“El sueño de la aldea Ding”, de Yan Lianke. La tragedia de la provincia de Henan

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Título: El sueño de la aldea Ding

Autor: Yan Lianke

Editorial: Automática Editorial

Traducción: Belén Cuadra Mora

ISBN: 978-84-15509-18-9

Páginas: 376

PVP: 25’90€

Echa un vistazo a la ficha del libro aquí

 

Sinopsis: La muerte recorre las calles de la otrora próspera aldea Ding. Sus habitantes desaparecen igual que las hojas de los árboles en otoño. Una extraña fiebre se lleva sus vidas. Es la enfermedad de quienes hace ocho años vendieron su sangre por unas pocas monedas. Narrada por el pequeño Xiao Qiang, esta novela, de una sobrecogedora belleza, nos adentra en la historia de la aldea Ding, una de tantas afectadas por el escándalo de la sangre contaminada de la provincia china de Henan. Los aldeanos, incitados a vender grandes cantidades de su propia sangre, con la que se enriquecieron unos pocos, son ahora víctimas de la mayor epidemia conocida en el país. Abandonados e ignorados por las autoridades, solo pueden esperar la llegada de la muerte.

 

[Cita pág. 24]

A medida que sus habitantes iban muriendo, la aldea moría con ellos.

De no labrarla, la tierra se volvió yerma.

De no regarlos, los cultivos se secaron.

En algunas casas, tras morir alguien, se dejaban de fregar las sartenes y los platos después de las comidas. Se reutilizaban cazos, cuencos y palillos sucios de un día a otro.

No hacía falta preguntar cuando alguno desaparecía una o dos semanas, pues se daba por hecho que había muerto.

Había muerto. Seguro.

Y si, de repente, alguien iba al pozo a sacar agua y se lo encontraba allí, ambos se miraban durante largo rato, asustados, hasta que uno preguntaba: «¿Cómo? ¿Sigues vivo?», y el otro contestaba: «He tenido dolor de cabeza durante unos días. Creía que tenía la enfermedad de la fiebre, pero al final no ha sido nada». Los dos sonreían con alegría y, uno cargando un cubo de agua en el costal, el otro con un cubo vacío, se despedían junto al pozo.

Esta era la aldea Ding.

Estos eran los días de enfermedad y amarga espera en la aldea Ding.

 

 

En la década de los 90, la provincia china de Henan sufrió una de las tragedias más terribles de su historia. Y es que a causa del plan de compra-venta de sangre que llevó a cabo el gobierno chino en esa región rural, cientos de miles de campesinos –la gran mayoría pobres de solemnidad que apostaron por vender su sangre a cambio de algo de dinero– fueron infectados con el virus del sida. El incumplimiento de unas condiciones higiénicas mínimas y el hecho de que el Gobierno ocultara la epidemia durante años contribuyeron a la propagación de la enfermedad.

Yan Lianke, uno de los escritores chinos contemporáneos más influyentes del momento y natural de la provincia de Henan, se basa en estos trágicos sucesos para denunciar en El sueño de la aldea Ding el escándalo de la sangre contaminada y señalar con el dedo a los responsables de la tragedia.

Quien nos cuenta la triste historia de los habitantes de esta aldea es el pequeño Xiao Qiang, un niño de doce años envenenado en venganza por los pecados cometidos por su padre, quien gracias a la tragedia de la sangre se convirtió a costa de los aldeanos en uno de los hombres más ricos y prósperos de la zona. Resulta curioso que un muerto sea quien cuente los sucesos y los dramas de los aldeanos pero, más allá de lo trágico y surrealista que pueda parecer, le da más fuerza a la novela haciendo que cobre un sentido único.

A lo largo de la novela Xiao Qiang nos contará las diversas historias de muchos personajes que irán desfilando por sus páginas, como la historia de amor entre su tío Liang y Lingling, cada uno ya casado pero que al estar a las puertas de la muerte surge el cariño entre ambos. Por su parte, el abuelo de Xiao Qiang, a quien en la aldea llaman maestro no sólo por enseñar a los niños sino también por sus sabios consejos, será quien tome las riendas en la aldea y asuma la responsabilidad –en parte por sentirse culpable por los negocios de su hijo con la compra-venta de sangre– para ayudar a todos los enfermos de sida y trasladarlos a la escuela para que de este modo pasen sus últimos días en tranquilidad y sin agonías.

A pesar de que el gobierno chino animó a la población a enriquecerse con la venta de su sangre para destinarla a la investigación y a la constitución de bancos de plasma, hay que decir que no es el único que tiene las manos manchadas. Fueron muchos los que hicieron negocio comprando sangre a los campesinos de las aldeas más pobres por unas pocas monedas y que luego ellos revendían a un precio más alto, lucrándose en un negocio que provocó que la tragedia alcanzara unas dimensiones de gran magnitud. Utilizando y reutilizando jeringuillas y mezclando sangres diferentes sin el más mínimo control, cientos de miles de campesinos terminaron contagiándose de sida y hepatitis B que, a su vez, al desconocer la naturaleza de la epidemia, sin querer muchos contagiaron a sus propios familiares. Para cuando se supo qué era esa extraña “enfermedad de la fiebre” –que es así como la llaman los aldeanos en la novela– y cómo se contagiaba, habían pasado ya varios años y la enfermedad estaba ya tan propagada que miles de personas habían muerto.

Desgarradora, intimista, poética y hermosa. Estos son los adjetivos con los que describiría El sueño de la aldea Ding, mucho más que una novela que denuncia unos hechos verídicos atroces. En ella observas cómo los infectados afrontan la vida una vez que saben que la muerte está ahí y no hay posibilidad de dar marcha atrás, cómo se les escapa la vida a causa de la mezquindad de los hombres pero también cómo se aferran muchos a esos últimos días de felicidad. Con su lirismo, Yan Lianke nos adentra en las calles decadentes de la que antes fue una aldea próspera. Y a pesar de los tristes acontecimientos que se narran y de la crueldad de los hechos, el autor, con su prosa sutil casi poética, nos brinda, además de la tragedia, una parte amable. Y es que detrás de la desdicha, si se ahonda un poco, también se pueden apreciar pequeños momentos de felicidad. Una historia triste y a la vez hermosa cuyo sabor agridulce que nos deja en el paladar tarda días en marcharse. Así de hondo llega al lector la historia de la aldea Ding y de sus habitantes, cada uno con su propia historia de desdicha y de felicidad.

 

 

Sobre el autor

Yan Lianke (Henan, 1958) es uno de los escritores contemporáneos chinos más reconocidos. Es autor de numerosas obras que se han traducido a más de veinte idiomas y entre las que destacan: El sueño de la aldea Ding, Al servicio del pueblo, Los cuatro libros, Días, meses, años y Los besos de Lenin. Ha sido galardonado con multitud de premios tan prestigiosos como el Lu Xun, el Lao She en China o el Flower Trace of World Chinese Literature Award de Malasia, nominado para el Femina Prix francés y el Man Booker International y propuesto para el Príncipe de Asturias de las Letras. Si bien muchas de sus obras han sido censuradas en China, gozan de gran popularidad en el resto del mundo. Está considerado uno de los escritores chinos más controvertidos e independientes.

 

 

Redacción: Mariona Rivas Vives

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