.
Director: Carlos Iglesias
Guión: Carlos Iglesias
Reparto: Carlos Iglesias, Javier Gutiérrez, Nieve de Medina, Luisber Santiago, Adrián Expósito, Isabel Blanco, Eloisa Vargas, Iñaki Guevara, Esther Regina, Isabelle Stoffel, Tina Sainz, Roberto Álvarez, Aldo Sebastianelli, Ángela del Salto, Marta Puig
Duración: 100 minutos
Año: 2014
País: España
Música: Mario de Benito
Fotografía: Paco Sánchez Polo
Género: Comedia
Productora: Gonafilm
Distribuidora: Festival Films
Han pasado siete años desde que Martín y su familia dejaron Suiza y volvieron a Madrid. Ahora, en 1974, con motivo del bautizo del segundo hijo de Marcos, los antiguos amigos se reencontrarán y se producirá una nueva invasión de españoles que revolucionará Uzwil.
Carlos Iglesias vuelve con la continuación de las aventuras vividas por sus padres y por él mismo durante su infancia, adolescencia y juventud. En este caso, en el año 1974, el detonante de los que piensan en marcharse, ya se han marchado o no quieren volver a España, lo hacen por la crisis del petróleo que tuvo lugar durante aquellos años.
Iglesias no cambia de género pero, si en la primera parte, “Un franco, 14 pesetas” (2006), la balanza tenía más peso en el lado dramático, en esta segunda el peso recae en la parte más cómica y de enredo. Por un lado, se agradece porque la película se mueve entre la sonrisa y la ternura que desprenden muchos de sus personajes, sin embargo, por otro lado, el poso agridulce que dejaba la primera parte en lo que suponía la tragedia de tener que emigrar y alejarse de los seres queridos, en esta ocasión prácticamente ni se vislumbra. Iglesias apuesta por la comedia costumbrista y castiza. No busquen la carcajada porque no la encontrarán pero la película se deja ver con facilidad y, además, entretiene y divierte en casi todos sus pasajes.
Se nota el amor y la pasión que el director y actor siente por Suiza porque si algo transmite el filme, al igual que su antecesora, es ese contraste entre el Madrid urbano y plagado de ciudadanos Vs. la Suiza tranquila de montes verdes y pueblos pequeños. Viendo los paisajes dan ganas de dejarlo todo y largarse una temporadita a los Alpes suizos.
Consciente o no (seguramente sí) el director consigue crear una analogía entre la crisis de aquella época y la que vivimos actualmente. Da que pensar pero no va más allá. La pretensión de Carlos Iglesias es, pura y llanamente, entretener a través de anécdotas reales que vivieron sus padres, él mismo y muchos otros que se vieron obligados a marcharse en busca de una vida mejor.
Se echa de menos algo más de ambición temática en la idea migratoria y quizá una mejor selección de casting en el reparto más joven pero lo dicho, una película para evadirse y que busca ampliar el público que ya consiguió en su primer capítulo.
Crítica y fotografía: Antonio Garrido
Deja una respuesta