Crítica | “Ready Player One”, un viaje referencial por nuestros corazones cinéfilos

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Ficha técnica | Título Original: Ready Player One. Dirección: Steven Spielberg. Guión: Ernest Cline, Zak Penn (Novela: Ernest Cline). Dir. Fotografía: Janusz Kamiski. BSO: Alan Silvestri. Reparto: Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn, Lena Waithe, T.J. Miller, Simon Pegg, Mark Rylance. Género: Ciencia-Ficción, Aventuras. Duración: 140 mins. Año: 2018. País: Estados Unidos. Producción: Warner Bros., Amblin Entertainment, De Line Pictures, Village Roadshow Pictures, Reliance Entertainment. Distribución España: Warner Bros. Pictures España | Tráiler en castellano

Futuro distópico. Año 2045. Mientras las grandes multinacionales se reparten las ganancias de un mundo en decadencia, la mayoría de la población mundial vive hacinada en torres formadas por autocaravanas. Es también el caso de Wade Watts (Tye Sheridan), un joven aficionado al videojuego de realidad virtual llamado OASIS que, con todas las posibilidades imaginables que ofrece, le proporciona una vía de escape, como a tantos otros ciudadanos que dedican más tiempo al juego que a la deprimente y oscura vida real.

El excéntrico creador de OASIS, James Donovan Halliday (Mark Rylance), que amasa una inmensa fortuna con su compañía GSS, es un gran fan de los años 80. Tras su muerte se anuncia que el juego contiene un Easter Egg. Quien lo encuentre heredará toda su fortuna. El joven Wade decidirá, como tantos otros, lanzarse a la carrera para encontrar el Easter Egg, resolviendo un rompecabezas cuyas claves están basadas en la cultura popular de los años 80 y así conseguir el preciado galardón. Comienza entonces una frenética carrera en la que la única opción para sobrevivir es ganar.

Este fascinante viaje plagado de recuerdos, guiños, homenajes y referencias a una época y cultura que recordamos con cariño, me cautivó desde el minuto uno. Toda una experiencia cinematográfica, de las que solamente se viven una vez. Quien mejor que Spielberg para emocionarnos y sacar el niño que todos llevamos dentro, sabedor de lo que tiene entre manos y que el propio autor de la novela, Ernest Cline, adaptó para él. Poco importa que los personajes sean a veces planos o con poca profundidad, ni que el villano sea puro tópico, o que incluso algunas situaciones sean algo casuales.

No amigos, eso no es lo importante en “Ready Player One”, aquí lo importante es desconectar como hacíamos con esas viejas aventuras de los maravillosos 80’s. Dejarse llevar por un viaje alucinante y sobretodo, disfrutar como niños, con sus aventuras, su humor, su genial banda sonora, sus continuas referencias para sacarnos la sonrisa y todo ello envuelto en una emotividad que ya pocas veces se ve hoy en día. Y en eso Spielberg es un maestro. Lo ha vuelto a hacer, nos ha vuelto a maravillar durante casi dos horas y media, que por cierto se pasan volando. Es increíble y motivo de estudio lo que este hombre es capaz de hacer, igual te rueda un drama sobre hechos reales o te ofrece la otra cara de la industria sorprendiendo con una gran superproducción.

Por otro lado, sería injusto centrarse sólo en la excelente labor de Spielberg como director. La elección de los actores, en este caso, es absolutamente perfecta, desde los protagonistas hasta los secundarios, pasando por el villano, por muy tópico que suene, todos ellos están espléndidos. Empezando por el cada vez más habitual Tye Sheridan, con su carisma natural, cada rol de los compañeros con su particular personalidad, el camaleónico Ben Mendelsohn, que parece salido de una de “Star Wars”, pasando por el inconfundible Simon Pegg, o el cada vez más interesante Mark Rylance, componiendo uno de sus más delicados personajes vistos hasta ahora en su carrera.

No puedo terminar la críticas si hablar de la magistral banda sonora, no sólo la elección de temas para ambientar escenas aprovechando para tocarnos la fibra sensible. Sino también la banda sonora creada para la ocasión. A cargo de Alan Silvestri en lugar del habitual de Spielberg, John Williams. Sin embargo, en este caso es de lo más acertado, pues suyas son algunas de las composiciones mas recordadas de los 80, con la partitura de “Regreso al futuro” a la cabeza. Una elección lógica y perfecta.

En definitiva, una obra maestra de nuestros días. Fascinante es quedarse corto. Una delicia. Una experiencia.

Crítica: Adrián Casariego Casal

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