Oh, siglo veinte de Pablo Méndez: crítica literaria y entrevista al autor

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9788494223150Título: Oh, siglo veinte

Autor: Pablo Méndez

Editorial: Vitruvio Ediciones

Colección: Baños del Carmen nº 423

ISBN: 978-84-942231-5-0

Páginas: 115

Precio: 11 €

Pablo Méndez ha visitado con brillantez el ensayo, la novela y la crítica pero es su amor por la poesía lo que más notoriedad aporta a su faceta de escritor. Todos sus libros han ido consolidando una voz sincera y transformando a su autor en un referente de la literatura más reciente de nuestro país, en especial, el último: Ana Frank no puede ver la luna, que cuenta con varias ediciones nacionales y extranjeras, además del prestigioso Premio de la Crítica de Madrid.

Ahora, tras un respetable silencio editorial que no creativo, acaba de ser publicado Oh, siglo veinte. Implica un nuevo paso evolutivo de una imagen sencilla, bella y profundamente evocadora de la emoción humana; la misma que a todos nos inunda cada día, que hunde sus raíces en la más pura esencia del arte poético. No obstante, encontraremos entre las páginas una mayor serenidad además de una amplia dosis de humor no exenta de cierta ironía.

El lector en Oh, siglo veinte será un elemento activo, interlocutor cómplice de los pensamientos de un poeta que, a través de sus versos, resulta cercano y presente: un amigo en la dificultad, un excelente terapeuta entre lírica y fútbol, un sincero confidente que bien te aconseja en amores bien te recomienda un autor que no has leído todavía… En definitiva, un camarada afín al creador plural que toda alma sensible lleva dentro. En esa epifanía es cuando la voz de Pablo Méndez brilla y se eleva sobrecogedora y amable como esa luna diurna que te impulsa a abrir los ojos hacia la lágrima y el goce pleno de la agridulce felicidad que impregna la vida.

No obstante, el autor sabe perfectamente que esa vida en ocasiones necesita de una realidad alternativa creada por la palabra, por la ficción y la reinvención de los propios mitos que, en el fondo, también están presentes en la conciencia de muchos: he aquí su poder y lucidez en integrarlos y reelaborarlos. No se centra este poemario sólo en lo físico y lo palpable, en lo inmediato, sino que se niega a definirse y estructurarse en un corsé académico, se puebla de fantasmas, erotismo, recuerdos y sueños, anhelos que regresan a un País de Nunca Jamás mediante anuncios por palabras reconstruidos. Allí viven para siempre otros autores que también fueron (y continúan siendo) amigos y cómplices en un homenaje sentido al siglo veinte: una época donde las cartas físicas no sólo las mandaban los bancos y se salía a cenar con las novias de siempre para hablar de los exámenes, antes de ir al cine a ver un clásico para después hacer el amor entre las sombras de un portal mirándose a los ojos y no a la pantalla de un móvil.

Los poemas se suceden de forma natural con el espíritu de los volúmenes de ese tiempo pasado en que ya nacían para cantar desde la anécdota hacia la eternidad. Se alterna la composición breve con la extensa, en plena libertad perfectamente estudiada y permitida  porque todo el conjunto es un intenso y emotivo agradecimiento a los propios libros, acompañantes siempre fieles en autobuses, salas de espera, internados y caminos en una vida que, como ya indica el propio poeta, es un libro que nace.

Físicamente el ejemplar sigue los parámetros de alta calidad de Ediciones Vitruvio que han convertido a la colección Baños del Carmen en un referente: cubiertas negro brillante con solapas, en esta ocasión en el formato grande, papel agradable al tacto, grueso y ahuesado, letra clara, amplia y sin erratas.

En resumen, un libro recomendable para todos los enamorados de la vida y uno de los mejores poemarios publicados hasta el momento en dos mil catorce, que llega repleto de emoción sincera e imagen tan efectiva como accesible. Sin lugar a dudas, merece estar en cualquier biblioteca.

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Pablo Méndez, escritor

 

OCHO PREGUNTAS A PABLO MÉNDEZ

Fernando López Guisado: Acaba de ser publicado Oh, siglo veinte en Ediciones Vitruvio tras un respetable silencio. ¿Qué va a encontrar el lector en este nuevo libro de poemas respecto al, ya famoso, Ana Frank no puede ver la luna?

Pablo Méndez:  Ana Frank no puede ver la luna lo escribí bajo el dolor de la muerte de mi madre primero y de mi suegra poco después, creo que todo el libro tiene un poco de eso, la niña Ana Frank no deja de ser una metáfora del amor a la vida y de lo injusto de la muerte en algunas circunstancias. Oh, siglo veinte está más libre de una situación familiar tan adversa, está escrito con más serenidad, quizá con más calma.

 

FLG: En cierto sentido Oh, siglo veinte es un recorrido muy personal: encontramos poemas que rozan con lo autobiográfico, como los emotivos «Rival del sol» o «Novia de siempre». También supone un repaso emocional a voces poéticas emblemáticas de la poesía. ¿Es el siglo XXI un siglo demasiado ajeno, demasiado frío poéticamente, hay demasiado ruido para llegar a esa perfecta sencillez?

