Pandora Magazine: ¿Cuándo y por qué empezaste a escribir poesía?
Fernando López Guisado: Desde muy joven y como se empieza siempre, por los sentimientos exacerbados en torno al amor y la experimentación del mundo. Creo que pocos han tenido un comienzo poético diferente, aunque jamás me ha servido la poesía «para ligar».
PM: ¿A qué se ha debido ese parón editorial justo antes de “La letra perdida”?
FLG: A muchas razones, entre ellas el deseo de hacer una obra con calidad, y el sentimiento de miedo que se tiene a publicar y ser rechazado. A veces uno debe sentarse y esperar. Pese a lo que se diga el mundo editorial y literario conlleva más cosas aparejadas que la labor idílica de un escritor y su creación, y muchas de ellas de falsas apariencias, de latón que simula oro.
PM: ¿Cuál es tu poema favorito de los que has escrito y por qué?
FLG: No sabría escoger uno. El mejor poema está por venir, siempre. Quizá me quedaría con el que está dedicado a mi mujer. Me recuerda a buenos momentos. Tiene un regusto a Verdad. Me gusta el verso: «Mátame mientras suena aquella canción».
PM: ¿Un poeta puede serlo sin haber sufrido?
FLG: Es una pregunta «mítica». Quizá la afirmación es: un poeta no puede serlo sin haber «sentido». Toda poesía es la expresión y transmisión de un sentimiento. Muchas veces (todas) conlleva también una elaboración, una composición, una música de trasfondo y equilibrio. Pero ese sentimiento es lo importante. El sufrimiento, sin duda, es uno de los sentimientos más poderosos. Muchos recurrimos a él para la creación… Pero existen otros. Hay que visitarlos de vez en cuando si es posible.
PM: ¿Qué es lo que consideras más difícil de ser un escritor?
FLG: El desdoblamiento entre la «yo persona» y la vida del «yo escritor». Son, muchas veces, dos personas muy distintas, y que no suelen llevarse muy bien: chocan, luchan, e incluso se contradicen; reman en distintas direcciones. También me resulta muy desagradable el elitismo y el sentimiento de competición que posee el ego desmedido de todo artista. Incluso el propio ego. Además, es casi imposible ganarse la vida como escritor (en el caso de un poeta, es una realidad inmutable) por lo que siempre se estará condenado a no subsistir de lo que realmente a uno le hace sentirse vivo.
PM: Un autor que sientas que te ha influenciado
FLG: Soy demasiado influenciable. Pero, de escoger, me quedo con cinco nombres: Claudio Rodríguez, Cesare Pavese, Juan Carlos Suñén, Paul Celan. Pero, por encima de todo, siempre estará H.P. Lovecraft.
PM: Un momento para recordar
FLG: La presentación del libro, compartiendo con muchos amigos nuevos y antiguos, con tanta gente querida, ese bonito momento del retorno a la publicación.
PM: Un lugar para perderse
FLG: Mi lugar para perderse es la que yo llamo «Tierra de los Gigantes Dormidos». Pero que no voy a precisar su localización porque, dado el caso, dejaría de cumplir su función de aislamiento. Me gusta perderme en los brazos de mi mujer. Y suelo perderme en el futuro, demasiado.
PM: ¿Cómo se presenta el futuro? ¿Tienes nuevos proyectos a la vista?
FLG: Siempre hay proyectos y muchas ilusiones. A ver si pueden llegar a buen puerto. Hay varios poemarios escritos que, tal como está el panorama, nunca ganarán un premio. Voy a salir (si nada se tuerce) en un par de antologías con relatos de género terrorífico. Estoy embarcado, junto a un amigo muy querido, en la traducción y edición de un libro de poemas de un escritor que admiro mucho. Sobrevuela la dulce mentira de ponerse con una novela. Tienen prioridad los «Escritores de Rivas» y los actos que allí realizamos. También se fragua una cooperación con un compañero de ESMATER (Escritores madrileños de terror) que fusionará poesía e imágenes decimonónicas con radiografías. Y claro, el blog de «Buenas Noches Nueva Orleans» y las labores de crítica literaria.
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