Leo esta mañana que “Iron Man 3” se ha convertido ya en la quinta película con más recaudación de la historia. No me sorprende, la verdad, ya que lo tiene todo para triunfar. Y cuando digo que lo tiene todo es por algo, ya que sigue todos los patrones de la fórmula del éxito en Hollywood. ¿Una fórmula del éxito? Pues si. Los grandes estudios llevan años patentando la forma de ir entreteniendo al personal mientras se forran. ¿No son originales estas propuestas? No. Y, ¿a quién le importa? Al público mayoritario, que es quien paga por ello, no es algo que le preocupe. De hecho, les gusta, así que, hasta que esta forma de empaquetar películas quede obsoleta, vamos a ver muchos ejemplos más de cine-formula.
¿En qué consiste este cine-formula? Es muy simple. Ponemos un tío macizo y carismático al frente de la producción. Esto ya descarta a muchos actores. Nunca veremos a Phillip Seymour Hoffman siendo el protagonista absoluto de una gran superproducción, por mucho que sea un actor superlativo, ni a Woody Allen. De hecho ya ni a Harrison Ford quien, a sus 71 años, hace tiempo que dejó de ser cabeza de cartel. Pondremos a un Tom Cruise -quien a sus cincuenta y algo aún da el tipo- o un Chaning Tatum, que son esos actores por los que las mujeres suspiran y que los hombres aspiran ser.
Tenemos que poner a una chica. Da igual que la trama lo requiera o no, pero una chica va a arrastrar en cierta medida al público femenino. Ha de ser una chica fuerte, con diálogos llenos de dobles sentidos, demostrando que no es un mero florero y empatizar así con la mujer media, no muy dada a deleitarse con vehículos de acción. Scarlett Johanson en Los Vengadores es un ejemplo. Su personaje, la viuda negra, está metido con calzador para que no acusen a Disney/Marvel, los productores, de machismo, a la vez que tiene un ceñidísimo traje que levanta… pasiones.
Luego tenemos al malo. Disney hace años descubrió la fórmula del villano. Una peli de Disney sin los villanos serían un pastel intragable. Un villano tiene que salir poco dando un aire misterioso a su maquivelico plan. Da igual el que sea, robarle un chupete a un niño o dominar el mundo, no importa, su métodos son retorcidos y ha de ir un paso por delante del protagonista. El villano ha de ser interpretado por un buen actor que de rienda suelta a su vena más histriónica. Y si tiene un punto de humor macabro, más gusta al público. No en vano, los villanos más recordados de la saga de Batman son las dos encarnaciones del Jocker. Tanto Jack Nicholson como Heath Ledger sedujeron a la platea con un catálogo de atrocidades recubiertas con un espeso humor negro. En el fondo el villano saca a relucir esa parte malvada que todos tenemos oculta. El villano es lo que muchos querríamos ser: un tio hiperinteligente, deslenguado, con un montón de pasta y que hace lo que le viene en gana. Claro, vivimos en un bienintencionada sociedad que ha capado esa vena mefistofélica, así que la vivimos en la piel de los villanos. ¿Quién no querría ser el Tony Montana encarnado por Al Pacino en “El precio del poder (Scarface)” o el mencionado Jocker de Heath Ledger?
En cuanto a nivel de guión tenemos lo que antes se solía conocer como la serie “B”, esto es, tramas simples donde sabes en todo momento qué es lo que va a pasar.
No es una sorpresa que James Bond le pateara el culo a Javier Bardem en Skyfall o que John McClane se cepille al villano de turno gritando aquello de “yippe kai yi”, o como sea, en cualquier peli de la ya Jungla de cristal. Antes este tipo de películas no pasaban de los 90 minutos. Hoy, para dejarles algo que decir entre tanto efecto especial, suelen durar unas dos horas. Entonces la película – estoy hablando de los grandes films-formula de los grandes estudios- suele cosar entre 120 y 140 millones de dólares. Si el estudio quiere una buena reacción crítica e incluso algún premio y que algún público no focalizado en el género de acción vaya a ver la película se contrata a actores de reconocido prestigio como es el caso de Robert Redford en “Capitán América 2: el soldado de invierno”, cualquiera de los actores secundarios de la saga Harry Potter o Morgan Freeman, que está en casi todas las películas estrenadas en los últimos años. Entonces se cuida un poco más la historia (no mucho más en el caso de “El caballero oscuro: la leyenda renace”, despropósito argumental donde los haya) con lo que hinchamos duración, lo que oscila entre 150 y 180 minutos. Para esas tres horas de tu vida se pueden gastar perfectamente unos 200 millones de dólares. Sobre si esta cantidad es desproporcionada se puede hablar largo y tendido, pero en otra ocasión mejor.
