76 años del asesinato de García Lorca

¿Y si la muerte es la muerte, qué será de los poetas y de las cosas dormidas que ya nadie las recuerda? Federico García Lorca   Sí, asesinato. No entiendo […]
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¿Y si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?

Federico García Lorca

 

Sí, asesinato. No entiendo por qué la gente se empeña en decir que murió. No murió. Lo mataron. A sangre fría y sin pestañear. Le llevaron a un camino que va de Víznar a Alfacar, en Granada, y después de matarle le tiraron a una fosa común, en la que hace poco intentaron encontrar sus restos sin éxito.

Con sólo 38 años vio cómo tenía que dejar este mundo por las ganas de venganza de unos cuantos. Lorca nunca discriminó a nadie por política. Tenía amigos en los dos bandos. Se sentía católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico. Incluso cenaba a veces con Primo de Rivera. Nunca entendió cómo había gente que anteponía las ideologías políticas al ser humano, y eso le llevó a la muerte.

Autor de obras de teatro como La zapatera prodigiosa, Así que pasen cinco años, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, Bodas de sangre, Yerma La casa de Bernarda Alba, o de poesía tales como Poema del cante jondo, Romancero gitano, Poeta en Nueva York o Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. La luna, la sangre, el agua, el caballo o su jinete son elementos indispensables en su obra. Siempre tratando problemas humanos, temas de amor, odio, intolerancia, dolor. Este poeta de la Generación del 27 estuvo en contacto con Salinas, Alberti, Buñuel o Dalí. Es impensable lo que hubiera supuesto para la literatura unos años más de vida de Lorca si hubiera aceptado el exilio que se le ofreció, ya que algunos preveían un final trágico. Pero Lorca lo rechazó y se fue a su Granada.

Hace ya 76 años. Parece que hoy se debiera detener por unos instantes el tiempo para que todos pudiéramos pensar en lo que sucedió. En las circunstancias que llevaron a la escena que todos tenemos grabadas en la mente sin haberla presenciado. Ese olivo granadino que vio su asesinato. Ese momento en el que supo que el odio y la intolerancia le ganaban. Los últimos segundos de vida de nuestro Federico García Lorca.

 

Redacción: Beatriz Ibán Diezhandino

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