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Título: La vida secreta de Walter Mitty (The Secret Life of Walter Mitty)
Director: Ben Stiller
Guión: Steve Conrad, James Thurber
Reparto: Ben Stiller, Kristen Wiig, Adam Scott, Patton Oswalt, Shirley MacLaine, Kathryn Hahn, Sean Penn, Finise Avery, Joey Slotnick, Toshiko Onizawa, Adrian Martinez
Duración: 114 minutos
Año: 2013
País: EE.UU.
Música: Theodore Shapiro
Género: Comedia. Aventuras. Remake
Productora: 20th Century Fox / Red House Entertainment / Truenorth Productions
Distribuidora: Hispano Foxfilm
Antes de empezar esta crítica he de confesar que me declaro fan absoluto de Ben Stiller. Para mí, es el creador y director de joyas tan rematadamente divertidas como “Un Loco a Domicilio” (1996), “Zoolander” (2001) o “Tropic Thunder: una Guerra muy Perra” (2008). Y no quisiera olvidarme de, la mal envejecida pero de agradable recuerdo adolescente, “Reality Bites” (1994).
Dicho esto, “La Vida Secreta de Walter Mitty” era todo un reto para la carrera como director de Ben Stiller. Al finalizar el visionado comprobamos, y queda demostrado, que sale victorioso de casi todos los aspectos.
La película es un batiburrillo de muchas cosas pero, sobre todo, es una apasionante aventura tremendamente bien realizada. La primera hora de metraje con, como las llama el propio Walter Mitty, “idas de olla” son espectaculares. Hay momentazos de magnitudes épicas como el de la subida al helicóptero mientras el personaje femenino, interpretado por Kristen Wiig (“La Boda de mi Mejor Amiga”, 2011), le alienta cantando la muy bien escogida canción “Space Oditty” del grande e inigualable David Bowie. O también los hay épicos pero por el surrealismo que destilan, como el de la escena que hace referencia a “El Curioso Caso de Benjamin Button” (2008), bizarrada agradecidísima –lo más Ben Stiller director de todo el filme–.
Luego, a partir de más o menos su segunda mitad, pasamos a un mundo real en el que las aventuras cobran el sentido del tema que aborda el filme: ser dueños de nuestro propio destino, vida y libertades. Y, aunque sigue teniendo grandes secuencias y sigue siendo muy entretenida, la narración se vuelve un tanto irregular hasta llegar al peor de los momentos cuando, en una escena futbolística, sale a relucir todo el azucarado hollywoodiense alcanzando cotas casi de vergüenza ajena. Por suerte para todos, el director y actor no se regocija en ello e inmediatamente, para apaciguar las aguas, volvemos a una divertida escena, con paliza incluida, filmada a través de Rayos X.
Además de todo esto, la obra destila una mirada cínica riéndose de sí misma. Se cachondea sin ningún pudor, echándose piedras sobre el tejado y auto bromeándose, a través de referencias a otras películas con las que ha sido y va a ser comparada como por ejemplo, “Forrest Gump” (1994).
Mensaje edulcorado, recursos narrativos discutibles en algunos momentos, un personaje que echa un poco para atrás en cuanto aparece… Sí, todos esos elementos están, pero la película es mucho más que cualquiera de esas cosas. Es un viaje épico y con mayúsculas acompañado de una banda sonora estupendamente bien seleccionada (José González, Junip, Jack Johnson, David Bowie…) y con una sonrisa que se quedará en nuestras caras hasta muchos minutos después de que los créditos finales hayan terminado.
Por último, hay que recordar que Ben Stiller dejó marcadas sus huellas en el cemento frente al histórico TCL Teatro Chino en Hollywood Boulevard el pasado 3 de diciembre, de esta manera pasa a formar parte de la multitud de artistas de cine a los que se rinde homenaje de esta manera.
Crítica: Antonio Garrido
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