Leyendas del deporte – Bruce Lee

“Be water, my friend”. Hace pocos años que se hizo famosa esta frase, gracias a un anuncio de televisión orquestado por el popular publicista Risto Mejide. Sirvió para popularizar de […]
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“Be water, my friend”.

Hace pocos años que se hizo famosa esta frase, gracias a un anuncio de televisión orquestado por el popular publicista Risto Mejide. Sirvió para popularizar de nuevo a esta gran figura de las artes marciales y cine oriental, pero hay una amplia historia que narra la interesante vida y polémica muerte de este artista llamado Bruce Lee. En este primer capítulo del especial Leyendas del deporte en Pandora Magazine, os daremos a conocer los aspectos relevantes de su vida y su obra.

 

Infancia y adolescencia

Bruce Lee nació en Estados Unidos, en la ciudad de San Francisco el 27 de Noviembre de 1940. Su padre Lee Hui Chuen estaba de gira con una obra de ópera china cantonesa y de ahí que naciese allí. Su madre, Grace Ho, de origen chino-alemán, le dio el nombre de Lee Jun Fan (Protector de San Francisco)

Pero sería una enfermera amiga de la familia la que le daría su nombre norteamericano Bruce.

Desde su niñez, estuvo vinculado al mundo del espectáculo gracias a los contactos de su padre en Hong Kong; comenzando a los seis años de edad a hacer películas con el nombre artístico Li Shui Loong (Pequeño Dragón), ya que nació el año del dragón, a la hora del dragón.

Casi todos los films fueron melodramas y sólo coincidió en uno con su padre, aunque no compartieron ninguna escena.

Durante su adolescencia en Hong Kong, fue pandillero y manejaba armas y cadenas hasta que decidió aprender Wing Chun, un estilo de Kung Fu. Su padre ya le había adentrado en las Artes Marciales para alejarlo de la violencia callejera, pero no fue hasta que conoció a un chino que jamás perdía sus peleas, William Cheung, que no se interesó por este arte.

Cheung le introdujo en la escuela Yip Man y, tras mostrar problemas de respeto, Bruce decidió cambiar su actitud y estuvo unos cuatro años allí, ganando su primer torneo de Wing Chun.

A los 18 años, Bruce viajó a Estados Unidos y se instaló en Seattle (Washington) para estudiar y dar clases de Wing Chun.

Gracias a las clases y a pequeños trabajos se costeó la carrera de Filosofía en la Universidad de Washington, donde se interesó por el pensamiento de Hegel, Marx, Krishnamurti y Spinoza entre otros, aplicando estos pensamientos a su filosofía de vida.

También estudió el pensamiento de los taoístas Lao-Tsé y Chuang-Tsé (de ahí, algunas de sus famosas frases como la que encabeza este artículo).

 

Inicios en los Estados Unidos

Como no tenía amigos en Seattle, se unió a una sociedad china y allí aprendió otros estilos de Kung Fu, además de conocer a uno de sus mejores amigos: Jesse Glover que, a su vez le presentaría a un hombre decisivo en su vida: James Lee.

Durante esta época, Bruce conoció a la que sería su esposa Linda Emery con la que, una vez casados, se marchó a vivir a Oakland con James Lee y su esposa.

Con James Lee y Jesse Glover fundó escuelas de Wing Chun en las que se daba clases a los norteamericanos; siempre a poca gente, ya que Bruce era partidario de una enseñanza personalizada.

En 1964, a los 24 años de edad, se vio retado a un desafío frente a la comunidad tradicional china, la cual no estaba de acuerdo con que Bruce diese clases a estudiantes extranjeros. Si perdía, no seguiría haciéndolo.

Bruce no quiso que hubiese reglas y ganó aquel combate. Sin embargo, descubrió las carencias del Wing Chun: el combate había durado demasiado, provocando que sus puños acabasen hinchados y él exhausto.

Así que decidió comenzar a trabajar en la resistencia y en modificar su estilo para que funcionase mejor contra golpes circulares y poseer una amplia gama de desplazamientos rápidos. Poco a poco se fue desvinculando del Kung Fu hasta crear su propio estilo de artes marciales: “Jun Fan Gung Fu” (el Kung Fu de Bruce Lee) Tres años después, lo llamaría “Jeet Kune Do”, más modificado todavía.

 

 Cine

La carrera cinematográfica de Bruce Lee, ya adulto, despegó cuando nació su hijo Brandon en 1965, cuando recibió una oferta para la serie Kung Fu. Se trasladó a Los Ángeles pero, tras no llegar a buen puerto las negociaciones, Bruce se desvinculó del proyecto, siendo sustituido por el malogrado actor David Carradine.

Así que desencantado de Hollywood y queriendo volver a sus orígenes, se trasladó de nuevo a Hong Kong con su familia, donde despegó de verdad su carrera en el cine chino.

Protagonizó dos películas: Kung Fu a muerte en Hong Kong y El gran jefe. Ambas obtuvieron un gran éxito e inmediatamente Bruce Lee se convirtió en un héroe nacional.

