Muchas veces nos hemos preguntado qué convierte a una obra literaria, sea del género que sea, en un clásico. Seguramente haya respuestas múltiples, tal vez tantas como lectores tenga la obra en cuestión. Sin embargo, bien podrían resumirse todas en una sola: son aquellas obras que, en lugar de perder, ganan con el paso de los años y aún nos hacen disfrutar enormemente, a pesar de que fuesen escritas hace más de un siglo.
En el caso de Las aventuras de un cadáver (The wrong box es su título original) nos encontramos con una lectura que podría englobarse entre aquellas mencionadas en el párrafo anterior. Fue escrita allá por el año 1.889 por Robert Louis Stevenson y su hijastro Lloyd Osbourne, y si llegara a considerarse como una obra menor del autor es porque de la imaginación de éste nacieron historias tan míticas como La isla del tesoro, El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr. Hyde o El diablo de la botella. Si la obra en sí no es un clásico, es evidente que el autor sí lo es.
La historia que el genio Stevenson nos cuenta esta vez, nace al amparo del producto financiero conocido como tontina, una forma de ahorro que la mayoría conocemos por un fabuloso capítulo de Los Simpsons en el que el abuelo nos invita a todos a conocer la compañía del Pez Volador. Al igual que en aquella ocasión, el ser humano demostrará de todo lo que es capaz por un buen puñado de dinero.
La novela, una farsa satírica de corte victoriano, muestra las peripecias de los herederos de aquellos que constituyeron la tontina. Estos avaros y risibles personajes pondrán todo el empeño del mundo en salvaguardar la integridad física de sus mayores, pero no por amor a la familia, no, sino por diversos intereses que iremos descubriendo a medida que avanzamos. Darán forma con sus quehaceres al equivalente literario de la comedia de enredo.
Los protagonistas y secundarios con los que nos encontramos están bien descritos. Todos ellos están dotados de una psicología bien estructurada que se desarrolla de manera correcta con el transcurso de los acontecimientos. Quizá como pega cabe decir que, debido al parentesco, aparecen varios apellidos iguales, lo que dificultaría la comprensión de algún que otro pasaje. Además, en un par de ocasiones, algo tan temido como el deus ex machina se hace palpable, aunque de todos modos no influirá demasiado en el resultado final.
Podemos decir, no obstante, que se trata de una lectura amena. Antigua, pero para nada vieja. A través de sus algo más de doscientas páginas, nos guía por una entretenida historia, algo lineal pero que carece de altibajos, con toques de humor negro y alguna que otra pincelada de corte dramático.
En definitiva, nos encontramos ante un texto con una fuerte dosis de crítica social, ligeramente diluida entre las peripecias de unos y otros. Si los hechos narrados por Robert Louis Stevenson hubiesen aparecido en la sección de sucesos de las páginas de un periódico de la época, tal vez a nadie le hubiese extrañado, pues en Eso nos convierte el vil metal.
Reseña: Jose Antonio García Santos
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