De la invención del Gin Tonic y otros poemas, de Jerónimo Fernández Duarte

  De la invención del gin tonic Cuesta creer que fueran necesarios la malaria, las guerras, el colonialismo para el alumbramiento de esta transparencia herida por el hielo, esta pura […]
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De la invención del gin tonic

Cuesta creer que fueran necesarios

la malaria, las guerras, el colonialismo

para el alumbramiento de esta

transparencia herida por el hielo,

esta pura y amarga porción

del placer y el descanso

que aguarda ensimismada

en el vientre del vaso

sonriendo serena

con la perfección de un soneto

(Jerónimo Fernández Duarte)

 

Parece que la poesía siempre nos parece ardua y sinsentido. Que no llega a todo el mundo y se hace incomprensible para una lectura de la que saquemos ese algo que nos da la prosa. El poemario de Jerónimo Fernández Duarte, Jero, no os pasará inadvertidos.

Tenemos la falsa creencia de que la poesía es amor y romance. En este último poemario, Jero nos ofrece un poemario variado. No solamente el amor está presente, sino que la política, los problemas sociales, la amistad, el erotismo, la añoranza del pasado o el día a día tienen cabida. Una poesía llena de vida y ligereza en la escritura. Frescura en todos los versos. Ritmo y melodía muy particulares que caracterizan a este autor catalán.

«El gin tonic se inventó en la India: fue la manera que encontró el ejército colonial británico para que sus hombres se tomaran la quinina, una substancia que protege de la malaria. La poesía, como el gin tonic, también puede hacer más llevadera la amargura de los días, sobre todo de estos días nuestros, tan llenos de ruina y fracaso, el despertar brusco de un delirio de grandeza.

Se suceden las estaciones y los estados de ánimo, llegan mediodías ingrávidos de invierno y tardes lluviosas, mañanas de primavera y muchachas abrileñas, terrazas de agosto y las primeras manzanas del otoño, y la poesía, la refrescante amargura de la vida tomada con pausa, yace en los lugares más insospechados: en el fondo de los armarios, en una toalla tendida a secar, en una cama mil veces deshecha, entre las páginas de un libro abandonado bajo un árbol. Como nos dice un verso de este poemario “la belleza existe, pero hay que salir a buscarla”.» (Texto de la contraportada de «De la invención del Gin Tonic y otros poemas»)

Jerónimo Fernández Duarte, nació un 30 de septiembre de 1973 en Barcelona. «Crecí en un barrio regular tirando a mal. Estudié medicina, me especialicé en medicina familiar y comunitaria, conocí a una mujer muy guapa de Tossa y hace como ocho años que vivo con ella. Tengo dos hijos», nos comenta como breve resumen el mismo Jero sobre su vida. Ha colaborado de 2008 a 2011 con la revista En tierra de todos, de Ciudad del Carmen, México, que llegó a tener una beca estatal y distribuirse en diversas ciudades. Colaboró también en Cultura en Cadena, haciendo reseñas de libros y perfiles literarios.

Es autor de Callan las sirenas ( Entrelíneas editores 2004), La melancolía de las grúas ( Poesía eres tú, 2009) y De la invención del gin tonic y otros poemas ( Poesía eres tú, 2012)

Tenemos el placer de compartir con todos vosotros desde Pandora la entrevista que Jero nos concedió hace tan sólo unos días.

Pandora Magazine: Dinos Jero, ¿Cuánto tiempo llevas ya escribiendo?
 
Jerónimo: Desde siempre. Me recuerdo escribiendo desde pequeño. Me gustaban mucho las redacciones y los juegos florales, pero la determinación de escribir la recuerdo como aparece en 1991, en plena Iª Guerra del Golfo, ingresado en un hospital con un tobillo roto y leyendo El Sueño Eterno. En 1993, a los veinte años, decidí que era escritor, y dos años después, que era muy bueno (risas) Por suerte se me pasó la tontería y me concentré en hacerlo cada vez mejor.
 
PM: ¿ Cómo comenzaste en el complicado y «enrevesado» mundo de la poesía?
 
J: Una amiga me regaló un cuaderno de notas y me empeñé en escribir un poema. Supongo que la ventaja de escribir poemas es que son más fragmentarios, se pueden empezar y abandonar. De eso hace ya 15 años y aún no estoy muy seguro de haber escrito un poema.
 
PM: ¿Es muy difícil hacerse paso en el mundo editorial comenzando desde cero?
 
J: Mmmm… depende de a qué le llamemos «hacerse paso». Creo que hoy no es difícil publicar un libro, porque además hay muchas posibilidades de autoedición. Pero no sé si eso es «hacerse paso». Tampoco sé si lo es vender muchos libros. Hay gente que escribe muy bien y que todavía no ha logrado publicar. Si pienso en gente que conocí en 1993 y que deseaban ser escritores, un puñado de ellos ha publicado libros y en editoriales importantes: Cristina Teruel, Toni Montesinos, Gabi Martínez, Care Santos… La idea es seguir escribiendo, no rendirse jamás.
 
PM: En qué te inspiras al escribir, ¿ vivencias reales o pura y dura imaginación?
 
J: En ambas. Hay que aprovecharlo todo. Para un escritor, todo es susceptible de escribirse
 
 
PM:  Dinos cuál es el último libro que has leído

J: Los Diarios de Andy Warhol. Me hubiera gustado mucho conocer a Warhol, en los Diarios es entrañable y raro. Pero todos somos raros.

PM: Un autor preferido/un libro preferido
 
J: Muchos: Truman Capote, Céline, Pla, Gil de Biedma… Y como libros: A sangre fría, El sueño eterno, La verdad sobre el caso Savolta…
 
PM: ¿Tienes alguna manía (confesable o no) de escritor que tienes cuando vas a escribir?
 
J: Si nos referimos a un ritual, no tengo ninguno, ni habitación propia; es decir, sí tengo habitación propia, pero (risas) donde mejor escribo es en la mesa del comedor. Antes, en casa de mis padres, solía escribir con el cuaderno encima de la cama, arrodillado en el suelo. Muy extraño. Sí que tengo lo que para mí es un método de trabajo: escribo a mano en varios cuadernos y voy haciendo distintas versiones, que luego combino en una sola versión, que después paso a limpio y (risas) soy capaz de volver a reescribir. Es curioso tanto trabajo para un resultado tan pobre, pero…
 
PM:. Uno de tus poemas que más te gusten y por qué.
 
J: Mediterráneo, de «La melancolía de las grúas». Porque cuanto más lo leo menos mío me parece; me sorprende que yo lo escribiera, pero estoy contento de haberlo hecho.
 
 
Muchas gracias Jero por habernos regalado un poco de tu tiempo. Desde aquí os animamos a leer su obra; Vais a sorprenderos gratamente…
 
 
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Redacción: Beatriz Ibán Diezhandino

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