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Título: La vida de Adèle, (La vie d’Adèle – Chapitre 1 & 2), (Blue Is the Warmest Color)
Director: Abdellatif Kechiche
Guión: Abdellatif Kechiche, Ghalya Lacroix (Novela gráfica: Julie Maroh)
Reparto: Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Salim Kechiouche, Mona Walravens, Jeremie Laheurte, Alma Jodorowsky, Aurélien Recoing, Catherine Salée, Fanny Maurin,Benjamin Siksou, Sandor Funtek, Karim Saidi
Duración: 175 minutos
Año: 2013
País: Francia
Género: Romance/Drama
Productora: Wild Bunch / Quat’sous Films / France 2 Cinema / Scope Pictures / Vértigo Films / RTBF / Canal + / CNC
Distribuidora: Vértigo Films
Aquí tenéis un link al tráiler
Es complicado reducir a unos simples párrafos todo lo que es “La vida de Adéle”. Podemos dejarlo en que es la libre adaptación de la obra “El azul es un color cálido” de Julie Maroh o la flamante ganadora de la Palma de oro del último festival de Cannes. Pero eso se queda muy corto. También podemos decir que fue la película que tomó el colectivo gay-lésbico como estandarte por su lucha en favor del matrimonio homosexual en el país galo. También podemos hablar de las polémicas que se han suscitado alrededor de la película, ya que tanto las actrices como la autora han renegado de la cinta y sus muy prolongadas escenas de sexo explícito han hecho correr ríos de tinta. Pero todo eso, aunque es mucho, es lo externo y “La vida de Adéle” es mucho más. Normal, en tres horas, da mucho tiempo.
Adéle (Adéle Exarchopoulos) es una preciosa chica de 15 años que vive con sus padres y estudia en un instituto. Como todas las chicas de su edad se deja llevar por sus amigas y piensa en chicos. Samir (Salim Kechiouche) es un muy atractivo compañero de instituto que pone sus ojos en Adéle y ella, alentada por sus amigas, queda con él, pero en el camino se cruza con una pareja de lesbianas, una de ellas una atractiva chica con el pelo azul. Esa chica es Emma (Lea Seydoux) y copará las fantasías de Adéle. Mientras intenta que la relación con Samir salga adelante, pero ella sabe perfectamente que sólo la chica de pelo azul es quien le interesa. Por ese motivo deja a Samir. Valentin (Sandor Funtek), su amigo gay, la lleva a un local de ambiente y allí ve pasar a Emma. Obsesionada por ella le sigue, se encuentran en un bar y la atracción surge al instante. Esta historia de amor se verá convertida en arte ya que Emma es una pintora de gran talento y quiere retratar a Adéle con toda la pasión que siente ambas. Y así es los años que viven juntas, pero la pasión que ambas sentían al conocerse, no es para siempre.
Abdellatif Kechiche es un director obsesionado con el mundo femenino y el cómic de Maroh, por mucho que sea una libre adaptación, le daba todo lo que necesitaba, en este caso las dos partes de un amor, el primero, cuando comienza y a continuación cuando se rompe y acaba. Eso si, en el cómic primaba más el activismo político-gay y el sentimiento de culpabilidad por la no aceptación de la condición sexual de la protagonista. Tal es el desapego al cómic que toma más “La vida de Marianne” de Marivaux como referencia, haciendo un paralelismo con esta obra.
Lo que le interesa a Kechiche es narrar esa historia apasionada sin estridencias innecesarias. Sólo el amor. Es más, realmente está rodado todo el proceso dramático de la confrontación con su entorno por parte de Adéle, pero se descartó en favor de despolitizar y hacer más importante la historia amorosa. Tan poco reivindicativa es con la temática GLT que, aunque es parte de la trama, tampoco sería necesario para contar la historia que fueran lesbianas, ya que podrían haber sido tanto gays como heteros. Lo importante es esa pasión.
Para ello utiliza el director muchos primeros planos y variantes y pocos generales salvo que la situación pida expresamente encuadrar la historia. Esto lo hace porque desnuda emocionalmente a Emma y Adéle. Es tal la penetración en los sentimientos y vidas de ambas que podría afirmar que hace una pornografía emocional absoluta, aún superior a las muy comentadas escenas sexualmente explícitas, puesto que no sólo las vemos reir, llorar, pelearse, follar, pegarse, enamorarse… sino que llegas a sentirte un voyeur.
De una forma casi hipnótica Kechiche nos cuenta bella y pausadamente todo el proceso antes comentado, definido perfectamente en los dos capítulos que indica el título original francés. Va desarrollando poco a poco esta relación en lo más intimo, como ya digo, sexo, pero también mientras comen, mientras duermen, descansan o leen. Es tal la parsimonia con la que se cuenta todo que son tres horas lo que dura la película. Es tal su intensidad, que se te hace corta y quieres ver más.
