Anatomías secretas: Antología de terror. Coordinada por Fernando López Guisado

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UntitledTítulo: ANATOMIAS SECRETAS

(Primera Antología de La Hermandad Poe)

Autor@s:

Eloy Alonso, Nuria C. Botey, Fernando Cámara, 

Juan Ángel Laguna Edroso, José Elgarresta,

Emilio González Martínez, José Guadalajara,

Francisco Javier Illán Vivas, Manuel Lacarta,

Elena Muñoz, Miguel Puente Molins, Javier Quevedo

 Puchal, María Concepción Regueiro Digón, Alejandro

Romera, Ángel Luis Sucasas y José María Tamparillas

Prólogo de Fernando López Guisado 

Editorial: Nostrum

Páginas: 303

ISBN:  978-84-941804-9-1

Precio: 20 euros

Puedes comprarlo en: Cualquier librería bajo pedido;

Escarlata de Madrid, El Rincón de la Lectura de Rivas Vaciamadrid,

En la editorial por skype 91 573 21 86 o edicionesvitruvio@telefonica.net;

más información en lahermandadpoe@gmail.com

 

Sinopsis: Todos guardamos una bestia en nuestro interior que nos susurra, una dualidad, una maldición que desvela las anatomías secretas bajo la piel. Los dieciséis relatos de esta exclusiva antología, la primera de La Hermandad Poe, ofrecen perspectivas tan diversas como cada uno de sus autores: un volumen con las más fascinantes historias de terror, maldad, ironía y delirio respecto al monstruo que nos acompaña, que acecha y combate por liberarse. Penetra en estas páginas con cautela, uno siempre desconoce qué animal podría despertar en su propio corazón.

 

Y tuvo la necesidad de mancharse los dedos con la tinta negra, acercarse a la pared rocosa de la cueva que debió estar iluminada por fuego, (el único que retiene a las sombras); y dibujó al ser con piernas de humano, cabeza de venado y cola de zorro que está danzando.

¿Cuál habrá sido la emoción o idea que hizo surgir esa necesidad? ¿Habrá temido o deseado ser como él, lo estaría reverenciado por la simple “posibilidad” de su existencia, o transmitiendo un recuerdo o emociones en símbolos? Los antropólogos e historiadores aún se lo preguntan mientras miran, dentro de una cueva en Francia, esos trazos hechos por los dedos de alguien hace dieciséis mil años. El mago danzante, le llaman, y la fascinación que debió poseer a la persona que lo pintó sigue emanando de él.

Tal vez porque sentir que se es más de lo que se supone que es el ser humano es parte de nosotros y, muy en el fondo, podríamos desear o temer que hay algo individual oculto dentro de nosotros mismos, que nadie más tiene.

No es de extrañar que la primera antología de la Hermandad Poe se hiciera alrededor de la idea del cambiaformas. Antes de que se inventara la escritura, ya existía esa fascinación en la esencia misma de la humanidad, donde algo impulsa una necesidad inexpugnable de imaginar al propio cuerpo siendo más que solo un cuerpo. En Anatomías Secretas, dieciséis autores de diferentes ámbitos, algunos muy reconocidos, otros iniciando su camino como poetas o prosistas, con carreras profesionales diferentes, se adentraron en esa cueva profunda que es la esencia humana, y buscaron a su propio Mago danzante, al cambiaformas que esa fascinación primigenia les hizo imaginar.

Y salieron de ese viaje imaginativo con todo tipo de cambiaformas qué transmitir en los cuentos de Anatomías secretas ha recogido, dejándome a mí con el reto de transmitir la esencia tan heterogénea de la Antología en esta reseña-síntesis sobre la misma. Creo que no fui la única en enfrentar ese predicamento. Carlos Gregorio Simón, que hizo el montaje de portada, debió tener básicamente el mismo reto. Y decidió centrar su imagen en uno de los cuentos “El vestido de mi madre” escrito por Javier Quevedo Puchal; con un fondo de colores que evocan a la dicotomía, y un símbolo, alquímico tal vez, que alude al cambio… Defiendo la decisión de Simón, usó uno de los relatos que más impresionan porque no había manera de sintetizar todos los cuentos de la antología en una portada, así que, con gran acierto, se centró en el tema simbólicamente en el fondo y dio un ejemplo de los cuentos en la forma de la doble-mujer del vestido.

