and roll Messiah cuenta con una percusión cruda que te sitúa directamente mirándole los ojos a dios. If I Could es un alarido melancólico, provisto de todo el misticismo de la música sureña norteamericana. The Ballad of Golden Valley se acerca peligrosamente al country, Misty Morning Sun rezuma buenrrollismo por los cuatro costados, The end of the Line escarba en las raíces más blues, y The Model es ideal para los títulos de crédito de un western almeriense. The truth is on the Radio pone el punto y final y supone la píldora nerd, juego mediante una búsqueda de emisora surfeando entre interferencias para disfrazarse de banda ecléctica.

Hubiera sido fácil conformarse con el éxito de Corizonas. Y a pesar de los pesares, los vallisoletanos vuelven por sus fueros en una plétora orgiástica de sonidos sureños, honestidad y buen hacer. Después de escucharlo se te secarán los labios. Palabrita.

Crítica: Chris Val

 

 

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