Star Wars Knights Of The Old Republic, también conocido como SWKOTOR, es un juego del 2003 (si, tiene sus añetes) que salió para Xbox, Mac y PC, y fue desarrollado por la compañía BioWare y distribuida por LucasArts.
Primero, no confundamos SWKOTOR con el juego Star Wars The Old Republic (SWTOR), un juego multijugador masivo un tanto más reciente. Como podemos ir intuyendo, la originalidad de las compañías a la hora de poner títulos empieza resentirse un poco, pero ahí no me meto.
El motivo por el que me he inclinado a analizar este juego (y casi por efecto rebote su segunda parte, porque son bastante parecidos) es el encanto que aún conserva para mí. Adoro los RPG’ s, y SWKOTOR es exactamente el tipo de RPG que me gusta. Otros juegos de ese tipo con un sitio en mi corazón son “Neverwinter Nights” y “Draqon Quest 7: El periplo del rey maldito”, los cuales quizá analizaré un día de estos tras jugarlos y refrescar un poco la memoria. El tipo de RPG perfecto para mi es aquel que te permite modelar un tanto a tu personaje mediante el aspecto, muestra una historia bastante pegadiza, te permite tomar decisiones a lo largo del juego, tiene misiones y áreas opcionales y una considerable variedad de equipamiento que se puede ver en el personaje (o sea, tu aspecto cambia según lo que llevas equipado). A los otros dos juegos anteriormente mencionados les falta algún que otro de estos elementos, pero SWKOTOR resulta poseerlos casi todos.
En lo que a la historia del juego respecta, te despiertas a bordo de una nave que está siendo atacada. Quién eres y qué narices pasa escapa un poquillo a tu entendimiento en esos momentos, además de estar rodeado de señores que quieren matar a otros señores. Total, que acabas refugiándote en la academia jedi de Dantoonie, donde aprendes que hay un mapa estelar dividido en partes (esparcidas por distintos planetas), que muestra la ubicación de lo que posiblemente sea la fuente de recursos militares del malote, que se llama Malak. Tu personaje (o más bien tú, que eres quien lo controla), decide por lo tanto ir a buscar esas partes del mapa estelar para enfrentarte al malo malote. Esa es la cuestión, que en vez de apalancarte en casa y decir “que otro salve la galaxia”, decides hacerlo tú mismo cuando careces de entrenamiento militar. Un aplauso.
Dejando de lado la trama principal, entramos en lo que es el juego en sí. Para empezar, se basa en combate por turnos a lo world of warcraft, por considerarlo de alguna manera. Una característica interesante es que el juego te permite poner el combate en una especie de “pausa” y asignar tus próximos ataques y los de tus propios compañeros. Esta acción es muy socorrida a la hora de establecer un plan eficiente al enfrentarte a varios enemigos y utilizar óptimamente las habilidades, por lo que me parece muy práctico (aviso que lo acabaréis usando sí o sí). Evidentemente, tiene un sistema de experiencia, niveles y habilidades, así que puedes ir escogiendo qué habilidades quieres poseer.
Pero lo que más destacó para mí (y mi elemento favorito en los RPG’ s si se ejecuta bien) es tu interacción con el entorno. Para empezar, puedes explorar los mapas libremente y puede que encuentres, por poner un ejemplo, una entrada a una cueva opcional. O, por ejemplo, si hablas con la gente en alguna de las ciudades, puede ser que te den alguna misión que hacer, y puede implicar ir a un lugar diferente. Quizá puedes resolver dicha misión secundaria mejor o peor, dependiendo si prestaste atención a todos los detalles y encontraste todas las pistas, o hackeaste robots para que ayudaran a defender y mantienes a todo el personal de un edificio con vida, etc. No sólo eso, al subir de nivel puedes asignar puntos a la habilidad “persuasión”. Esta habilidad te permite intentar persuadir al personaje con el que estés hablando dependiendo de la situación, y si tiene éxito (se basa en un porcentaje), quizá consigues información extra o alguna recompensa más suculenta. Y si no quieres tocar persuasión, ¿qué tal asignar puntos a “Seguridad”? Esta habilidad te permite abrir puertas o cofres si la tienes suficientemente alta, y, claro…. Las recompensas son siempre bien recibidas. Los enemigos tienen alguna probabilidad de soltar algún objeto que te sea útil, y si no, pues oye, quizá encuentras alguna armadura si exploras un poco.