Seguiré su ejemplo y, ahora que yo también he “mostrado” el fondo de la Antología al evocar al cambiaformas, debo ir a la forma y, después, al ejemplo. Permítanme primero hablar, literalmente, de su presentación. Lo que primero salta a la vista es la calidad, de las trayectorias de las personas que han participado en ella y del esfuerzo editorial en su estructura.

Y, cuando ya ha sido leída, se siente su intención por trasmitir que la narrativa fantástica tiene un gran valor en sí mismo, sin necesidad de dejarse llevar por las modas más juveniles, tal vez hasta comerciales, que la han “cambiado” en los últimos años. También ejemplifica que, por medio de imaginar más allá de la realidad, a veces se entiende diferente y hasta mejor al ser humano… Porque es él el que siempre ha tenido esa necesidad de imaginar lo imposible y, tal vez, porque se vislumbra mejor esa esencia de la especie humana justo cuando pensamos en cómo reaccionaría frente a lo imposible.

Me he rendido. No puedo sintetizar a todos esos cambiaformas en unas pocas palabras. ¿Cómo, si son tan diferentes y no se les haría justicia? Puede que mis impresiones inconexas sean más acordes para transmitirles algo de sus esencias.

Francisca, por Manuel Lacarta… Visceralmente poético, acultural e instintivo. El animal puro.

Lo que dicen los ojos, por José Guadalajara… Una experiencia aterradora, y un cambiaformas dentro del cual los polos opuestos se unen.

El orobot, por Elena Muñoz… Desesperación y terror convertidos en un placer que dejó de ser prohibido.

El vestido de mi madre, por Javier Quevedo Puchal… Un relato que es metáfora de una inquietud muy humana.

Muló, por Juan Ángel Laguna Edroso… La cultura crea al cambiaformas que la refleja y aterra.

Licaón en Moncloa, por Francisco Javier Illán Vivas… Sorprende recordatorio de que el cambiar de forma se basa en una esencia interior.

Custodi me a bestiam, por Alejandro Romera… Intentar explicar lo que no se cree acarrea el comprender que el horror es real.

El ansia, por Miguel Puente Molins… Desesperación por no poder controlar al sí mismo y en lo que se está convirtiendo y pronto será.

Miles, Miles, por María Concepción Regueiro Digón… Una original manera en que se da una vileza humana más.

La mirada del Dodo, por José María Tamparillas… Una realidad cruda en que el delirio es parte de ella.

El tigre soplado, por Eloy Alonso… Un nuevo cuento de los abuelos, tan imaginativo y “nuestro” como se sienten esas historias.

Axol, por Fernando Cámara… La cotidianidad que poco a poco, aterradora y silenciosamente, cambia su forma…

El otro hombrelobo, por Emilio González Martínez… La regla quebrantada por un juego de palabras, y aun así hay un monstruo.

El lobo hombre, por José Elgarresta… Desde el otro lado de esta dicotomía.

Texturas, por Ángel Luis Sucasas… La doble ambientación de un cambiaformas de otro mundo.

Piel de foca, por Nuria C. Botey… Una revisión de un mito y la “realidad” familiar insinuada en éste.

 

Al término de leer Anatomías secretas, y por varios días, pensé en el cómo podría acometer la reseña de una Antología que se había apegado tan bien a su tema y había presentado relatos de buena calidad pero, aun así, tan disímiles entre sí. Es obvio que no pude hacerlo.

La imagen del cambiaformas parece conllevar esa imposibilidad de ser “circunscrita”, porque sus dos “componentes” no tienen límites. Por un lado, se encuentra el ser humano que aún es un misterio para nosotros mismos y, del otro, lo imaginable, que llega hasta el infinito de posibilidades y lo imposible…

Una antología muy recomendable. Si sabes buscar con mente abierta, siempre encontrarás la fascinación, esa que está dentro de cada ser humano, la misma que debió haber sentido aquella persona al terminar de pintar con sus dedos y mirar, allá en la roca, iluminada por el fuego, la imagen del hombre-venado… Imposible, y recién creado.

