Lo lograste, Felix

Felix Baumgartner, paracaidista austríaco de 43 años. Realiza peligrosas maniobras desde hace años y hoy, por fin, dio el salto esperado desde hacía días en todo el mundo. Ya había logrado […]
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Felix Baumgartner, paracaidista austríaco de 43 años. Realiza peligrosas maniobras desde hace años y hoy, por fin, dio el salto esperado desde hacía días en todo el mundo.

Ya había logrado varios récords como en 1999, que obtuvo el récord por el salto más alto desde un edificio cuando saltó desde las Torres Petronas en Kuala Lumpur, Malasia. O en el 2003, en el que cruzó el Canal de la Mancha en caída libre usando un ala de fibra hecha por diseño. En el 2007 por ejemplo saltó desde el piso 91 (con anterioridad se había conseguido saltar desde un piso 90), unos 300 metros, del edificio construido más alto del mundo en esa fecha: el Taipei 101 en Taipéi, Taiwán.

Y ahora le tocaba de nuevo batir un récord, lograr el salto más alto en caída libre: 120.000 pies (36.600 m) desde una cápsula suspendida de un globo estratosférico inflado con helio, intentando romper la barrera del sonido. Y lo ha conseguido. Desde Roswell, Nuevo México, con el equipo de Misión Red Bull Stratos ayudando desde tierra en todo momento, ascendió el globo hasta exactamente 36.576 m, superando cuatro marcas históricas: rompía la velocidad del sonido sin apoyo mecánico en una caída libre, caída libre desde el punto más alto, caída libre más larga (cinco minutos y treinta y cinco segundos) y el vuelo tripulado en globo al punto más alejado de la tierra.

Había muchas posibilidades de que hubiera problemas. Podía haber tenido un derrame cerebral, haberse quedado inconsciente y por lo tanto no haber podido abrir el paracaídas. Podía haberse desviado de su trayectoria y no haber aterrizado adecuadamente, haberse evaporado sus fluidos corporales, o haberse incluso roto el traje. Pero Felix lo logró, con millones de ojos pendientes de ese salto, que para algunos se hizo interminable.

Con esta hazaña se espera conseguir mejorar científicamente los trajes a presión que están utilizando ahora los astronautas. Y por supuesto, dar una esperanza a todos aquellos que vemos imposible lograr cualquier cosa. Solamente hace falta estirar un poco más los dedos para empezar a tocar la victoria.

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