PM: La verdad es que la comparación de un siglo con otro es temible, es cierto que para analizar esto hace falta distancia temporal, es posible que algunos poetas contemporáneos, que hoy forman parte de forma mediana en nuestro día a día sean mañana auténticos clásicos… sin embargo en 1914 se habían publicado libros de una trascendencia y una altura que dejan a nuestra literatura contemporánea temblando de frío… pero bueno, quizá cada tiempo tengo su momento…

 

FLG: Para algunos la poesía es combate, para otros conocimiento profundo, comunicación o elevación… Pero en sus versos «la poesía está sola tiritando de frío para que vengas tú y la respires»? ¿Dónde podemos respirarla? ¿Dónde se encuentra?

PM: En todas partes, la poesía es planetaria y universal, hay poesía en todas partes solo hay que sentir.

 

FLG: Existe cierta disensión entre los defensores de la lectura pública frente a quienes abogan por un diálogo personal, pausado y aislado del autor, con el verso en su libro. ¿Dónde se posiciona Pablo Méndez? ¿Es necesaria la rapsodia de la poesía para él?

PM: La verdad es que en mis primeros años, en los noventa, leíamos en todas partes, casi todas las semanas leía en un lado o en otro, lo mismo nos daba, en un bar que inauguraba, en una parroquia, en colegios, asociaciones, recuerdo una lectura con Rafael Pérez Estrada en un vagón de tren, divertidísimo… todos los grandes poetas han leído mucho en público, yo escuché varias veces a Rafael Alberti y era maravilloso, era pura música y no solo leyendo su poesía también la de los demás, y recuerdo una lectura en el Círculo de Bellas Artes de Allen Ginsberg que a mí me marcó muchísimo, y otra de Yevtushenko que fue impresionante, cantaba mientras leía y se movía por entre el público, un genio, y las lecturas de Gloria, de Claudio Rodríguez, de Valente, de Octavio Paz en la Residencia de Estudiantes, en una ocasión fui con Sergio Rodríguez y me firmó Vuelta… sin embargo Antonio Machado leyó tres veces en público. A mí me gusta que los poetas lean, lean en todas partes, a todas horas, en cualquier sitio pero debo ser sincero y reconocerte que yo ahora vivo una temporada más casera: hay tiempo para todo.

 

FLG: A todos los lectores les gusta conocer las costumbres cotidianas de la persona tras la página. ¿Sigue Pablo Méndez alguna rutina especial a la hora de escribir?

PM: Escribo poesía por la noche. Creo que si te acostumbras a escribir por la noche ya es difícil hacerlo por el día, hay una tranquilidad… la luna nos empuja.

 

FLG: Algunos escritores jóvenes afirman que la lectura de otros (clásicos y contemporáneos) no resulta tan necesaria como se suele afirmar para el proceso creativo. ¿Se puede escribir (escribir con calidad) sin leer?

PM: El escritor joven que afirma eso es poco más que un analfabeto. La lectura es imprescindible y es por lógica, si eres poeta es porque entre otras cosas te gusta la poesía, y si te gusta la poesía ¿por qué no la lees? Si un escritor es capaz de escribir una página interesante sin tener lecturas cuando las tenga, escribirá mucho mejor.

 

FLG: Pablo Méndez compagina las dos facetas del mundo literario: escritor y editor. ¿Qué consejos daría, desde ambas perspectivas, a los poetas noveles que desean ver su obra publicada y mejorar en su trayectoria lírica?

PM: Que lean, que escriban sin parar, que enseñen sus escritos a los demás, que no tengan reparos en admirar a sus semejantes, y que se lo pasen bien, la creación literaria, bien entendida, puede hacer felices a las personas.

 

FLG: Y, por último, la marca de la casa… ¿Por qué escribe Pablo Méndez?

PM: Gran pregunta sin respuesta, nadie lo sabe o nadie debería saberlo, es de esas preguntas cuya respuesta es solo otra forma de literatura. ¿De qué color es la luna? del color del que la sueña…

Sobre Fernando López Guisado

Fernando López Guisado (Madrid, 1977) combina la escritura, la divulgación cultural y la reseña literaria con la Imagen Radiológica. Ha publicado: Aromas de Soledad, El Altar de los Siglos, Porque nunca fue suyo, La Letra Perdida (2ª edición 2014, edición ecuatoriana 2015 en El Quirófano Ed.), Rocío para Drácula (premio de la Asociación de Editores de Poesía 2014) y Montaña rusa. Aparece en numerosas antologías y ha coordinado el volumen Anatomías Secretas en torno a la figura del licántropo. Colabora con diversos medios y revistas de difusión cultural. Conduce la bitácora digital Buenas Noches Nueva Orleans. Ha realizado labores de profesor de taller de creación, asesor literario y jurado en diversos certámenes. Durante las noches de invierno, brilla por la radiación acumulada.