Miss Havisham, un personaje que deja huella

La literatura nos ha regalado con el paso del tiempo personajes fascinantes  e  inolvidables; desde Ulises hasta Sherlock, pasando por un sinfín de héroes, villanos, y mujeres como Elizabeth Bennet […]
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La literatura nos ha regalado con el paso del tiempo personajes fascinantes  e  inolvidables; desde Ulises hasta Sherlock, pasando por un sinfín de héroes, villanos, y mujeres como Elizabeth Bennet o  niños como Oliver Twist.

Algunas personas tenemos la suerte de encontrar nuestro personaje ideal. Cuando lo encuentras algo encaja, hay una sensación de empatía, de  sentir el personaje y  sus razones, y a partir de ese momento  se instala por derecho propio en  un lugar de tu  corazón.

Yo os presentaré a mi personaje favorito: Miss Havisham.

Ésta mujer existe en el universo único que crea Charles Dickens en su novela «Grandes Esperanzas».

Miss Havisham, es una mujer de mediana edad que vive con su hija adoptiva Stella en una mansión en ruinas, en donde todos los relojes  se han detenido a la misma hora: a las nueve menos veinte, la hora en que le rompieron el corazón. El día de su  boda, Miss  Havisham recibe una nota de su  novio, en la que éste  lleno de remordimientos le explica que no puede casarse con ella porque nunca la ha amado.

Desde ese día todo su mundo se  paraliza, la mesa del banquete se queda puesta,  el gran pastel de bodas se pudre en lo alto, todo se cubre de tristeza y lo devora el tiempo.  El ramo de flores se marchita en una esquina y ella se queda con la ropa que alcanzó a ponerse antes de aquella nota de cancelación. Deambula por  su vieja mansión  con su traje de novia y su velo cada vez más gris y raído, arrastrando el polvo de los años y el resentimiento. Tiene un halo fantasmagórico, que esconde un incontable dolor, un rencor burbujeante y  mucha verdad, un personaje tan oscuro y denso que pasa a ser rabiosamente humano.

Dickens creó un personaje sublime e inolvidable, pero no dejo de preguntarme ¿Cuántas miss Havisham hay por el mundo? creo que  todos lo hemos sido o lo seremos en alguna ocasión. ¿A quién no le han roto el corazón? Por fortuna (o no) siempre recomponemos los pedazos de ese corazón  y volvemos a amar. Pero qué pasa  si un día de tanto que te lo rompen decides rendirte. Qué pasa si un día dejas de luchar y de intentarlo otra vez  y sencillamente detienes tus relojes y te conviertes en una contemporánea y desangelada Miss Havisham.

Miss Havisham es un personaje triste que desperdició su vida en sufrir por el pasado y nunca intentó seguir adelante.

¿Cuántas veces no somos nosotros como ella? ¿Cuántas veces  nos obsesionamos con cosas que ya pasaron?  Miss Havisham me recuerda que anclarse en el pasado enloquece, destruye el alma, que no vale la pena. Por muy  hermoso o doloroso  que haya sido el pasado, no es otra cosa que  eso: El pasado. Y  citando a Márai: “la vida es como los ríos y  los ríos nunca fluyen hacía atrás”.

Así que para mí, he aquí la grandeza del personaje: te hace pensar y  darte  cuenta de que no debemos sufrir por lo que pasó, sino vivir el hoy, pasito a pasito, día a día. Quizá el mañana sea más hermoso. Siempre se puede ir a más; depende muchas veces de nuestra actitud al afrontar los acontecimientos.

Si un día te levantas con ese sentimiento «Havisham» guárdalo en una cajita y recuerda  que este personaje es  el retrato de una vida triste, desolada y desperdiciada. No vale la pena estar vivo y no intentar ser feliz ¿verdad? ¡Pues eso!  Solo nos queda intentarlo, cada día si es necesario. Aunque nos falten las ganas, y a pesar de todas las tempestades.

Miss Havisham nunca encuentra la felicidad y creo que Dickens grita entre líneas que en lugar de pensar y repensar sobre nuestros errores y desgracias, lo más prudente es dejar los pensamientos a un lado, no filosofar demasiado la vida e intentar disfrutarla, exprimirla y amarla; proponernos que nunca se acabe el día sin que hayamos lanzado una carcajada, sin que hayamos suspirado con esos suspiros de felicidad, esos que te llenan todo el pecho y que terminan convirtiéndose en una sonrisa ¿sabes cuáles son? Ésos son mis favoritos.

 Dickens es inmenso. Y cada personaje enseña; a mí el que más me ha dejado, el que nunca olvidaré, es esta querida, triste y amargada Miss Havisham. Si algún día tienes la oportunidad de leer o releer “Grandes Esperanzas” encontrarás que al terminarlo te regalará un suspiro (de esos que he comentado antes) y un recuerdo imborrable, porque los buenos personajes son eternos.

 

Autora: Jhayra Bravo Riascos

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