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Título: Una merienda en Ginebra (Un berenar a Ginebra)
Dirección: Ventura Pons
Guión: Ventura Pons (Novela: Josep Maria Castellet)
Reparto: Joan Carreras, Óscar Intente, Vicky Peña, Cristina Plazas, Òscar Rabadan
Género: Drama
Duración: 90 minutos
Año: 2012
País: España
Música: Albert Guinovart
Fotografía: Sergi Gallardo
Productora: Els Films de la Rambla S.A. / Televisió de Catalunya (TV3)
Distribuidora: Alfa Pictures
Parece mentira que el director Ventura Pons hace años fuera uno de los directores más venerados del panorama cinematográfico español y uno de los estandartes del cine catalán, con una película cada año en la Berlinale, hoy día estrene de puntillas esta TV movie. Pero, ¿es esta la vuelta a su antiguo estatus de director prominente?
El editor Josep Maria Castellet (Joan Carreras) y su esposa Isabel (Cristina Plazas), hacen una visita en su residencia en Ginebra a la escritora exiliada Mercè Rodoreda (Vicky Peña). La escritora, habitualmente reservada, en aquella tarde comienza a contar su vida con todo lujo de detalles: su relación con el también escritor Armand Obiols, su niñez y juventud en la república, su paso por la guerra civil y la segunda guerra mundial, al exiliarse en Paris, su difícil estancia en la capital suiza y la escritura de su novela “La plaza del diamante”
Decía antes que Ventura Pons fue en su momento uno de los directores de referencia de los 90 con “El porqué de todas la cosas” (1995) como su primer film de reconocimiento, al que siguieron el formidable “Actrices” (1997), “Caricias” (1998), “Amigo/Amado” (1999) y “Morir (o no)” (2000), cintas donde desde una claridad expositiva mostraba pequeños o grandes dramas, más o menos escabrosos, pero siempre interesantes, lo conflictivo de la realidad humana. En “Anita no pierde el tren” (2001) perdió el favor del público y con “Manjar de amor” (2002), también el de la crítica y por más que ha intentado volver a su estatus anterior con “Amor idiota” (2004), “Animales heridos” (2006) o “La vida abismal” (2007), todos ellos han pasado de puntillas por la carteleras, haciendo que hoy día el nombre de Ventura Pons esté más que difuminado entre los cinéfilos de este país.
En “Una merienda en Ginebra” el director vuelve a la teatralidad que le caracteriza y no me refiero a la hora de rodar, porque aquí opta por la muy de moda cámara temblorosa, sino al guión en sí, que aunque basado en un libro, está perfectamente estructurado como si de una obra de teatro se tratase. El guión tiene un envaramiento propio de la obra escénica y aunque está bien estructurado y tiene la capacidad de repasar toda la vida de la escritora sin salir de la habitación –todo un logro–, hay diálogos forzados para comentar las obras de la escritora, su estilo y sobre todo, momentos para explicar al espectador lo que se está contando, que no están del todo bien encajados. A esto se añade que el personaje de Isabel, aunque luego nos digan la importancia que tiene, no aporta absolutamente nada durante todo el metraje y realmente sobre.
En cuanto a la dirección en sí, como ya digo, tira de la cámara temblorosa sin que ésta aporte nada salvo el rollo modernillo. Si la intención era mostrarlo cercano al documental, algo subrayado por la baja calidad del video con el que ha sido grabada esta TV-movie, esto queda rápidamente tapado por la muy clásica composición del director, el decorado muy de cartón piedra y unas interpretaciones, de nuevo, excesivamente teatrales. De hecho la muy equivocada elección de Joan Carreras, quien no tiene la edad que requiere el personaje y no me lo trago como editor, tiene una química nula con la que se supone que es su esposa, Isabel, por lo que las miradas de ésta durante todo el metraje al que es su marido, quedan disueltas ante la falta de garra del actor. Y ya puestos, menciono a Vicky Peña quien durante la primera tercera parte de la cinta está sobre actuada intentando parecerse al personaje real, sin que el director haya sabido rebajar el tono que luego ella misma se encarga de ajustar, haciendo la narración de una aventura épica que no vamos a ver, tremendamente entretenida.
Ponemos nota. Por desgracia Ventura Pons no es el mismo que hace unos años y por más que se le pueda identificar con Mercè Rodoreda cuando dice que es el público quien decide quién se queda y no los tristes de los críticos, no va a ser este film quien le devuelva su estrella. Destacable que sepa narrar una aventura extraordinaria sin salir de cuatro paredes y Vicky Peña se sale cuando rebaja el tono, pero todo lo demás, soso. 5,5, esperando a ver por dónde tira Ventura Pons en el futuro.
Crítica: Juan Pablo Pérez-Padial
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