 

 

Fotógrafa: Laura Muñoz Hermida

Fotógrafa: Laura Muñoz Hermida

Biografía

Fernando López Guisado (Madrid, 1977) Combina la escritura, organización de actos culturales y la reseña literaria con la Imagen Radiológica. Ha publicado los siguientes poemarios hasta la fecha: “Aromas de Soledad”, “El Altar de los Siglos”, “Porque nunca fue suyo y “La Letra Perdida” (finalista del premio de la Asociación de Editores de Poesía 2012). Aparece en las antologías: “Los jueves literarios” de la Casa del Libro, “Memoria y euforia”, Rivas; “Una mirada escrita”, Ilusionaria 3; “Historias del Dragón”, 2099-bLeyendas Urbanas. Ha coordinado la antología “Anatomías Secretas”. Colabora con diversos medios. Conduce la bitácora digital “Buenas Noches Nueva Orleans”. Es director académico de la Escuela y Agencia Literaria Letras Vivas. Durante las noches de invierno, brilla por la radiación acumulada…

 

Ante la imposibilidad de entrevistar a tod@s l@s escritores presentes en este libro, Pandora Magazine le ha pedido a la persona que estuvo en el ojo del “huracán” creativo y logístico de esta Antología que le contestara algunas preguntas al respecto. Muy amablemente, Fernández López Guisado nos concedió algunas palabras sobre la misma, las personas que estuvieron en su creación y el ambiente en que ha sido creada.

 

Pandora Magazine: Aunque pueden parecer obvias, me gustaría que nos cuente sobre las ventajas que se obtiene al darle una oportunidad a la Antología. Según mi experiencia, este recurso parece un gusto adquirido dentro del círculo de la publicación por internet. Un poco de promoción no está demás.     

Fernando López Guisado: Es una antología diferente a las que se suelen hacer de un tiempo a este, ya que hemos tratado de reunir tanto a escritores experimentados en el género, como a otros (poetas, narradores históricos, ensayistas, cuentacuentos, novelistas de misterio, etc.) que no habían publicado jamás nada puramente de terror. Siempre, claro, con un cedazo de calidad. Todos los escritores se han esforzado al máximo por producir el mejor relato de acuerdo con el tema. Es una antología además muy exclusiva, se idea como un proyecto exclusivo. Un lector, al tenerlo en las manos, sabrá de inmediato que posee algo muy especial. Habrá otras antologías de la Hermandad Poe, pero ninguna tendrá exactamente a los mismos autores.

 

P.M.: Algo muy interesante del ambiente literario de España es que parece tener una prolífica comunidad de escritor@s que se han reunido para difundir la fantasía, ciencia ficción y, sobre todo, el terror. Esta antología es una de tantos resultados tangibles de ese entusiasta trabajo. ¿Nos comenta sobre la experiencia de ser artista e integrante de esta comunidad? 

F.L.G: No sé si soy integrante de esa comunidad. Sin duda hay creadores que tiene una gran fuerza literaria en el género de terror, ciencia ficción y fantasía. Pero, en general, no me gustan demasiado las etiquetas: siempre digo que dejan un rastro de pegamento al quitarlas que resulta muy complicado de limpiar. Hay buena gente y de mucha calidad en el ambiente literario en castellano. Un escritor, un creador, debe serlo independientemente del género que visite. Aún así, como todas las comunidades (poesía, terror, novela histórica, etc.) hay diferentes grupos, asociaciones o círculos que pueden resultar bastante cerrados. En La Hermandad Poe hemos tratado de reunir a escritores independientemente de los ámbitos en los que se mueva, cosa que, en mi opinión, hace al libro y al grupo mucho más especial.

 

P.M.: Si me permite citarle, en la antología usted comentó que: “surgió [de] la idea de recuperar los viejos cuentos de horror, misterio y delirio”. ¿Qué cree que se “había perdido” de esos cuentos, y fue recuperado en la Antología?

F.L.G: Precisamente el hecho de que se le considera un género menor, y que tiene un público que, aunque fiel, resulta a veces demasiado cerrado o dependiente de las modas (cosa normal, por otra parte, ocurre hasta en los deportes e incluso en la política). La imaginería que daba empuje a los viejos relatos de terror, como ocurre con todo mito amenazante, se ha visto edulcorada (el vampiro ha pasado a ser un adolescente romántico, la bruja una erótica seductora, el hombre lobo casi un perro pachón). Se ha desvinculado, en ocasiones, del conflicto humano que representan. Y la comunidad literaria en general, salvo ciertas excepciones, no identifica el género como un nicho de calidad, sino todo lo contrario. He ahí un acercamiento a lo que «se había perdido».

