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Ficha técnica | Título: Cherry Pie. Director: Lorenz Merz. Guión: Lorenz Merz. Reparto: Lolita Chammah, Marie-Claire Boscher, Fiorella Campanella, Henrie Campanella, Orfeo Campanella. Duración: 85 minutos. Año: 2013. País: Suiza. Fotografía: Lorenz Merz. Productora: 8horses. Distribuidora: Good Films.
Ponerme delante del papel en blanco para realizar la crítica de “Cherry Pie” se hace difícil. La razón de tan complicada tarea es que estamos ante una película que no sigue una línea argumental como la que estamos acostumbrados en la mayoría de las películas. Esto hace que en determinados momentos el espectador se sienta perdido ante esa falta de argumento. No hay acción, pero sí omisión, imaginamos las cosas por las deducciones que sacamos de lo que vamos viendo, que no es poco, porque de imágenes se nutre la cinta. Imágenes que son bellas en todos los aspectos, desde lo natural hasta lo humano.
Se trata de la ópera prima de Lorenz Merz. Y en esta primera incursión como director de un largometraje se lanza a la piscina presentando un producto fuera de los cánones de lo comercial y decididamente distinto.
En “Cherry Pie” nos desplazaremos junto a Zoe, interpretada por Lolita Chammah, como si de unos compañeros invisibles se tratara, a través de un viaje sin rumbo y sin destino para huir de sí misma. En un principio parece una adolescente más, caprichosa y enfadada con el mundo, descontenta con la visión de la vida que esos años te imponen, pero poco a poco te vas uniendo a ella sin saber cómo para finalmente cogerla de la mano en ese peregrinaje.
La película, dividida en ocho partes numeradas, donde el número uno pondrá el punto inicial y final, como si un círculo se cerrase, nos traslada a un mundo vacío de emociones, que transmite sentimientos de soledad y de aislamiento. Lo encomiable de esta comunicación entre “Cherry Pie” y el espectador es que se hace sin apenas diálogos, no hay prácticamente conversaciones o voces que resuenen en el celuloide; me aventuro a decir que serán unas veinte o veinticinco líneas de texto las que aparecen durante todo el metraje.
Y es que Lorenz Merz se centra en la fotografía, en lo visual, enseñándonos lugares de tránsito donde Zoe parará momentáneamente sólo el tiempo necesario para continuar su viaje después. Así, entre imágenes de carreteras, ruidos de coches y de tráfico, Merz nos llevará a una gasolinera y de ahí a un ferry fantasmal, sin una sola persona visible, donde el asfalto dejará paso al mar como camino de huída de Zoe. En todos estos ambientes la protagonista será como una presencia flotando entre el mobiliario, habitando un mundo que parece ajeno a su presencia hasta puntos insospechados.
Al igual que no hay apenas diálogos, el argumento también pasa a un segundo plano. No sabemos de qué huye la protagonista. Tan sólo se esbozan algunas posibilidades que el espectador elegirá y dará por buenas según la elección personal de cada uno.
Y mientras elucubras el por qué de ese abandono del hogar, Merz pasea ante tus ojos a una Zoe cada vez más perdida, que cuanto más se aleja de sí misma más va dejando atrás, hasta tal punto se despoja de su vida anterior que toma prestada la ropa de otra mujer. Camina con sus zapatos y se pinta con su barra de labios para finalmente quizás desaparecer o fundirse con el mundo.
Lolita Chammah se pone en la piel de Zoe realizando un trabajo destacable, siendo como es el único pilar de toda la cinta. Transmite, cuando tiene que hacerlo, desasosiego, confusión, sorpresa y despista al espectador que quiere meterse en su cabeza para saber qué pasa por ella, por qué está donde está y qué piensa hacer de ahí en adelante. Parece digna merecedora de recoger el testigo de su madre, la gran actriz Isabelle Huppert.
Como vemos, se trata de una cinta difícilmente clasificable, que seguramente no deje a nadie indiferente, para bien o para mal, pero de momento parece que ya ha dado su primer fruto, ya que ha sido galardonada con el Premio Luna de Valencia al mejor largometraje en el Festival Internacional de Cine de Valencia-Cinema Jove. Este reconocimiento lleva consigo una dotación de 30.000 € para su distribución en España.
Crítica: Claqueta
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