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Título: Nueva vida en Nueva York (Casse-tête chinois)
Director: Cédric Klapisch
Guión: Cédric Klapisch
Reparto: Romain Duris, Audrey Tautou, Cécile De France, Kelly Reilly, Sandrine Holt, Flore Bonaventura, Jochen Hägele, Benoît Jacquot, Pablo Mugnier-Jacob, Margaux Mansart, Amin Djakliou, Clara Abbasi, Li Jun Li, Sharrieff Pugh, Peter McRobbie, Jason Kravits, Byron Jennings, Peter Hermann, Martine Demaret, Adrian Martinez
Duración: 117 minutos
Año: 2013
País: Francia
Música: Christophe Minck
Fotografía: Natasha Braier
Género: Comedia, Drama, Romance
Productora: Opposite Field Pictures / Ce Qui Me Meut Motion Pictures
Distribuidora: A Contracorriente Films
Pues con esta mal titulada película, Cédric Klapish, supuestamente pone fin a la historia iniciada en la también mal titulada “Una casa de locos” (2002) y la posterior y única bien titulada, “Las muñecas rusas” (2005).
He de confesar, antes de seguir, que soy fan de esta trilogía creada por el director francés. Me puede el hecho de ver como un grupo de actores va creciendo y madurando a través de la ficción. Ver en lo que se va transformando Xavier, el personaje protagonista que interpreta Romain Duris (“La espuma de los días”, Michel Gondry, 2013) y todo el elenco de secundarios que le rodean me parece divertidísimo. En parte, supongo, por el hecho de que en muchos de sus pasajes, sobre todo en la primera y segunda entrega, me he visto identificado y actuando con el mismo peterpanismo con el qué lo hacía Xavier. Habéis leído bien, “hacía”. En esta tercera parte, como ya había quedado claro al final de Las muñecas rusas, Xavier sienta la cabeza pero, muy a su pesar, la vida le depara tener que volver a mudarse aunque esta vez, precisamente, por el hecho de hacerse adulto; el querer estar cerca de sus hijos será lo que le llevará a Nueva York y, por supuesto, una vez más a tener que cambiar de vida y volver a empezar, algo que para un cuarentón Xavier ya empieza a ser aburrido.
La película funciona casi en su totalidad como sus antecesoras. Siempre hay puntos en común que las unen: la puesta en escena con pantallas partidas, las preciosistas imágenes de algunas secuencias, la siempre tan innecesaria como importante escena de Xavier salvando a algún amigo/a de ser descubierto por su pareja engañándola con otra persona (innecesaria porque es puramente por trama y diversión pero, a la vez, importantísima porque siempre nos demuestra lo fundamental que son los amigos para Xavier), la amistad como uno de los temas principales que unen a la trilogía pero, por encima de todo, la búsqueda del amor y del crecimiento interior de uno mismo.
Si algo se echa de menos es la falta de algunos de sus compañeros. Pero, al igual que en la vida real, muchos de aquellos amigos que conoció cuando estuvo de Erasmus en Barcelona ya no forman parte de su vida. De hecho, en “Las muñecas rusas” las apariciones de éstos ya eran prácticamente anecdóticas.
Si te gustaron las dos anteriores esta no te defraudará pero ni es tan divertida como la primera ni tan inteligente como la segunda. Digamos que se encuentra a medio camino y que aun siendo la peor es más que digna, sobre todo, por ver como el bueno de Xavier acaba cerrando un círculo que en realidad siempre estuvo ahí.
Crítica: Antonio Garrido
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