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Sección: Secció Oficial Fantàstic Especials
Título: A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III. Director: Roman Coppola. Guión: Roman Coppola. Reparto: Charlie Sheen, Jason Schwartzman, Bill Murray, Patricia Arquette. Duración: 86 minutos. Año: 2012. País: Estados Unidos. Fotografía: Nick Beal. Productora: American Zoetrope. Montaje: Robert Shafer.
Calificación personal: 5/10
Con Jason Schwartzman («Moonrise Kingdom», Wes Anderson, 2011), Bill Murray («Los Límites del Control», Jim Jarmusch, 2009) y Patricia Arquette («Human Nature», Michel Gondry, 2001) en el reparto, las expectativas eran muy altas.
Si añadimos a las interpretaciones, y como protagonista, a Charlie Sheen, el Charles que da título a la película –llamándose como él mismo en todos los personajes que caracteriza desde hace varios años, ¿alguien sabe por qué? ¿Lo exige por contrato? ¿Su personaje es ya tan icónico que los guionistas y directores optan por darle su mismo nombre generando así una broma/guiño para con los espectadores? Quién sabe…–, las expectativas aumentan por ver cómo, después de su polémico despido de la ya mítica serie Dos Hombres y Medio (aún en antena con Ashton Kutcher como sustituto) y toda su azarosa vida, se las iba a desenvolver junto con el elenco de actores citados anteriormente.
Y ya, por último, si agregamos que el director y guionista es Roman Coppola –sí, exacto, hijo de Francis y hermano de Sofia–, colaborador habitual del grandioso y muy personal Wes Anderson, pues las expectativas ya están a niveles altísimos. Y qué pena porque no ha sido así.
El inicio de la película empieza muy bien, de largo lo más logrado de todo el film. Después de un torpe y vergonzoso accidente debido a la ruptura con su última novia Ivana, interpretada por Katherin Winnick (Lagertha de la serie Vikingos, 2013), Charlie ingresa en el hospital. Allí, con las intercaladas visitas de su mejor amigo (Jason Schwartzman), su cuñado (Bill Murray) y su hermana (Patricia Arquette) recuerda, revive e inventa momentos de su vida que mucho tienen que ver con las mujeres con las que ha estado pero, sobre todo, con la que le ha dejado. En ese primer acto toda la hiperactiva imaginación de Charlie funciona y queremos ver más, como se mezclan esas fantasías con la realidad, parece que todo va a ir bien, muy bien de hecho. Pero no, lo malo llega cuando le dan el alta del hospital y vuelve a casa. A partir de ahí, a excepción de ver a Charlie Sheen hablando castellano (como lo hacía Michael Cera el día anterior en Magic Magic, Sebastián Silva, 2013), poco más hay que ver. La narrativa se vuelve cada vez más lenta y pesada. Los personajes se vuelven insulsos y anquilosados y Charlie Sheen acaba no estando a la altura del protagonista que debiera.
Mucho esfuerzo por montar un imaginario hipster y moderno pero poco esfuerzo en hacer que la historia de amor frustrado de Charles Swan III nos parezca interesante.
Redacción: Antonio Garrido
Enviado especial al Festival de Sitges
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