El guión ha de plantear un principio que nos deje con la duda, una trama en la que el protagonista parezca estar totalmente perdido y una resolución sorpresiva para que todo el mundo sepa que es una película interesante y llevar a los que detestan las películas de Van-Damme. Ha de tener humor, sin pasarse, para los que buscan escapismo puro y duro. Y falta el ingrediente más importante, que sean aptas para toda la familia, esto es, poder llevar a niños, sin que esto signifique que sean infantiles. De las 15 películas más taquilleras de la historia 6 son de Disney; por algo será. “Piratas del Caribe: el cofre del hombre muerto”, “Piratas del Caribe: en mareas misteriosas”, “Alicia en el País de las maravillas”, “Toy Story 3”, “Los Vengadores” y ahora “Iron man 3” lo demuestran. Harry Potter también está en esa lista porque cumple a rajatabla estas máximas, asi como el 007 “Skyfall”, la tercera parte de “Transformers” o las 3 horas del desenlace de la trilogía de la Tierra Media “El señor de los anillos: el retorno del rey”
Por otro lado tenemos un montón de efectos especiales que hacen que veamos a la cámara moverse por lugares imposibles físicamente. La saga “A todo gas” es un buen ejemplo de esto. No tiene grandes bestias digitales ni fantasiosos paisajes que pueblen su metraje, pero sí que tienen multitud de tomas de cámara imposibles, lo que vienen siendo las “fantasmadas”, hechas por ordenador que, de tan bien hechas que están, nos engañan haciendo creíbles esas imposibles fantasmadas. Parece mentira, pero un personaje clásico como es Sherlock Holmes también está pasando por el maquillaje de los efectos especiales hasta a la hora de dar golpes, haciendo que veamos a cámara lenta cómo se balancean las carnes maltratadas en el díptico sobre el detective británico dirigido por el ex de Madonna, Guy Ritchie. Esto hace caras estas películas, pero gusta en general al que paga su entrada. Si hasta un clásico como “El gran Gatsby” cuesta un dineral porque hasta el último plano de sus fotogramas está retocado digitalmente.
Ni tan siquiera el Top/pastón que son el díptico de James Cameron “Titanic” y “Avatar” se salen de estas premisas. La única excepción es el final de la peli del barco, en la que el protagonista, creo que todos la habrán visto ya a estas alturas, ¿no? Fallece. Es también la única en el que el hilo conductor de la historia es una mujer. Esta, aunque parezca mentira es la formula de los 30/40, la formula de “Lo que el viento se llevó”. Esto indica que en unos años caerá en desuso esta formula.
Por supuesto esta formula no es infalible, pero casi siempre es por culpa del incumplimiento de alguna de estas premisas. Así “Green Lantern” tenía unos villanos que más que otra cosa daban grima y un héroe prepotente que hacía que no pudieras conectar con él. Películas como “John Carter” o “Sahara” sufrieron de directores inexpertos que hicieron que los presupuestos se dispararan hasta cantidades desorbitadas. Una mujer como hilo conductor es complicado que triunfe, porque a los hombres nos intimida una mujer más resolutiva que nosotros -eso es cierto, mal que le pese a muchos- y a las mujeres la acción no les llama mucho. Esto hace que el director de ese pelotazo que fue “300” viera su carrera peligrar con la demasiado psicodélica y femenina “Sucker Punch”. Por otro lado, las películas basadas en villanos, como la citada Scarface, son complicadas, porque pueden ser un tremendo fracaso, ya que vivimos en una época de conservadurismo grande y estas películas ya no dan el dinero que como “El padrino” daba en otras épocas. Sin un villano fuerte, la película se queda descafeinada, como es el caso de “Sky captain y el mundo del mañana” o “Memoria letal”, donde los villanos eran tan descafeinados que, de puro ridículo, las películas eran absurdas. En general todas las películas mencionadas en este párrafo han sido grandes descalabros económicos, lo cual corrobora la exactitud de la mencionada formula.
Pero en general, “El hombre de acero” o el segundo “hobbit” volverán a usar esta afortunada formula que tanto agradará tanto a fans como a productores. Volveremos a ver cómo hacen números desorbitantes y volveremos a escuchar cómo el cine de verdad ha muerto, mientras los productores con visión de la industria han encontrado la receta para vivir millonarios hasta como para donar la mitad de sus bienes sin que ello haga que ni se inmuten. Y si, estoy pensando en George Lucas, quien, sólo en 2012 ganó más de 1000 millones de dólares. Y ojo, que no falten ni estos productores ni estas producciones que son, al fin y al cabo, las que hacen que “Argo”, “Lincoln”, “Pulp fiction”, “En tierra hostil” o “El paciente inglés” se puedan hacer con un gran presupuesto y sin grandes beneficios, pero con gran calidad.
Redacción: Juan Pablo Pérez-Padial
Cuánto cinismo en un solo artículo. Ojo, que razón no le falta, pero son blockbusters de lo que estamos hablando. Analizarlos desde este ángulo es como explicar un chiste: el que no lo hubiese entendido todavía probablemente tampoco lo va a entender, y para todos los demás lo único que se consigue es quitarle la gracia.
Lo dicho, un artículo certero pero muy cínico.