Como podéis ver, el juego pone a tu alcance un montón de recursos que puedes usar o no, y yo adoro cuando eso ocurre (los uso todos), ya que mejoran y alargan la experiencia que el juego te aporta. Si quisieras podrías jugar pasando de las misiones secundarias, ignorando las tiradas de persuasión y dejando de lado las exploraciones para encontrar mejor equipamiento. Allá tú. Pero el juego durará bastante menos y podría complicarse bastante con equipo deficiente y nivel bajo. La experiencia completa dura lo suyo, y la duración siempre es un factor bienvenido en un juego, ya que amortiza el dinero gastado.
A lo tonto, te encariñas con algún personaje, ya que algunas conversaciones pueden ser memorables. En mi caso, por ejemplo, mi equipo siempre consistía de mis queridos dos robots: “T3-M4”, un robotito con cabeza de frisbee con el encanto de R2-D2 que obraba delicias a la hora de hackear computadoras o abrir cofres/puertas y “HK-47”, un robot sanguinario muy apto para el combate que añadía humor a las conversaciones con su toque cínico/sarcástico/sádico a más no poder. Ver a estos dos cachos de metal discutir en ocasiones era un momento digno de coger palomitas, y me entraban ganas de abrazarles y pedirles perdón mutuamente. Luego cogía el sable de luz o el rifle y mataba seres arácnidos que tenían una animación de muerte que da yuyu… ¡Arañas!
Resumiendo:
Pros:
– Una experiencia bastante larga y que al menos a mí me dejó muy buen sabor de boca
– Diálogos bastante elaborados, dependen de los compañeros que lleves en el equipo, así que en ocasiones resulta interesante experimentar con diferentes combinaciones
– Variedad de armas, armaduras, mejoras, etc, para que puedas confeccionar el tipo de personaje que te plazca
– Sistema de combate que, pese a ser por turnos, es dinámico e incluso desafiante en ocasiones, pero te anima a enfrentarte a enemigos difíciles en busca de alguna recompensa suculenta
Contras:
– Evidentemente, tiene sus años, así que el apartado gráfico es equivalente al del Comecocos. Bueno, no tanto, pero tampoco es una maravilla.
– Oyes a otros personajes hablar y escoges las frases que dice el tuyo, pero nunca le oirás pronunciar ni una palabra. Al menos yo me divertía imaginándomelo como el chaval tímido que siempre hace sentir a la gente incómoda en las conversaciones con prolongados silencios y miradas muy intensas.
– Tiene un público muy concreto. O te encantan los RPG’ s y amas este juego o te cansas de no tener un papel “directo” en la acción.
– Arañas. Arañas. Arañas. En serio, cuando jugué a esto de más joven, estos malditos enemigos me dieron mucha grima y aún me la dan. Son una especie de arañas que tienen como un cuello de jirafa en medio y una pata extra (parece una nariz), que sale de ahí. Si su aspecto no da suficiente yuyu, el chirrido que hacen al morir y cómo se dan la vuelta y retuercen las patas es…. Algo que aún recuerdo. Al menos salen poco.
En definitiva, no dejo de alabar este RPG, pero eso es porque ha causado en mí una gran impresión que difícilmente marchará, y echo de menos juegos con el mismo encanto que él. Yo recomiendo por narices comprar este juego. Aunque sea antiguo y parece difícil de encontrar, siempre se puede recurrir a su formato digital en “Steam”, con la primera y la segunda parte por unos 10€ cada una. Hasta tienen un pack de 14 juegos de Star Wars por 80 euros, algo más que un juego normal, y en él se encuentran perlas como SWKOTOR 1 y 2, Star Wars Republic Commando (me encantó) y Star Wars Battlefront 2 (un shooter online en 3ª persona que me dio siglos de diversión. Parece que aún conserva una comunidad medianamente activa, imaginad!). Así que, si adoráis los RPG con una interacción con el entorno algo similar a Mass Effect pero con combate por turnos y muchísimo más equipamiento, por favor, lanzaos a por esta pequeña perla.
Redacción: Adrián Soria Bonilla
Deja una respuesta