Hace 163 años que se fue Poe

Cierta vez que promediaba triste noche, yo evocaba, fatigado, en viejos libros, las leyendas de otra edad. Ya cejaba, dormitando; cuando allá, con toque blando, con un roce incierto, débil, […]
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Cierta vez que promediaba triste noche, yo evocaba,
fatigado, en viejos libros, las leyendas de otra edad.
Ya cejaba, dormitando; cuando allá, con toque blando,
con un roce incierto, débil, a mi puerta oí llamar.
«—A mi puerta un visitante —murmuré— siento llamar;
eso es todo y nada más»

El Cuervo, de Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe. Nacido el 19 de Enero de 1809 en Boston, EEUU.

Escritor, poeta, crítico, periodista. Maestro del relato corto, renovador de la novela gótica, inventor del relato detectivesco, contribuyó también en relatos de ciencia ficción y fue autor de grandes cuentos de terror. Aficionado a la astronomía y gran deportista. Poe fue sumamente polivalente en tantos aspectos que sería imposible hablar de todos en un solo artículo. Todo un intelectual reconocido mundialmente en vida y en muerte.

Tuvo problemas con el juego y el alcohol, que comenzaron en la Universidad. No pudiendo mantenerse por sí mismo, dejó al año la Universidad y se alistó en el ejército. Ese mismo año, en 1827, publicaba su primer libro de poemas, Tamerlane and Other Poems.

Escribió un ensayo científico titulado Eureka, escrito en 1848, explicando su propia teoría cosmológica en los que habla de algo que más tarde serían el llamado Big Bang, la teoría de la relatividad, los agujeros negros… basándose más en su intuición que en la ciencia.

Enemistado con su padrastro toda la vida, con el que tuvo varios enfrentamientos. Ni siquiera le avisó de la enfermedad de su madrastra, que murió en 1829. Su padrastro acabó desheredándole.

Su salud empeoró a partir de la muerte por tuberculosis de su mujer Virginia, en 1847. Un 7 de Octubre Poe moría en Baltimore, EEUU, con tan solo 40 años de edad Edgar Allan Poe. Incluso su muerte estuvo rodeada de misterio. Se le encontró por la calle, desorientado, con ropas que no eran las suyas. Nunca se supo si fue de alcohol, a congestión cerebral, cólera, drogas, fallo cardíaco, rabia, suicidio, tuberculosis… «¡Que Dios ayude a mi pobre alma!», dijo antes de morir.

Hoy es una noche perfecta para leer «Los crímenes de la calle Morgue», o «El Cuervo», o  «El escarabajo de oro». Porque Poe sigue estando ahí en sus relatos, aun después de tanto tiempo, y seguirá atemorizando al mundo entero por los siglos de los siglos.

 

Redacción: Beatriz Ibán Diezhandino

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