GP de Bélgica. Eau Rouge mon amour.

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Spa-Francorchamps es a la Fórmula Uno lo que Alpe d’ Huez para el Tour o la Central de Wimbledon para el tenis. En mitad de los bosques de Las Ardenas, el circuito original tenía 14 km, de los que se conservan 7: toboganes, subidas y bajadas, rectas y sobre todo la curva: Eau Rouge, de salida ciega, en subida, ahora más fácil de hacer a fondo pero criminal para motores, suspensiones y fondos planos. El clima cambiante de la región añade el resto: a veces puede llover en una parte del circuito y lucir el sol en otra. De locos. Por lo general, carreras movidas, con safety car, dramas y gloria.

Ya empezó todo el sábado. Tras un viernes algo raro, a verlas venir, Ferrari se dejó ver en la última tanda de libres y Alonso mostró la patita en las dos primeras rondas de clasificación. Mercedes andaba escondido y Lotus no iba, con una configuración al revés del resto. A última hora llueve y se lía parda: tanto Alonso como Vettel hacen un trompo en su segundo intento pero el alemán puede pillar la bandera de cuadros por tres segundos y Alonso no. Vettel 3º, el asturiano 9º, justo por detrás de los Lotus. Cierta polémica por si era un error táctico del equipo que Alonso trató de cortar diciendo que no tenía gasolina para una tercera vuelta y aun se lio más.

A todo esto, Lewis Hamilton hacía la cuarta pole consecutiva de la temporada. Se equivocó mucho al abandonar Mercedes, sí. Vettel justo detrás, Webber tercero, Rosberg cuarto y DiResta quinto. Y la pregunta de siempre ¿Lloverá o no? En la salida, Webber se durmió como siempre y esta vez le acompañó DiResta en la cabezadita. Alonso estuvo vivo para salir de detrás de él a rebufo de Grosjean y después irse al interior, alargar la frenada –y no llevarse a Webber y Rosberg en el intento- y traccionar mejor que el australiano y, no sé cómo decirlo de otra manera que echándole un par de bemoles adelantarlo mientras se le acercaba el muro. Unos metros más arriba, pasada Eau Rouge, Vettel se merendó a Hamilton con séptima corta incluída, mientras Rosberg Y Button trataban de seguirlos.

Las primeras diez vueltas de Alonso fueron de antología. De aquí a unos años, las repasaremos con nostalgia. Primero Grosjean, después  Button y después Rosberg, tres zarpazos y a por el podio, con un ritmo que no se veía desde Barcelona. Massa y Webber fueron de los primeros en parar. El australiano trató de hacer algo diferente, montando los neumáticos más duros en el segundo stint y tal vez eso le condenó a ir por detrás de Rosberg toda la carrera. Mientras, un humo negro salía del disco delantero izquierdo de los frenos de Raikkonen cada vez que los usaba. Cuando el equipo le envió un mensaje para advertirle que debía refrigerarlos, soltó “No entiendo qué co… pasa!”. Sergio Pérez volvió a probar la doctrina Mónaco, aquella de te apartas o te rompo el coche. Se lo hizo a Grosjean, lo que ya es tener valor. Pero Romain está muy modosito y se fue por la escapatoria, cediendo luego el paso a tres coches. Para analizar la gran variabilidad de los comisarios de la Fórmula Uno, por algo similar, le cascaron un drive-trough a Alonso; el domingo se lo cascaron a Pérez. Si alguien lo entiende, que me llame.

Vettel le sacó tres segundos a Hamilton en las primeras dos vueltas, y con eso está dicho todo: un cohete con ruedas. La primera parada no cambió gran cosa, con Vettel en su mundo propio y Alonso saliendo por detrás de Hamilton… y dejando ambos un nuevo duelo por todo lo alto. Apretaba Alonso a Lewis durante toda una vuelta cuando este pareció pasarse de frenada en la primera curva tras la meta. Era un truco. Si Fernando le pasaba él podría adelantarlo en Eau Rouge gracias al DRS y el KERS. Podría. Si no fuera Fernando. Otra vez cuestión de pelotas, lo siento. Creo que el asturiano corre mejor cuando todo es desesperado, a vida o muerte, y no es que desprecie carreras de control y ritmo demoledor como la de este año en Montmeló, pero me encanta verlo al límite. El control de frenada a final de recta, a pesar del latigazo del tren posterior –hay vídeo onboard colgado en youtube, tremendo- sólo está a la altura de un puñado de pilotos. Y después empezó a dejar atrás al Mercedes, extrañamente lentos de nuevo, como si lo de Hungría fuera un espejismo o como si no hubiera explicación para eso o para el extraño bajón de Lotus, con un Raikkonen abandonando después de 27 carreras seguidas puntuando por sus problemas en los frenos.

Nada inquietaba a Vettel. Que quería cuatro décimas de margen, las cogía. En esas que vienen Pastor Maldonado, Esteban Gutiérrez. Adrian Sutil y Paul DiResta por la chicane de la Parada del Autobús –se llama así- y quieren pasar los cuatro juntos por ella. DiResta, fuera, Maldonado con el alerón delantero roto y Sutil echándole una bronca monumental a Gutiérrez mientras subían a Eau Rouge. Charlie Withing podría haber sacado el safety car, aunque se lo pensó todo lo que no se lo pensó en Inglaterra tras el abandono de Vettel. Y al final debió pensar que Maylander estaba mejor merendando. Y eso que en Ferrari habían estado vivísimos metiendo a Fernando para cubrirlo, con lo que le regaló de golpe más de veinte segundos al alemán. Se esperaba la lluvia y la lluvia no vino, el tramo final de la carrera se volvió monótono y ahí Vettel, en una de esas, lo siento, tontadas que a veces hace, se marcó la vuelta rápida de carrera, por si nadie se había dado cuenta de que llevaba de largo el coche más rápido.

Y ahora llega Monza y Ferrari juega en casa. Al menos, las actualizaciones parecieron funcionar.

 

Redacción: Jerónimo Fernández Duarte

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