En 1972 rodó El furor del dragón en Roma junto a Chuck Norris, siendo actor, co-productor, guionista y director de la película él mismo. El film fue un gran éxito de taquilla en China, y solo allí, ya que Bruce no quiso que fuese distribuida en más países.

En esta película, considerada un clásico en el cine de artes marciales, se recoge una de las escenas más memorables de su filmografía: una lucha rodada en el Coliseum que fue catalogada como “el combate del siglo”.

En 1973 rodó la que sería considerada su última película: Operación Dragón, pues Bruce falleció cuatro semanas después de su estreno. Convirtiéndose en un éxito de taquilla abrumador.

Hubo una última película: Game of death (Juego de la muerte), pero quedó inconclusa por su repentina muerte y solo se rodaron cuarenta minutos. Años más tarde, se finalizó su montaje, recurriendo a dobles y burdos montajes que hicieron que el film pasase sin pena ni gloria.

 

Los desafíos de Bruce

Realmente, la vida de Bruce Lee podría ser su mejor película, pues está repleta de momentos dignos de cualquier aventura cinéfila.

Varios fueron los desafíos a los que se vio abocado a lo largo de su vida, siempre por la enemistad con la comunidad china tradicional, que jamás aprobó que Bruce diese a conocer sus artes marciales a occidente.

En el rodaje de Operación Dragón, su viuda Linda y sus compañeros de rodaje, narraron algunos de los desafíos en los que se vio envuelto. Muchos de los extras formaban parte de los tradicionalistas chinos y Bruce intentaba ignorar sus provocaciones, sin embargo, en algunos momentos, tuvo que actuar, como en este que narró el co-protagonista del film Bob Wall:

El hombre se presentó de un salto, era mucho más grande que Bruce y quería hacerle daño. Pero comenzó la pelea y Bruce comenzó a hacerle llaves con los pies y las manos, jugaba con él. Bruce no era malo pero sí le demostró quien mandaba. El jefe Bruce era un excelente luchador callejero… y luego terminaba y decía “adelante, vamos a trabajar” (…).

 

Muerte y legado de Bruce Lee

El 20 de julio de 1973, Bruce fue al apartamento de su amiga y actriz Betty Ting Pei para hablar de la continuación del film que rodaban “Game of death”. Estando allí, comenzó a sufrir un intenso dolor de cabeza, con lo que se tumbó en la cama y Betty, según contó, le administró un analgésico. Esto le hizo sumirse en un profundo estado de inconsciencia que derivó en coma. Fue llevado al hospital pero ingresó cadáver.

Lee tenía 33 años y un admirable estado físico según los médicos, que no representaba más de 18 o 20 años biológicos.

Fue enterrado en Seattle y dejó una viuda, Linda Lee y dos hijos Brandon Lee y Shannon Lee. El primero, fallecido cuando despegaba su carrera cinematográfica en un accidente durante el rodaje de la famosa película El Cuervo.

Su muerte fue polémica y se dijo que podría haber sido causada por una alergia a los medicamentos, e incluso que podría haber padecido un ataque de epilepsia que no pudo ser diagnosticado porque dicha enfermedad se descubrió en 1995.

Las fuentes más fiables hablan de que sufrió un aneurisma, ya que su cerebro estaba muy inflamado en el momento de la autopsia.

Al margen de estas polémicas sobre su misteriosa y repentina muerte, Bruce Lee escribió una página legendaria en el mundo de las artes marciales y el cine de este género.

Tras su muerte, la industria cinematográfica china intentó encontrar dobles de Lee e incluso colocaron caretas con su rostro a actores, intentando emular su estilo. Pero todo aquello fracasó, ya que las películas eran de dudosa calidad.

Catalogado como el más famoso del siglo XX por la perfección que logró en el desarrollo del Kung Fu y responsable de la apertura de las artes marciales en occidente.

Considerado, además de actor y deportista, filósofo.

Las revistas especializadas revelaron sus técnicas, formas de entrenamiento, vida personal, pensamientos, etc. Sus ideas, filosofía y modo de entrenamiento, son revisados y aplicados en muchas academias de artes marciales modernas en todo el mundo.

El Pequeño Dragón, se convirtió en leyenda de forma prematura pero nos dejó todo su legado de humildad, respeto y esfuerzo. Alguien que cambió la dirección de sus puños para un objetivo más provechoso, motivando a muchas generaciones de jóvenes a aprender de las artes marciales. ¿Quién no ha tenido un hermano, un primo o un amigo con la habitación llena de posters de Bruce Lee como su referente en la adolescencia?

Esta humilde redactora sí, y por ello este artículo me sirve de homenaje para todos ellos y para Bruce, que ha sido el precursor de muchos de sus sueños.

 

Ten como limitación la no limitación, y el no camino como camino.

Amén, maestro.

 

Redacción: Lydia Alfaro

 

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