 

P.M.: Estoy muy de acuerdo en que usaran la figura del cambiaformas para esta Antología, ya que es fundamental en la narrativa fantástica o de terror. Desde los tiempos primitivos, la humanidad ha estado fascinada con esa idea, y la ha usado una y otra vez en sus historias. ¿Cuáles son los conflictos humanos que esta fascinación evidencian, y que podríamos encontrar en los cuentos de Anatomías secretas?                   

F.L.G: Variados y todos muy interesantes. La premisa, más allá de la pura licantropía, es «la bestia interior». En realidad, todos tenemos algo instintivo que brama en nuestro interior: una parte animal, que entronca con las pulsiones primordiales que tienen una doble cara. No siempre la parte animal supone la versión tenebrosa de nuestra existencia, sino que los convencionalismos, la sociedad y su apariencia de civilización, resultan aún más horribles y malvados.

 

P.M.: Si tuviera que clasificar los cuentos de esta Antología, ¿Cuáles serían las “categorías”, y algún relato representativo de cada una de ellas? Sé que no es una tarea fácil, pero es una manera entretenida de que se le despierte la curiosidad a l@s lector@s por lo que podrían encontrar en el libro.     

F.L.G: Hay demasiada variedad, muchos son inclasificables. Los hay poéticos como “Francisca”, de Manuel Lacarta, basados en leyendas del folclore tradicional como «El Oborot«, «El tigre soplado» «Muló» o «Piel de Foca«, los hay realistas y de crítica social como «El Otro Hombrelobo» o «El lobo hombre«, otros tocan la fantasía delirante como «La mirada del Dodo«. También encontraremos relatos donde la transformación se observa desde una perspectiva muy distinta como «El vestido de mi madre«, «Miles, Miles«, o «Axol«. Todos tienen algo, muy especial, que los convierte en diferentes y, sin embargo, con un espíritu común.

 

P.M.: Estoy maravillada con las trayectorias y diversidad de l@s escritor@s que han aportado los cuentos de Anatomías secretas, y de las diferentes maneras que han acometido al cambiaformas en ellos. ¿Cuáles son los participantes que le han sorprendido más, y por qué?      

F.L.G: Bueno, sería imposible no mencionar los esfuerzos de Eloy Alonso, con su primer relato del género publicado. La destreza para remover los sentimientos relacionados con la pasión primordial por la madre como es el caso de Quevedo Puchal o Nuria C Botey, o la imaginería tan potente que manejan Fernando Cámara o José María Tamparillas. No puedo quedarme con uno, el más reciente siempre es el que más me ha sorprendido. Sin duda, quizá, me quedaría con una parte que muchas veces no se aprecia tanto, que es la labor gráfica de Carlos Gregorio Simón, ilustrador de la cubierta y creador del logo de la Hermandad Poe.

 

P.M.: Volviendo a citarle, en el prólogo de Anatomías secretas usted comenta que: “El primer volumen debía vertebrarse, por fuerza, en torno a la figura de los cambiaformas”. ¿Puede decirnos más sobre este proyecto, del trabajo en equipo que se hizo alrededor de la Antología, y de los temas que se han pensado usar para los siguientes volúmenes?

F.L.G: Bueno, el proceso ha sido coordinado por tres personas, Javier Quevedo Puchal que ha reunido a varios de los escritores y Elena Muñoz, que ha realizado una gran labor de difusión a través de la Agencia Letras Vivas, a la que yo también pertenezco. El proceso de elaboración de la antología ha sido muy abierto, a través de un foro de debate en el que todos se ponían de acuerdo y el ambiente ha destilado pasión por el proyecto desde el principio. Estoy muy contento y no puedo más que sorprenderme por el buen talante y la entrega de los autores. Habrá más volúmenes, sin duda. Estamos barajando nuevos temas, pero quizá el siguiente nos impulse a cavar tumbas, o invocar demonios…  ¡Quién sabe!

 

Muchas gracias, Fernando, por tu anuencia. Les deseamos lo mejor a usted y a la hermandad.

 

Redacción: Mariana Esciam

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