Animic – Hannibal

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Aníbal fue uno de los estrategas más brillantes de la historia. A lomos de elefantes, condujo hacia la victoria al pueblo cartaginés en las guerras púnicas. Y los catalanes Animic le rinden un particular homenaje al bautizar con su nombre su cuarto disco de estudio. Y adornar la carátula con una imagen maravillosa que muestra sobre fondo de un cielo negro moteado de constelaciones la imagen de los huesos que conforman el esqueleto de un elefante. Su andar, lento e inexorable, pero poderoso e invencible a la vez,  es una buena metáfora para describir los páramos sonoros en los que se desarrolla el disco. Paciendo en mesetas tranquilas. Abrevando sobre lagos apacibles, allá donde nunca llega a rozar el sol. Todo un paisaje inquietante, una atmósfera de aire irrespirable y apacible a la vez.

Un lúgubre lugar que invita al recogimiento, a indagar en nuestras propias llagas, curar algunas y dejar abiertas otras hasta que dejen de escocer por sí mismas. Una conjunción ilógica que gana peso específico según se desarrollan las nueve canciones que conforman el trabajo que sucede a Hannah, su disco anterior, que ya comenzaba a adentrarse en sonidos que alcanzan ahora su madurez. Voces en catalán e inglés. Louise Samson y Ferrán Palau intercalándose al micrófono. Y un abanico de dolor, de resignación contenida, de “ahí llegan los rayos de sol pero tendremos que conformarnos con verlos desde aquí abajo”.

Esencia rock, melodías progresivas que nunca estallan del todo. Un comienzo frágil pero confiado (Horse´s Mane). Un cabalgar hacia la nada ondeando una bandera sin color ni figura (The Others) Momentos de una lucidez que asusta (El crani i la Serp). Repetitivos riffs de guitarra para dotar a los temas de un regusto pop (Skeletons). Cadencias hipnóticas (En la canción que da nombre al disco). Jugueteos con la electrónica y fantasmagórica presencia coral (Rei Blanc). Épica instrumental con retazos de voz como guinda en Wooden Gun. Una delicia sorpresa cantada a dúo (Oració) y un final explosivo y angosto (Shoot em) que deja entrever que cuando el disco acaba, comienza una inspiradora oscuridad. Que nos obliga a escucharlo una y otra vez hasta quedar saciados de uno de los discos más valientes y redondos del panorama en este 2013 que languidece por momentos.

Crítica: Chris Val

Sobre Lourdes Caiminagua