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Título: Una familia de Tokio (Tokyo kazoku), (Tokyo Family)
Director: Yôji Yamada
Guión: Yôji Yamada
Reparto: Isao Hashizume, Etsuko Ichihara, Tomoko Nakajima, Yu Aoi, Yui Natsukawa, Satoshi Tsumabuki, Bunta Sugawara, Masahiko Nishimura, Shigeru Muroi, Shozo Hayashiya
Duración: 146 minutos
Año: 2013
País: Japón
Música: Joe Hisaishi
Género: Drama (Remake)
Productora: Shochiku Company
Distribuidora: A contracorriente Films
Una pareja de ancianos viaja a Tokio para ver a sus hijos y a sus nietos; éstos al principio les dan una cálida bienvenida pero más tarde, ocupados por sus respectivos empleos, se desentienden de sus mayores haciéndoles sentir incómodos. Durante este viaje, algo cambia en sus vidas.
Dejando a un lado las películas de animación japonesa, ésta es la primera nipona protagonizada por actores que he visto. No me he llevado ninguna sorpresa, aunque con esto no quiero decir que no haya sido una experiencia grata; lo cierto es que he logrado apreciar muchas similitudes entre el anime y la realidad. La cultura japonesa te la muestran ambas de una manera muy ilustrativa; te transportan al país, hacen que te enamores de su cultura…
Sin generalizar, he de decir que hay ciertos actores japoneses que carecen de expresividad alguna. En esta película podemos mostrar el ejemplo del hijo adolescente. Sin embargo, también podemos destacar la brillante interpretación de Etsuko Ichihara (“Luvia negra”, 1989), que lleva el rol de la abuela, Tomiko. Desprende una ternura y una paz increíbles; la sientes casi como a una abuela, es sin lugar a dudas y con diferencia, el mejor personaje de la película.
Del resto del reparto, poco se puede decir. El papel del abuelo, interpretado por Isao Hashizume (“Kiseki” (Milagro), 2011) tampoco es olvidable, al igual que el de Satoshi Tsumabuki (“For love’s sake”, 2012), que tiene el rol del hijo menor de la pareja de ancianos. Éste último es probablemente uno de los mejores actores con los que cuenta el filme, junto a la pareja de ancianos y a uno de los personajes más secundarios, una niña que interpreta a una vecina de la pareja Chika Arakawa (“Tomie vs. Tomie”, 2007).
La historia es sencilla y cotidiana; nos habla de una familia, de sus problemas, sus buenos momentos, sus acuerdos y desavenencias, sus respectivas rutinas… Y, aunque es muy lineal, también es cierto que logra incluso sorprender y sacar nuestro lado más sensible y familiar.
El guion y la dirección corren a cargo de Yôji Yamada (“El ocaso del samurái”, 2002), veterano en el mundo del cine y muy bueno en su trabajo. La fotografía está de sobresaliente; desde Tokio hasta el pueblo en la isla nos los muestran de lujo, logrando embelesarnos.
La música nos viene de la mano de Joe Hisaishi, otro veterano, que ya fascinó nuestros oídos con bandas sonoras como muchas del Studio Ghibli (“El castillo ambulante”, 2004, entre otras muchas).
La única pega de la película es que peca de larga y a veces resulta un poco lenta y aburrida. Sin embargo, los momentos que nos regala la anciana del film lo compensan. Por lo tanto, mi puntuación es un 7; recomendaría a todo el amante del cine y la cultura japonesa que le diesen una oportunidad.
Crítica: Esmeralda Cuevas