.
Título: ¿Qué nos queda? (Was bleibt)
Director: Hans-Christian Schmid
Guión: Brend Lange
Reparto: Lars Eidinger, Corinna Harfouch, Sebastian Zimmler, Ernst Stötzner, Picco von Groote, Egon Merten, Birge Schade, Jörg Malchow, Angelika Richter, Eva Meckbach, Gerhard Hermann
Duración: 85 minutos
Año: 2012
País: Alemania
Música: The Notwist
Fotografía: Bogumil Godfrejow
Género: Drama familiar
Productora: 23/5 Filmproduktion GmbH / Südwestrundfunk (SWR) / Westdeutscher Rundfunk (WDR)
Distribuidora: Abordar Casa Películas
Marko es un treintañero que acaba de publicar su primer libro. La vida que lleva en Berlín desde sus días de Universidad está muy lejos del estilo de vida burgués de sus padres. Su relación con ellos se limita a visitarlos una vez o dos veces al año, principalmente para darles la oportunidad de pasar unos días con su nieto. Su esperanza de pasar un tranquilo fin de semana con su familia se desvanece cuando su madre, que sufre un trastorno bipolar y es maniacodepresiva, les comunica que ha decidido dejar de tomar la medicación.
El director Hans-Christian Schmid elabora un drama familiar alejado de los lugares comunes del género y evitando por todos los medios caer en la sensiblería.
Por un lado es de agradecer que no intenten jugar con tus sentimientos y que, de una manera algo más original, nos cuenten el sufrimiento interno que cada uno de los miembros de una familia burguesa sobrelleva por dentro pero, por otro lado, los personajes acaban siendo demasiado fríos. Cuesta empatizar con ellos, parecen sacados de una fábrica de montaje en cadena aunque sin duda seguro que es lo que el director y el guionista pretendían.
La historia y la narrativa se cocinan a fuego muy lento, poco a poco vamos conociendo las debilidades de todos y cada uno de los miembros de una familia que empieza a tambalearse con el giro inicial: el anuncio de una madre maníaco-depresiva que ha decidido dejar el tratamiento que lleva siguiendo hace más de treinta años. A partir de ahí todo se enrarece y el ambiente acaba perjudicando a la familia al completo pero también a cocción muy a medio gas incluso en los momentos de máxima desesperación.
Ocurre lo mismo que con los personajes, cuesta imaginarse la situación de si, como espectadores, nosotros actuaríamos igual. Obviamente nadie actúa de la misma forma y el sufrimiento que retrata el filme es latente pero le falta algo, le falta algo de chispa, algo que nos reactive de la butaca porque, aunque Schmid es un magnífico artesano con la cámara, el tono de sus ochenta y cinco minutos acaba siendo plano y continuado.
Correctísima pieza visual que arriesga y consigue su propósito, salimos del visionado con la sensación de que todos tenemos secretos que únicamente nosotros conocemos, sin embargo se hubiera agradecido algo más de tensión dramática.
Crítica: Antonio Garrido
Deja una respuesta