GP de Italia. Pasión roja

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En Ferrari son muy sensibles con las críticas de los pilotos respecto al coche. Cuando Enzo Ferrari le preguntó a un recién llegado Niki Lauda qué le parecía el coche contestó en alemán “es una mierda”, ante lo cual el intérprete palideció y le dijo “no puedo traducir eso”. A Alain Prost le entendieron muy bien cuando, al bajarse del coche tras una carrera dijo “esto no es un coche, es un camión”, lo que le valió el despido inmediato. Al único al que Il Comendatore le permitía esas palabras era a Gilles Villeneuve, su ojito derecho, al que llamaba El Príncipe de la Destrucción. Le decía, por ejemplo: “ese coche es una mierda, pero si usted quiere lo pilotaré; trompearé, me saldré en las curvas, lo destrozaré contra las vallas una y  otra vez, aunque no sirva de nada, pero lo haré porque usted me lo pide y porque es mi trabajo”

Cuando Fernando Alonso, cariacontecido, se bajó del coche en Hungría y vino a decir que para su cumpleaños quería un coche como el de los otros, en Ferrari se produjo un terremoto. Era la primera crítica, aunque suave, en cuatro temporadas. Fernando no había criticado ni el nefasto F150 Italia. La frustración de saber que a principio de temporada tenía un coche ganador y que después del pirellazo ya no –y que su equipo ni había movido una ceja, cuando la simple amenaza de abandonar el campeonato por Ferrari haría tener pesadillas a Ecclestone- lo llevó a ello. Luca di Montezemolo, su jefe, le respondió en un comunicado algo que es una variación de la famosa máxima de la Scuderia “corres para el equipo, ganas para el equipo” Como estábamos en agosto, el asunto se estiró tres semanas, y la fría celebración del podio de Spa –tras la enésima gran carrera de su primer piloto- alargó el asunto. Y en estas llega el Autódromo de Monza, el Templo de la Velocidad, el corazón y la casa de Ferrari.

Ferrari lo da todo en Monza. Quieren la pole y la victoria, llevan evoluciones y configuraciones específicas, lo que sea, con tal de ganar. El F138 pareció espabilarse, pero por allí cerca estaba alguien espabilado de verdad, Adrian Newey, que parece haber sacado el centésimo conejo de su chistera, el que otorga entre 5 y 8 décimas al RB9, sin apenas degradación en las ruedas –desde que Pirelli las cambió, claro. Desde el viernes pareció claro que el duelo era entre los dos, que Lotus y Mercedes se han descolgado ya, a pesar de las aprensiones del Dr. Helmut Marko respecto a las posibilidades de la marca alemana. El sábado parecía que Ferrari, a poco que se pusiera podría estar en la primera línea. Pero la liaron. La liaron tanto que la FOM, la que se encarga de la retransmisión de las carreras, en una maniobra de dudosa ya no ética sino profesionalidad pinchó la radio de Ferrari –Alonso-Stella- tras el desastre de los rebufos de la Q3 ¡CON UN CORTE CORRESPONDIENTE A LA Q2! en el que Fernando felicitaba a su ingeniero. Fuera de contexto parecía que le estuviera recriminando irónicamente su incompetencia. Si esto no es parcialidad, que baje Dios y lo vea.

Que Ferrari tenía potencial para primera o segunda línea lo demostraron Massa y sobre todo Nico Hulkemberg, del que llevo diciendo dos temporadas que hará grandes cosas. No tiene los patrocinadores de otros, sin embargo. Tres motores Ferrari entre los cinco primeros, mientras que los Lotus de Raikkonen y Grosjean – para mí inexplicable- quedaban fuera de Q2 y Hamilton, el hombre de las últimas cuatro poles, también. Otra vez una carrera de remontada y agonismo. Para colmo, se esperaba lluvia el domingo.

