Buscando «La letra perdida» de Fernando López Guisado

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Título: La letra perdida
Autor: Fernando López Guisado
Editorial: Vitruvio. Col. Baños del Carmen nº 332
ISBN: 978-84-940523-5-4
Precio: 11 euros
 
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La poesía siempre ha resultado incomprensible para muchos lectores. Es algo que les resulta poco real, demasiado pretencioso o con un vocabulario sacado directamente del diccionario de sinónimos. Con el autor al que entrevistamos hoy, no sucede eso. Nos mantuvo sin su poesía durante años para volver con fuerza con «La letra perdida». Pero es que todo lo bueno se hace esperar, y hay veces que es mejor dejar reposar el alma y los versos para que regresen más humanos, más reales, más llenos de vida.
 

Fernando López Guisado (Madrid, 1977) comenzaba a dar sus primeros pasos literarios con «Aroma de Soledad» en el año 1995. Tres años después «El altar de los siglos» y no pudimos ver una de sus obras en edición impresa hasta este último poemario editado el año pasado por Vitruvio. Aparece también en diferentes antologías como «Los jueves poéticos de la Casa del Libro» (2006) y «Memoria y euforia» (2012). Colabora con revistas como Escritores de Rivas, El Pulso.es, Revista de Covibar  y Acantilados de papel. Pertenece a los grupos literarios Escritores de Rivas y es miembro de ESMATER (Escritores madrileños de terror) Ha realizado labores de profesor de taller de creación literaria, organización de eventos literarios y presentaciones de libros.
 
«La letra perdida» tiene un claro deje pesimista en muchos de sus poemas y una marcada desconfianza hacia el futuro que no podemos criticar dadas las circunstancias actuales. Podemos comprobar que muchos de sus poemas son el reflejo de una experiencia adquirida, con pinceladas de vivencias propias que pueden extrapolarse perfectamente a las del lector. Se aprecia una cuidada escritura, fruto de años de reflexión. Una fuerza y una ira por momentos incontenible dentro de las páginas de este poemario. Una rabia que emana de la idea de hacernos despertar de un letargo adquirido que nos mantiene inmóviles ante las evidencias. Un recuerdo de lo que fuimos y de la esperanza que ya casi está perdida.
 
 
 
 
 
Llueve sobre mi ciudad.
Llueve perezosamente sobre mi ciudad.
Llueve entre la incomprensión y el hastío
que en mi ciudad se nutre y que de mi ciudad
elabora un festín verde de humo y de prisa.
 
Entonces,
todo empieza a apestar a mujer desaparecida,
a corazón desacompasado
y acero ajeno como el silencio del policía.
 
Así nos va expulsando pacientemente de su seno
desierto, depósito de ventanas y anillos rotos,
de excavadoras furiosas que confunden la sangre.
Paulatinamente, nos estamos distanciando
hasta quedar irreconocibles,
hasta considerar la huida.
 
Hasta que sólo perviva este poema como prueba
de aquello que, una vez, llegamos a ser:
una esperanza.
 
 
 
 
Os dejamos con una entrevista a Fernando, en la que podremos acercarnos más al autor que hay detrás de esos versos.
 
 

Pandora Magazine: ¿Cuándo y por qué empezaste a escribir poesía? 

Fernando López Guisado: Desde muy joven y como se empieza siempre, por los sentimientos exacerbados en torno al amor y la experimentación del mundo. Creo que pocos han tenido un comienzo poético diferente, aunque jamás me ha servido la poesía «para ligar».

 

PM: ¿A qué se ha debido ese parón editorial justo antes de “La letra perdida”?

FLG: A muchas razones, entre ellas el deseo de hacer una obra con calidad, y el sentimiento de miedo que se tiene a publicar y ser rechazado. A veces uno debe sentarse y esperar. Pese a lo que se diga el mundo editorial y literario conlleva más cosas aparejadas que la labor idílica de un escritor y su creación, y muchas de ellas de falsas apariencias, de latón que simula oro.