Pero, claro, esto no sería así de no ser por el muy acertado reparto en el que destacan sobremanera las dos actrices protagonistas. Adéle, con sus bellas curvas, su voluptuosa figura y rostro angelical, enamora a todo el que vea la película, pero es que además, con 19 años que tiene, le espera un futuro espectacular, porque ha sacado todo lo que tiene en su interior para dar vida a la protagonista. Si el polvo no ha sido de su agrado, lo tiene escrito en la cara. Si está enamorada, se le ve perfectamente. Si está celosa, empatizas con ella, pero, ojo, todo esto sin grandes aspavientos y sí con mucha profesionalidad. Hay que destacar que Adéle, el personaje, es casi completamente pasivo, se deja arrastrar y cuando cree las cosas perdidas es cuando reacciona. Es un personaje nada heróico, pero sí muy profundo en el que la transformación física del paso a la madurez es realmente sorprendente con apenas unos retoques.
Y Léa es la perfecta réplica. Apasionada, pedante, luchadora… si, lo es, pero sin quitar el protagonismo y haciendo creíble que es lesbiana.
Para no extenderme más voy a la nota y es un 9. Excelente. Bravo por todo el equipo por hacer una película que no es el enésimo ejemplo más del descubrimiento sexual y sí una historia madura entre personas que se aman y el desgaste que este amor sufre. Un regalo para el que le guste el cine.
Redacción: Juan Pablo Pérez Padial
Sinceramente, para que se hagan películas lésbicas como ésta prefiero que no se haga ninguna… porque mucho decir que visibilizan y normalizan pero parece que nadie ve que en realidad estamos en lo de siempre: las relaciones entre mujeres se convierten en objetos de morbo masculino y en escenitas degradantes de tetas y coños antes que en cualquier otra cosa, y eso es más un retroceso que un avance.
Soy lesbiana y estoy muy harta de escuchar tantas alabanzas absurdas a esta película que no es más que el desahogo pornográfico de las obsesiones de un director déspota. Fui a verla ilusionadísima porque el cómic me había encantado y tenía las esperanzas de encontrarme con algo igual de bueno o quizá mejor, pero no puedo expresar mi sorpresa al encontrarme tamaña basura… Quince minutos de porno lésbico completamente gratuito e injustificado que ensucian el resto del metraje y actúan a modo de llamada de atención desesperada (así como llamada a la recaudación, a la audiencia y a la crítica masculina) para disculpar tres horas insustanciales, desaprovechadas y vacías, con lo que podía haber dado de sí una temática inicial tan fantástica. El director sólo se preocupó de rodar tijeras y cunnilingus, no hay rastro de la profundidad de la novela gráfica, de su estética cautivante, de su buen gusto, de su sensibilidad, de su despliegue en cuanto a temas y motivos… sólo sexo explícito, poses ridículas y morbo facilón para arrastrar a la gente a verla y convertirla en vouyers.
Sin esas largas escenas de sexo la película habría ganado en dignidad y fuerza, precisamente es contraproducente a su causa este excesivo regodeo. En lugar de estas escenas (o de gran parte de ellas) se podría haber aprovechado metraje e incluir, por ejemplo, una escena de ataque homófobo de los que están tan tristemente vigentes en Francia u otros países europeos, eso sí contribuiría a una mayor sensibilización del público y no una escena como la de las tijeras con la que la película cae en el ridículo, se descalifica a sí misma y le da la razón a quienes afirman que es pornografía mostrada sólo con el propósito de excitar. ¿Cuál es la intención si no de regodearse de tal manera? ¿Si no vemos ocho orgasmos no entendemos la pasión entre ambas protagonistas? ¿O la “necesidad” de meter estos quince minutos de sexo salvaje era porque si no nadie aguantaría tres horas soporíferas viendo a una actriz con cara de empanada? Mucho más importante y vital para la trama era la escena suprimida en el montaje final de los padres de Adèle echándola de casa cuando la pillan en la cama con Emma, que en el cómic marca un punto de inflexión importantísimo en la vida de la protagonista y así debería haber sido igualmente en la película para entender mejor su desamparo y su soledad. ¿Por qué se suprimió entonces? ¿Para darle más minutos al sexo? Resulta incomprensible.
Me pregunto cómo es posible que nadie (o muy pocos) vean lo que es en realidad esta película: una fantasía pornográfica de un director heterosexual, basándose en un juicio apriorístico de cómo follan dos lesbianas que no es más que su propio deseo puesto en imágenes (y además tiránicamente, en plan “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo mientras babeo). De haber sido dos hombres los protagonistas (o un hombre y una mujer), el director jamás se habría recreado así en una escena sexual entre ellos y la película no habría sido tan brillante para los críticos. Si la pareja hubiera sido heterosexual y si el sexo, aunque realista, hubiera sido tratado de manera más sutil, de esta película ni se habla. Y mucho menos se la premia. Pero claro, a los críticos heterosexuales les ha gustado mucho y por eso ganó Cannes…
Por eso, lo que me escama de todo esto (aparte de que me es imposible simpatizar con un señor que ha hecho que sus actrices se sientan poco menos que abusadas…) es que el director ha reducido una historia compleja sobre el amor, la amistad, la intimidad… en una larguísima escena de sexo hecha desde el punto de vista de un observador masculino que reduce a las lesbianas y a las mujeres en general en objetos hipersexualizados cuyas prácticas sexuales deben ser aquellas que despiertan los deseos del público. Como siempre, se reduce a las mujeres (lesbianas o no) a lo mismo. Objetos. Objetos con los que vender, comerciar, excitar… objetos masturbatorios y poco más.