Llovió pero antes de la carrera, de hecho las vueltas de comprobación se hicieron con intermedios. Red Bull rompió precintos para alterar relaciones de la caja de cambios, algo que está prohibido por reglamento, pero como dijeron que lo hacían por motivos de seguridad, se les permitió. Como si se le permite a un equipo de fútbol jugar con doce porque dicen que está malo el portero. Pero esto no es un deporte, es un negocio, como deberíamos saber todos sus seguidores. En la salida, Massa salió perfecto y adelantó no sólo a Hulkemberg, sino también a Webber. Fernando salió muy bien, evitó en los zigzag a su compañero de equipo, adelantó a Hulkemberg y salió pegado al culo de Webber de la primera chicane, intactos el morro, neumáticos, etc. El que hizo algo absurdo en la salida fue Vettel. No lo he visto comentado por sus hagiógrafos: un frenazo brutal antes de entrar en el cuello de botella, que le hizo un plano en la rueda delantera izquierda y que hizo que Raikkonen se llevara puesto a Pérez. Tal vez por eso no se marchaba como de costumbre, o tal vez por el cambio de relación en las marchas, con una séptima algo más larga. Antes de que se desplegara el DRS, Fernando le hizo un adelantamiento antológico a Webber, a la altura del que le hizo a Button en 2010 en Sao Paulo o el que le hizo a Grosjean en 2012 en Valencia. Una vez desplegado el DRS, adelantó sin problemas a Massa y sin que Rod Smiley tuviera que decirle a Felipe aquello ya famoso del is faster than you.

La carrera entró en su fase estratégica, propiciada por las desgracias de Kimi, obligado a cambiar el morro en la vuelta uno y las de Hamilton, al que había mirado un tuerto: se le estropeó la radio y tuvieron que avisarle de un pinchazo con las pizarras de toda la vida. Sólo al final pudo demostrar el pilotazo que es, con adelantamientos en serie y unas vueltas finales pletórico. Ya he dicho más de una vez que Alonso es el currante de la F1. Tenía que fabricarse una posibilidad remota de atrapar al misil que llevaba delante y eso pasaba por 1) no permitir que se marchara más allá de los 6 segundos y 2) tratar de alargar su parada unas vueltas más que Vettel, para tratar de aprovechas neumáticos más frescos a final de carrera. Y todo eso sin alargarla demasiado para que no lo adelantase Webber. Había dudas sobre si con el plano que llevaban los neumáticos de Vettel podrían ir a una o tendrían que ir a dos paradas. Parece que su ingeniero y el mago Newey también estaban preocupados, pero Vettel lo gestionó bien y los estiró a la vuelta 23. Alonso le dijo a Stella que, mientras hiciera sectores en verde, prefería estar fuera. Eso duró hasta la vuelta 27, en la que entró. Salió sin adelantar a Vettel y por delante de Webber y allí se acabó, salvo desastre contrario, la posibilidad de victoria, pero aun así Alonso tiró con todo, como una fiera, vuelta tras vuelta. Y cuando Webber se le pegó al alerón trasero, se defendió como un león: si Schumacher no pudo hacerlo en Imola, Webber no tenía por qué hacerlo en Monza.

Vettel, en contra de su fastidiosa costumbre de hacer la vuelta rápida en carrera con todo decidido y como para marcar territorio, reguló y permitió que Fernando entrara a cinco segundos, seguido por Webber. Ferrari había sido batido en casa. Y sin embargo. Sin embargo los tifosi invadieron como siempre la pista, una marea roja y enfebrecida que de improviso empezó a corear ALONSO-ALONSO-ALONSO, de una manera impresionante. Poco antes, Andrea Stella le decía por radio a Fernando: “Todo lo que debe hacerse es luchar como leones; hoy hemos luchado como leones y no hemos podido hacer más” Al oir lo de “leones” pensé en Nigell Mansell, un piloto muy querido en Ferrari, que no ganó un título con ellos, pero al que llamaban Il Leone; o en Gilles Villeneuve, que nunca ganó un campeonato del mundo pero al que los tifosi, como Enzo Ferrari, adoraban por su combatividad y fiereza. No sé si Fernando ganará o no mundiales con Ferrari, pero en el corazón de los tifosi está en la categoría de I leoni. Valdría la pena que Montezemolo tomara nota.

 

PD:  ayer Felipe Massa anunciaba en twitter que dejaba Ferrari. Hoy Ferrari ha fichado a Kimi Raikkonen –aunque parece que el que tenía un precontrato firmado era Nico Hulkemberg.

 

Redacción: Jerónimo Fernández Duarte

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