«Esta noche arderá el cielo», de Emilio Bueso

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Título: Esta noche arderá el cielo

Autor: Emilio Bueso

Editorial: Salto de Página – Colección Púrpura

ISBN: 9788415065487

Precio: 18€

Páginas: 288

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Sinopsis: La Trans-taiga es la carretera más larga y solitaria que puede recorrerse en el vasto norte canadiense: más de seiscientos kilómetros a través de un desierto boreal que mueren de pronto junto a un embalse abandonado. Un sitio que cruzar en moto, donde perderse con una mujer casada, acampar bajo la fosforescencia de la aurora y la lluvia de estrellas. Ése era en un principio el plan de Mac. Mac es un tipo que a veces necesita medicación y cuyos planes, a menudo, salen mal. Mac entiende de carburadores, de ataques de pánico y de y de rock and roll. De lo que no entiende Mac es de avionetas de contrabandistas en vuelo rasante, de armas biológicas y ancestrales secretos de los indios cree. Y va a tener que aprenderlo todo en una noche. Un thriller que combina sorprendentemente elementos genéricos diversos, desde el terror al western, y en el que Emilio Bueso se confirma como uno de los narradores más sólidos y originales de su generación.

Todo creador, para seguir fiel a la esencia del arte, debe evolucionar. Cada nueva obra debe suponer tanto un refinamiento de los elementos de la propia voz, como una transgresión, un desafío hacia el lector; hacia uno mismo. Un rasgo muy importante en la última novela de Emilio Bueso. Cumple en el más amplio sentido: la evolución frente a una situación límite no sólo tiene presencia como reto formal y editorial, sino que también otorga mimbres a la trama.

«Esta noche arderá…» quizá sea la apuesta más atrevida de su autor. Retomando ciertos elementos, icónicos en su temática y estilo, nos plantea una nueva aventura donde subyacen dilemas respecto a la condición y posición del ser humano en un Universo que le viene muy grande, el de un niño asustado jugando con cerillas muy cerca de las cortinas.  En el marco de la Trans-taiga, una de las carreteras más largas y solitarias del planeta, que surca inhóspitos bosques canadienses, acompañaremos a Mac, el protagonista no electo (él mismo no desea tal honor) de esta historia. Mac tendrá que sacar agallas de flaqueza y vencer las neurosis de su pasado para superar toda una situación extraída del mejor cine de serie B (contrabandistas, conspiraciones, terror que copula con ciencia ficción) pero con aspiraciones de gran novela de género. Mac se ha metido en ese problemón (digno de series como Fringe o Expediente X) por acción de los otros dos grandes elementos de la trama: su amor por una mujer (Perla, el único ancla con la realidad de un tipo con dependencia de sustancias y muchas trabas emocionales) y la mera casualidad; el azar puñetero que nos mete en problemas que parecen pensados sólo para nosotros por parte de un dios caprichoso al que le gusta jugar con muñecas drogadas.

Un Dios que no es sino el narrador. Un narrador que juega con el límite de su presencia, que es perfectamente consciente de su propia voz, y que nos está contando una historia como en los buenos cuentos de miedo: con moraleja, en una sola noche alrededor del fuego y con su particular estilo al decir las cosas.

Es en el plano formal donde más se aprecia la evolución de Emilio Bueso. Ha refinado sus giros y son más naturales, más brillantes, al igual que su capacidad para caminar por el filo de la navaja de la anti-norma. Realiza todo lo que se aprende a no hacer en un taller narrativo, salvo que lo hagas tan bien como él. Sabe alternar, en el mismo párrafo, un preciosismo poético y la expresión coloquial de tal manera que ambas se complementen y crezcan, siempre con un tono subyacente de ironía y humor negrísimo. Asimismo continúa empleando con maestría dos de sus rasgos clave: la anfibología y el paralelismo, tanto en el discurso como en las escenas. Para prueba, uno de los capítulos más reflexivos y divertidos, que lleva por título «Dios».

La edición de Salto de Página se ha convertido en todo un referente de cómo hacer buenos libros. Papel ahuesado de gran grosor y gramaje, rugoso y muy agradable al tacto, letra amplia, clara, sin ninguna errata. Cubierta con solapas que muestra una imagen envolvente dibujada por Pier Brito que nos muestra a Mac y a Perla a merced de un bosque espeso bajo una aurora boreal.

En resumen, una excelente novela de miedo y reflexión sobre la superación y el modo en el que nos relacionamos bien con el entorno bien con los demás seres (no necesariamente humanos) en un mundo de espíritu lovecraftiano para el que no importamos mucho. Quizá la mejor obra hasta el momento de un autor del que nos quedan muchos éxitos por presenciar si continúa con esa valentía para dejarnos con el corazón en un puño.

Y en su puño, el acelerador.

Emilio Bueso nace en Castellón, en 1974. Es ingeniero de sistemas. Su trayectoria como autor arranca en el realismo sucio para adentrarse en la narrativa de terror y ciencia ficción. Son suyas las novelas Noche Cerrada (Verbigracia, 2007), Diástole (Salto de Página, 2011, Premio Celsius de la Semana negra de Gijón 2012) y Cenital (Salto de Página, 2012), nuevamente premiada con el Celsius en 2013. Su relato incluido en Aquelarre —en esta misma colección— mereció los premios Domingo Santos (2009) y Nocte (2011).

Esta noche arderá el cielo es su última novela.

 

 

Redacción: Fernando López Guisado.

Sobre Fernando López Guisado

Fernando López Guisado (Madrid, 1977) combina la escritura, la divulgación cultural y la reseña literaria con la Imagen Radiológica. Ha publicado: Aromas de Soledad, El Altar de los Siglos, Porque nunca fue suyo, La Letra Perdida (2ª edición 2014, edición ecuatoriana 2015 en El Quirófano Ed.), Rocío para Drácula (premio de la Asociación de Editores de Poesía 2014) y Montaña rusa. Aparece en numerosas antologías y ha coordinado el volumen Anatomías Secretas en torno a la figura del licántropo. Colabora con diversos medios y revistas de difusión cultural. Conduce la bitácora digital Buenas Noches Nueva Orleans. Ha realizado labores de profesor de taller de creación, asesor literario y jurado en diversos certámenes. Durante las noches de invierno, brilla por la radiación acumulada.