El macho condescendiente

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Hay palabras que no se pueden nombrar sin que alguien dé un respingo, vamos a citar por ejemplo: misoginia y literatura, ¿has saltado? Hay frases que no se pueden exclamar sin que varias personas frunzan el ceño, por ejemplo: la crisis desata el machismo en cualquier ámbito social o cultural, ¿se te arrugó la frente? Hay momentos, y este es uno de ellos, en los que no se puede evitar afirmar que para ciertos “intelectuales” es una aberración hablar en el siglo XXI de las desigualdades de género en la literatura, pero cuando una escritora pronuncia un discurso o quiere empezar una conversación con afirmaciones como: la misoginia literaria es tan real como repugnante, se queda sola, y nota una mano fuerte, pringosa, que acaricia su pelo largo, una mano paternalista: es el efecto del macho condescendiente.
En literatura estamos cansados de oír que hay una literatura para mujeres y que triunfa eso que llaman women´s fiction, con libros como Cincuenta Sombras de Grey, los mismos que indican que la misoginia no es real, se enorgullecen cuando proclaman que el tipo de mujeres que leen estos libros son incultas o reprimidas, parece ser que ellos sólo leen alta literatura porque no he oído hablar de men´s fiction aunque muchos hombres confiesen su pasión por Juego de Tronos. ¿Qué es Juego de Tronos? ¿Literatura fantástica? La realidad es que también es una obra “menor” que sirve de entretenimiento tanto a hombres como a mujeres, pero sobre todo a hombres, que ni son imbéciles ni ignoran qué tipo de literatura consumen. Frunzan el ceño, pero las mujeres están vetadas en muchos campos culturales, y por supuesto en literatura, cualquier plumilla con dos relatos publicados es considerado escritor, en cambio para que a una mujer sea respetada literariamente, tiene que ser poco menos que Wisława Szymborska y por supuesto, si estás muerta o te has suicidado, mucho mejor.

 

No estamos muertas ni lo estaban las grandes poetas y narradoras de la historia de la literatura, no pienso nombrar a esas escritoras suicidas porque son todas famosas, conocidas casi más por cómo murieron que por su talento, ¿acaso los hombres que escriben no se suicidan? ¿Por qué señalarlas a ellas? Apenas se habla del suicidio de Séneca, tal vez sea muy conocida la muerte Reynaldo Arenas, pero claro, era homosexual, su muerte se relaciona con su tormento en una sociedad que lo rechazaba, ¿una agonía que sufrían también estas señoras que se metían piedras en los bolsillos para tirarse al río, o que fallecían a base de barbitúricos? Mentiras comerciales; el macho condescendiente prefiere pensar que es la sexualidad o el sexo lo que determina una muerte, vende más.

 

 

Hemingway, Celan o Stefan Zweig también se suicidaron, pero no se cita en las biografías, durante ocho párrafos o diecisiete capítulos, cómo acabaron con sus vidas. Por favor, mantengan sus manos condescendientes lejos del pelo de las autoras, lo que tienen que hacer es publicar sus libros y leerlos.

Redacción: Sonia Aldama

Ilustración: Guadalupe Aldama 

 

 

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