Relato Ganador: ‘Entre cuatro paredes’

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Entre cuatro paredes puede haber muchas historias que contar. Tantas como libros tengas en la estantería o tantas como tú quieras crear. Y ahora que no queda otra que estar encerrado con tus pensamientos, ¿qué eres capaz de imaginar?

Hoy, que estoy asomado al balcón leyendo cada gota de lluvia que cae en los rieles, fantaseo en cómo será cuando nos volvamos a mojar.

Dejaremos de leer los labios a través de las pantallas, y lo cambiaremos por todos los abrazos que ahora no nos podemos dar. Volveremos a leer los mapas del destino al que estábamos deseando ir, mientras en la terraza de un bar lees la carta escogiendo qué vas a tomar.

Ahora, desde el vacío que deja no poder hacer todas esas cosas que te llenaban, sólo queda aprender a leernos. Leer y dejar grabado lo que la vida nos está diciendo que de verdad importa. Como un tatuaje que, aunque no se lea, ya es imposible de borrar.

Porque, aunque llegará el día en el que todo vuelva a la normalidad, ya no volveremos a ser los de antes. Habremos aprendido a leer el valor de esas cosas que antes eran insignificantes, pero que, sin ellas, seríamos analfabetos.

Y yo, mientras ese momento llega, intento descubrir la historia que esconden mis cuatro paredes. Y no me refiero a las de la habitación. Sino de las que uno se construye a modo de muro de contención, o a modo de portada de libro, según como lo quieras mirar. Pero que al final, son simplemente fachada.

Nuestra única verdad se esconde detrás de todas esas historias que no nos atrevemos a contar, pero ahora que somos nosotros los que estamos encerrados, son ellas las que se merecen libertad.

Adaia Hernández Rodríguez

Sobre Iona Rivas Vives