 

PM: ¿Cuál es tu poema favorito de los que has escrito y por qué? 

FLG: No sabría escoger uno. El mejor poema está por venir, siempre. Quizá me quedaría con el que está dedicado a mi mujer. Me recuerda a buenos momentos. Tiene un regusto a Verdad. Me gusta el verso: «Mátame mientras suena aquella canción».

 

PM: ¿Un poeta puede serlo sin haber sufrido?

FLG: Es una pregunta «mítica». Quizá la afirmación es: un poeta no puede serlo sin haber «sentido». Toda poesía es la expresión y transmisión de un sentimiento. Muchas veces (todas) conlleva también una elaboración, una composición, una música de trasfondo y equilibrio. Pero ese sentimiento es lo importante. El sufrimiento, sin duda, es uno de los sentimientos más poderosos. Muchos recurrimos a él para la creación… Pero existen otros. Hay que visitarlos de vez en cuando si es posible.

 

PM: ¿Qué es lo que consideras más difícil de ser un escritor?

FLG: El desdoblamiento entre la «yo persona» y la vida del «yo escritor». Son, muchas veces, dos personas muy distintas, y que no suelen llevarse muy bien: chocan, luchan, e incluso se contradicen; reman en distintas direcciones. También me resulta muy desagradable el elitismo y el sentimiento de competición que posee el ego desmedido de todo artista. Incluso el propio ego. Además, es casi imposible ganarse la vida como escritor (en el caso de un poeta, es una realidad inmutable) por lo que siempre se estará condenado a no subsistir de lo que realmente a uno le hace sentirse vivo.

 

PM: Un autor que sientas que te ha influenciado

FLG: Soy demasiado influenciable. Pero, de escoger, me quedo con cinco nombres: Claudio Rodríguez, Cesare Pavese, Juan Carlos Suñén, Paul Celan. Pero, por encima de todo, siempre estará H.P. Lovecraft.

 

PM: Un momento para recordar

FLG: La presentación del libro, compartiendo con muchos amigos nuevos y antiguos, con tanta gente querida, ese bonito momento del retorno a la publicación.

 

PM: Un lugar para perderse

FLG: Mi lugar para perderse es la que yo llamo «Tierra de los Gigantes Dormidos». Pero que no voy a precisar su localización porque, dado el caso, dejaría de cumplir su función de aislamiento. Me gusta perderme en los brazos de mi mujer. Y suelo perderme en el futuro, demasiado.

 

PM: ¿Cómo se presenta el futuro? ¿Tienes nuevos proyectos a la vista?

FLG: Siempre hay proyectos y muchas ilusiones. A ver si pueden llegar a buen puerto. Hay varios poemarios escritos que, tal como está el panorama, nunca ganarán un premio. Voy a salir (si nada se tuerce) en un par de antologías con relatos de género terrorífico. Estoy embarcado, junto a un amigo muy querido, en la traducción y edición de un libro de poemas de un escritor que admiro mucho. Sobrevuela la dulce mentira de ponerse con una novela. Tienen prioridad los «Escritores de Rivas» y los actos que allí realizamos. También se fragua una cooperación con un compañero de ESMATER (Escritores madrileños de terror) que fusionará poesía e imágenes decimonónicas con radiografías. Y claro, el blog de «Buenas Noches Nueva Orleans» y las labores de crítica literaria.

 

Muchas gracias por tu tiempo, Fernando, y mucha suerte con tus nuevos proyectos. Esperamos tenerte por Pandora en un futuro cercano.
 
 
 
La culpa la tiene el desgaste.
 
La culpa la tiene la ira, o la muerte, o la envidia,
o el sabor a caramelo de un batido de café.
La culpa la tiene la crisis, o los países lejanos,
o los que están cerca, o los oprimidos.
 
La culpa la tiene
la culpa; recurriendo en el poema recobrado y entonces
la culpa la tiene el desgaste.
 
Así comprendes que debes volver a latir del principio.
La letra perdida.
 
 
 
Redacción: Beatriz Ibán Diezhandino

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