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Título: La gran seducción (The Grand Seduction)
Dirección: Don McKellar
Guión: Ken Scott, Michael Dowse
Reparto: Brendan Gleeson, Taylor Kitsch, Gordon Pinsent, Liane Balaban, Mark Critch, Mary Walsh, Morgan T. Lee
Género: Comedia
Duración: 115 minutos
Año: 2013
País: Canadá
Música: Paul-Étienne Côté, Maxime Barzel, François-Pierre Lue
Fotografía: Douglas Koch
Productora: Max Films inc. / Morag Loves Company
Distribuidora: A Contracorriente Films
“La gran seducción” es de esas películas que cuando acabas de verla te da esa sensación de estar ante algo entretenido, pero que si hubiera indagado más en los temas sociales podría haber sido mucho más interesante y un film mucho más complejo en términos dramáticos. Puede que tanto el guionista y el director sólo buscaran mostrarnos una comedia simpática, condicionando los elementos serios a los cómicos, pero entonces es difícil de entender algunas situaciones que suceden en la película que buscan una exaltación dramática y que en cierta manera dan la sensación de relleno sin sentido.
La película gira sobretodo entorno a Murray French (Brendan Gleeson), un hombre que ha vivido toda su vida en un pueblo pesquero que en el pasado había subsistido de la pesca y que en la actualidad la mayoría de sus habitantes deben de sobrevivir con un subsidio del gobierno que apenas les deja llegar a fin de mes. Todo cambiará cuando una empresa petrolífera intente establecer allí una fábrica de tratamiento de residuos que podría solucionar las desdichas de los habitantes del lugar. ¿El problema? La empresa requiere que el emplazamiento tenga un médico, cosa de lo que el pueblo carece. Cuando por casualidad aparece Peter Lewis (Taylor Kitsch), un cirujano plástico, verán que puede ser la solución a sus problemas, pero para ello Murray y todos los habitantes del pueblo deberán conseguir que una persona acostumbrada a la gran ciudad decida trasladarse a su puerto pesquero intentando complacerle en todo lo que puedan para que se quede como médico del lugar y salvar así la existencia de éste.
El relato de la película se nos presenta mayormente en forma de una comedia simpática con algunos elementos dramáticos, que en cierta manera recuerda en algunos aspectos a uno de los grandes cineastas sociales europeos, “Ken Loach”, pero mientras el director británico la mayoría de veces utiliza el humor para suavizar la parte troncal dramática de sus films sociales, aquí el drama sólo se utiliza para crear el conflicto, pero desarrollándolo en forma de comedia. Esto hace que “La gran seducción” funcione de forma ligera y agradable, pero que sea fácilmente olvidable por la falta de algún elemento realmente diferencial de las otras muchas películas de corte similar.
A nivel técnico la película no destaca en nada, siendo tanto a nivel de dirección como de fotografía muy convencional. En el plano interpretativo sobresale la notable actuación de Brendan Gleeson en el papel de Murray French y a la secunda adecuadamente Taylor Kistch en el papel del doctor Lewis. Es una pareja que funciona bien dentro del film y eso se transmite fuera de la pantalla.
Otro aspecto que hay que recalcar es que nos encontramos ante un remake de una película canadiense del 2003 y, sinceramente, no puedo entender que 10 años después se vuelva a hacer otra igual en su mismo país. Son cosas realmente incomprensibles.
Crítica: Nacho Lapuente
¡Buenísimo! Pocas veces un remake llega al nivel de la película original. En el caso de “La gran seducción”, logra mantener (y mejorar, en algunos momentos) lo que ya pudimos ver hace 10 años de la mano del director Jean-François Pouliot. En esta nueva versión seguimos sin salir de Canadá, aunque cambiamos el francés por el inglés. La propuesta actualizada de Don McKellar nos vuelve a situar en un pequeño pueblo costero de Quebec, donde sus habitantes tratarán de ‘seducir’ al nuevo doctor para que se instale permanentemente. Este remake se gana a pulso la categoría de ‘cine para toda la familia’ gracias a los recurrentes tópicos y divertidas escenas que se suceden sin cesar. Sin embargo, la película vuelve a caer en los tópicos propios de las películas rurales, como la idea de que la gente verdaderamente auténtica vive en los pueblos. En definitiva, nos presenta un pueblo hecho a la medida del personaje de Taylor Kitsch, pero realmente trata de convertirse en el destino perfecto para el espectador. Ver esta propuesta nos asegura, dos horas de deliciosa comedia rural, junto con unas irresistibles ganas de viajar lejos de la gran ciudad.