Esta película no hace ningún favor a la causa homosexual, más bien todo lo contrario.
Si me extiendo tanto y me expreso con tanta vehemencia es porque quiero que mi punto de vista (que es el de muchas lesbianas también) ayude a entender por qué tanta indignación justificada con esta película, por eso insisto en dar explicaciones de lo que considero que es un enfado lógico (el que también siente la propia autora del cómic) y no una pura histeria “porque sí”.
Recomiendo encarecidamente la lectura del cómic original para que cualquiera compruebe la diferencia por sí mismo en todo cuanto afirmo: claro que hay sexo, de hecho nadie niega la necesidad de que lo haya, pero está tratado de una manera completamente diferente: con buen gusto, sensibilidad y respeto. Son escenas estéticas y realistas, no tan facilonas, exageradas y burdas como en la película, donde la mirada masculina y casi onanista se delata por sí sola. La autora, Julie Maroh, también expresó su indignación al respecto. Conste, insisto, que en ningún momento se discute sobre no mostrar sexo en la película, de hecho es necesario y está justificado que se muestre, pero no ASÍ. El problema no es con el sexo explícito siempre que esté justificado y bien presentado. El problema es cuando se ha decidido mostrar una escena sexual larguísima con el único propósito de crear morbo gratuito y polémica para después querer tomar al espectador por tonto, hacerse el ingenuo y pretender venderlo como “arte”. Eso es lo indignante. Más que una relación sincera y realista entre dos mujeres parece una fantasía pornográfica bastante tópica (e incluso ridícula por determinadas posturas) de un hombre heterosexual.
Tened por seguro que si Kechiche hubiera dirigido “Brokeback Mountain” o una historia de amor con dos hombres como protagonistas, ni de coña se habría recreado tanto. Es por este cúmulo de circunstancias por el que las lesbianas nos sentimos tan ofendidas: se nos reduce siempre a lo mismo, al mismo papel de objetos destinados a dar placer o morbo a la audiencia… Es curioso que las mayores alabanzas procedan, justamente, de hombres heterosexuales; las mujeres, heteros o lesbianas, la ponen bastante peor y son mucho más críticas. Será quizá porque la cosificación sexual de la mujer es algo tan enquistado en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, lo tenemos tan admitido, que ni se permite darle la vuelta cuando alguien lo cuestiona (y entonces, de hacerlo, se nos tacha de histéricas, mojigatas o estrechas de mente, como si confundiéramos “abiertos de mente” con “necesidad de mostrar sexo explícito”) y, como siempre, se visibiliza a las lesbianas sólo para la consecución del placer masculino; se las muestra como objetos sexuales en la pantalla con la hipócrita excusa de que es necesario ver esas escenas pornográficas para entender la vida de la protagonista. Y así, la vida de Adèle se queda reducida a “La vida sexual de Adèle”. Una película fácil, vulgar, pornográfica, con todo lo que podía haber dado de sí (no se dedica apenas atención a la lucha interior de la protagonista, a los conflictos con sus padres y amigas ni la solución a los mismos, no se incide en la necesidad de una mayor visibilización y normalización, etc.)… Creo sinceramente que Kechiche no quiso desarrollar con la misma extensión y profundidad ningún otro tema más que el sexual, disfrazando tal cantidad exagerada de escenas pornográficas bajo tres horas de “cine” y “arte”. El director parece que sólo se dirige a un público específico para que alabe su obra. Podía haber hecho una verdadera maravilla, pero se dejó cegar por el recurso más fácil y explícito. Es verdaderamente una lástima.
Estoy completamente de acuerdo con la crítica, y creo muy sinceramente que la película no hace un «Ingrato favor» a la «causa homosexual», si bien la causa homosexual debería ser normalizar cualquier tipo de relación homosexual, y bien sabemos que existen películas de amor con escenas de alto contenido erótico y sexo heterosexual que no han causado tanta polémica -precisamente por tratar una historia heterosexual-.
La vida de Adèle nos cuenta una historia donde el amor es lo importante; en ningún momento me sentí denigrada por las escenas explícitas, para mí rodadas con toda la naturalidad, ni tampoco me llegué a sentir incómoda. Otra cosa para los que dicen que son excesivas; un par de escenas de sexo grabadas con la misma minuciosidad que las dos horas y media (pasadas) de película restantes, grabadas también con una minuciosidad absoluta no son para llevarse las manos a la cabeza, sino todo lo contrario; es algo normal que encaja dentro de la película, algo lógico. Sobre las comparaciones con el cómic: Esta película es una adaptación al cine hecha por un autor, éste autor ha cogido una idea que ha germinado en otra (y esto no es la primera vez que se hace, reitero).
En definitiva, ¿cuándo nos escandalizaremos de ver escenas de sexo realmente innecesario en películas de acción, por ejemplo? Ah, el doble rasero, cómo nos gusta…
pienso lo mismo es la pelicula mas hermosa que he visto , y ,la mas dolorosa