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Título: Sobran las palabras (Enough Said)
Director: Nicole Holofcener
Guión: Nicole Holofcener
Reparto: Julia Louis-Dreyfus, James Gandolfini, Toni Collette, Catherine Keener, Ben Falcone, Tavi Gevinson, Tracey Fairaway, Eve Hewson, Anjelah Johnson-Reyes, Toby Huss
Duración: 92 minutos
Año: 2013
País: EE.UU.
Música: Marcelo Zarvos
Género: Comedia romántica
Productora: Fox Searchlight Pictures / Likely Story
Distribuidora: Hispano Foxfilms
Eva (Julia Louis-Dreyfus), una madre divorciada que trabaja como masajista, ve con temor la inminente partida de su hija a la universidad. Al mismo tiempo que tiene un idilio con Albert (James Gandolfini), un hombre dulce y divertido que también padece el síndrome del «nido vacío», hace amistad con Marianne (Catherine Keener), una clienta que es poetisa. Cuando Eva conoce la verdad sobre el ex marido de Marianne, empieza a albergar dudas sobre su relación con Albert.
La verdad es que James Gandolfini no es el protagonista principal de la cinta, pero dado lo sucedido con el intérprete, fallecido el pasado mes de Junio, todo el mundo va a hablar de ella así. Yo no voy a ser el que le quite el subtítulo al film y es que aunque la protagonista es Julia Louis-Dreyfus, es el intérprete de ‘Los Soprano’ quien roba la película.
Eva, Julia Louis-Dreyfus, es una masajista divorciada que vive volcada en su trabajo y en su hija, resignada a vivir de la manera en que lo hace. Pero ahora el futuro se plantea muy solitario ya que su hija pronto se va a ir a estudiar. Alentada por Sara (Tony Collette) y Will (Ben Falcone), una pareja de amigos, va a una fiesta donde conoce a dos personas, la poetisa y adalid del buen gusto Marianne (Catherine Keener) y el divertido y corpulento Albert (James Gandolfini). Lo que Eva no sabe es que ambos comparten algo.
“Sobran las palabras” es el enésimo exponente del cine indie, donde lo importante son las relaciones personales, narrado visualmente con todos los tópicos –que no son pocos– de este tipo de cine –ya se sabe, que si reiteración de pequeñas situaciones, música de guitarra/ piano, duración estándar de 100 minutos…–, pero a diferencia de la gran mayoría del cine independiente en el que se plantea una idea, en muchas ocasiones mínima, y girando todo en torno a esta idea hacer avanzar la trama con mayor o menor fortuna, en esta ocasión hay un hecho que dinamiza el film y crea la atención necesaria para interesar a su público. Calma, que no voy a destripar nada, porque me parece una muy buena idea y si cuento algo la lio. El problema es que finalmente no redondea esta trama y la resuelve con demasiada premura. Y aquí es donde entramos ya en materia, en el guión.
El guión tiene personajes carismáticos, diálogos brillantes, relaciones personales magníficamente dibujadas y subrayadas, pero hay “peros”: como comentaba no redondea la idea que ya he dicho antes, como tampoco termina de redondear todas las subtramas secundarias, como la de la “hija postiza” que busca cariño fuera de casa, la familia que no es capaz de despedir a una asistenta desastrosa o la de Marianne quien, tras la revelación final, no nos importa un carajo. Todas ellas están pensadas para dar más relevancia a la historia de amor principal. De hecho hay también una serie de personajes puntuales que son los clientes de Eva, que se repiten para dar entidad al hecho de ser masajista, que se resuelven de un brochazo bastante gordo.
Aunque apoyan la idea principal de la busqueda de amor mostrando las diferentes carencias de necesidades de cariño la sensación general al estar, como ya digo, tan bien escritos los diálogos, es que las historias secundarias están recortadas. Tal y como han quedado son fragmentos demasiado aislados, incompletos y frustrantes porque o nos sobra trama, o nos falta metraje.
En cuanto a la dirección de la película, nada destacable. Su directora, Nicole Holofcener, es también la guionista y confía tan ciegamente en lo que ha contado con palabras que no añade absolutamente nada visualmente. Todo tiene un aire muy limpio, muy cristalino y no aporta nada dejando todo el protagonismo a su escrito y a los actores. Ojo, aquí es donde la película realmente es memorable: Los actores.
Holofcener ha tirado de actores reconocibles y solventes para poner caras a su guión y estos cumplen sobradamente. Sin estridencias y con enorme profesionalidad Tony Collette da más vida a su personajes del que está escrito en el guión y Catherine Keener da el punto perfecto con sobriedad a la poetisa organizada de cara al público, pero desastrosa personalmente, ya que no tiene ni amigos, ni pareja. Y vamos a por los pesos pesados. Julia Louis-Dreyfus crea con una pasmosa sencillez a una Eva que se mete en un cacao del 15 de forma adorable, llevándonos al huerto haga lo que haga, pero es un enorme –en todos los sentidos– James Gandolfini quien se come la película. Y no lo hace de ninguna manera salvo siendo una persona normal. El Albert que interpreta es un hombre inteligente, comprensivo, emotivo, desastroso y adorable. Sin esfuerzo alguno se merienda a la esforzada Louis-Dreyfus, porque el carisma de este hombre, es monumental. Es una pena que no le vayamos a ver más en pantalla.
En cuanto a la evaluación total de la película, como ya digo los intérpretes están soberbios y los diálogos son brillantes, la dirección es corrientucha y las tramas insuficientes; si hubiéramos tenido la posibilidad de penetrar en todas esas tramas, y tuviéramos a alguien con más ambición tras las cámaras, viviríamos en un fresco muy cercano a “Short Cuts/ vidas cruzadas” (1993), la grandísima obra de Robert Altman, pero por ahora estamos ante la enésima comedia romántica independiente. ¿Nota? Un 6 que sabe a poco viendo lo que podría haber sido.
Crítica: Juan Pablo Pérez Padial
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