GP DE COREA. Gracias, Niko Hulkenberg.

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Dudo que el Dr. Freud, tan serio él en su Viena del cambio de siglo, pensase que sería citado en una crónica de fórmula uno, pero no hay más remedio ante las declaraciones de Paul Hembery, jefe de Pirelli, que respondía a las críticas de Fernando Alonso a sus neumáticos diciendo que si no sabía cómo sacar rendimiento de los neumáticos, le preguntase a Vettel, cuádruple campeón del mundo. Vamos a ver: Vettel no es cuádruple campeón del mundo aún. Es muy probable que lo sea, en parte gracias a los cambios que han sucedido en la estructura de las Pirelli este año, pero nadie está libre de lesión, enfermedad o accidente.

O tal vez no. Hace años, una película titulada Intacto hablaba de unos individuos que absorbían la suerte de los demás, sumiéndoles en la desgracia. Por segunda carrera consecutiva, tanto su compañero actual como el futuro acababan fuera de carrera, el uno con el coche en llamas – ¡Dos veces!- y el otro con el coche en la cuneta, mientras él volaba ajeno a rivales y fallos mecánicos, llamado a la moderación por su ingeniero a partir de la segunda vuelta de carrera, tal vez para disimular la tremenda diferencia de ritmo de Singapur. Be careful, le decían, mientras lograba el segundo Gran Chelem consecutivo, algo que no era así antes del verano ni de broma.

Esta vez no pudo haber salida mágica para Alonso; salía quinto gracias a la sanción de Mark Webber, pero la longitud de la recta de salida, 250 metros, no daba para grandes adelantamientos, y cuando quiso pasar a Rosberg, este alargó la trazada y le forzó a pasar la rueda trasera derecha por la moqueta, cosa que aprovechó Nico Hulkenberg para adelantarlo. Por mucho que lo intentara durante toda la carrera, Alonso no pudo adelantarlo, ya que el alemán no cometió un solo error y a que su Sauber era rapidísimo en recta. También hubo una escaramuza extraordinaria entre Fernando y Hamilton, un nuevo duelo para tener en la videoteca. Para la vuelta diez las ruedas –menos las de Vettel- se venían abajo. Raikkonen pasó fácil a Alonso, que sufría para mantener las superblandas. Casi todos entraron a cambiar y excepto la lucha Hulkenberg-Hamilton-Alonso y la media amenaza de los Lotus a Vettel, no pasaba nada. Y entonces estalló el neumático de Pérez y entró el safety-car.

Parecía que la cosa se animaba, pero como ya pasara en Singapur, Vettel se fue fácil de todos en las primeras vueltas y todo siguió igual. Sutil y DiResta se quejaban de las ruedas por radio, y en estas, Sutil perdió el control del coche, golpeó el coche de Webber y este se incendió, dando lugar a la imagen más absurda de la carrera: el coche de bomberos saliendo antes de que el safety car saliera a pista, poniendo en peligro a todo el mundo. En la segunda reanudación, Kimi le robó la cartera a un hasta entonces excelente Grosjean –que ha hecho una muy buena segunda mitad de temporada- y se colocó segundo. Unas vueltas después, Grosjean pidió permiso para adelantar a Kimi aunque estaba bastante lejos y, al decir algo por radio, su jefe, Boullier le respondió “ Ya hablaremos de eso más tarde, pero sonríe en el podio; una jodida gran sonrisa en el podio.”

Y a partir de ahí la carrera no cambió, con Vettel haciendo su vuelta rápida a pocas vueltas del final, Alonso desistiendo de adelantar a Hamilton, cuyo equipo había arruinado su carrera antes, al retrasar su segunda entrada –y justo entonces, a Rosberg se le desprende el alerón delantero, cosa que a los jefes de fábrica de Mercedes en Alemania habrá encantado- y Hulkenberg diciéndole a Ferrari, pero también a Lotus y a McLaren que es un muy buen, buen piloto, un valor de futuro. Un futuro que puede cambiar en 2014, pero con Pirelli durante cinco años más todo puede seguir igual, con el ingeniero de Vettel diciéndole desde la vuelta dos “ten cuidado, Sebastian, no corras”. Porque no le hace falta.

 

Redacción: Jerónimo Fernández Duarte

 

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